Y después chillamos porque aquello que llamamos CANASTA FAMILIAR (haya familia o no) también sufre alza de precios.
Es cierto que cada día uno puede sorprenderse con las noticias. E ingenuamente preguntarse sobre ellas. Sería que entendí mal o qué… Bueno en este caso no entendí mal. Cuando se ven por la Tv o se oyen por la radio cosas raras o desconocidas, es bueno apuntar, anotar, escribir, o grabar como hacen las nuevas generaciones. Es útil mantener colgados unos anteojos de multivisión y entre el bolsillo un papelito, y ¡algo con que escribir y que escriba!
Una noche de principios de enero, oyendo las noticias, oí algo que me sorprendió: Resulta que Colombia importa frisoles, lentejas alverjas (arvejas?) y no sé qué más. Casi que de todo.
Si las cosas están en una caja o en un paquetico, es bueno leer todo lo que trae escrito, hay que sacar lupa, claro, para poder leer todo lo que allí dice: de dónde viene el producto, además de todo lo que contiene, aparte de lo que es comida.
Y después chillamos porque aquello que llamamos CANASTA FAMILIAR (haya familia o no) también sufre alza de precios.
En otros tiempos –cuando por ejemplo no había bolsas de plástico- uno iba al mercado con una canasta. Vendedores sentados en suelo de las plazas, ofrecían los productos de sus tierras. Ahora se quejan, nadie les compra nada en el campo o les ofrecen una platica que como que se va esponjando por el camino hasta llegar al consumidor
Y ahora, cuando hay esos mercados famosos y grandes, como del tamaño de un “manzana”, con nombres hasta en italiano, y que uno, por algún problema físico tiene que hacer el pedido por teléfono, le hablan por ejemplo de la variedad de papayas, naranjas, limones, etc., todo traído de una parte y de otra, del mundo cercano y lejano (todavía no interplanetario ni lunático, creo!). Y ni hablar de los pescados, hay que ver que no vengan de mares y alrededores de Oriente. Es necesario leer bien y averiguar qué es qué y de dónde viene.
Claro que en la Biblia decía, dice, que el pescado está diseñado para comerlo los humanos, y así conoció Jesús a Pedro, pescando, o bregando por pescar, no lo estaba favoreciendo la marea…
Porque lo que es la carne de los animales, terrícolas, de sangre caliente, y ¡aún vivos! se usaba para hacer sacrificios a los dioses y que no hubiera que asar a los propios hijos, peligro en el cuál estuvo Isaac.
Finalmente en no sé qué trecho bien adelante del Libro de los Libros, se dice que dada nuestra necedad y molestadera, se nos dio permiso de comer la carne de los animales de sangre caliente como la nuestra.
Y claro, hubo (también) bastantes consumidores de carne humana, caníbales, inclusive aquí los hubo, se dice que lo fueron unos indígenas de la región de los hoy santanderes.
Actualmente hay mucha gente vegetariana y que quiere que seamos como ella. Así que frisolitos, lentejas y alverjas, aunque vengan de los llamados ricos del Norte.
Alguna proteinita animal de pronto será buena para nuestro cuerpo, tan animal como “humano” (aunque claro que muchas veces vemos y sabemos que éste puede ser inhumano, pero sigue siendo animal)
Claro que podríamos aprender de las vaquitas que comen su pasto, y nosotros tan tranquilos después nos les bebemos parte de la leche que fabricaron para sus terneritos. Y por más mamíferos que seamos como ellas y sus maridos, nosotros no comemos pasto, ni yerba, ni, ni, sino queso, quesito, yogurt, kefir, postre de natas… Aparte de hígado, sesos, riñones y seguramente corazones.