Algún sub registro en el número de quemados hará que nuevamente el Estado en 2018 siga buscando entre las huellitas y los arbolitos, la fiebre en las sábanas.
Suele ser un hábito recurrente en ciertos gobernantes y dirigentes políticos buscar la fiebre en las sábanas y no atacarla en la infección. Y se me viene a la mente ese comportamiento en muchos gobernantes que conozco, cuando analizo el tema de la pólvora y más la forma cómo se afronta un deficiencia pública como estas, con campañas publicitarias y que hacen tranquilizar la conciencia pero no generan un profundo impacto bajo una simple ecuación: inversión económica/ Vidas salvadas o personas ilesas.
Ya la cifra se acerca al centenar de quemados con pólvora en Antioquia, y aunque esta es una de las variables para medir impacto, no es la única y es real que miles de personas en la ciudad siguen quemando pólvora en la llamada Alborada del 1 de diciembre y en los días siguientes de las festividades, sin que exista un trabajo juicioso, sistemático y riguroso en clave de política pública para dejar de buscar la fiebre en las sábanas de las mascotas o en la calidad del aire, otros dos problemas que podrían conectarse pero no confundirse.
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No soy amigo de la pólvora, la detesto y me parece terrible el daño a la salud humana, al aire, al medio ambiente y a nuestras mascotas, pero estoy hablando de algo distinto. Ojalá los puristas del tema o los publicistas ávidos de jugosos contratos oficiales o de premios por sus campañas no se sientan ofendidos.
El fallo del mercado que se produce con la pólvora es que la ilegalidad la convierte en rentable para buena parte del comercio que la produce sin tasas impositivas, incluso hay municipios del Valle de Aburrá donde hay márgenes de tolerancia por la tradición industrial polvorera que tienen. Otro factor de la economía es la actuación de los ilegales, muchos de los cuales patrocinan con fuertes sumas de dinero esta quema colectiva que ocurre en las primeras horas de diciembre y la carencia de una oferta pública de celebraciones de navidad que esté abierta a la diversión colectiva de los sectores con menor acceso a recursos para vacaciones y otro tipo de actividades en tiempo vacacional.
La arena de tensión con el tema de la pólvora no se libra desde la cultura ciudadana ni desde los medios o la publicidad únicamente. Eso es como querer contener un cáncer con acetaminofén, pues habrá mensajes que calen poco a poco, pero siempre serán insuficientes y si aparte de eso, seguimos estigmatizando ciertos territorios y además abandonándolos de la oferta y presencia institucional, con mayor razón van a querer llevar la contraria y conmemorar estas fiestas con tan peligroso hábito como es la pólvora.
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¿Cuáles son los indicadores de gestión y de impacto de la campaña de las huellas de mascotas, de los árboles, del silencio, etc? Una larga lista de saludos a la bandera que recibirán el duro golpe de una atronadora alborada como la que tuvimos el primero de diciembre, pues seguimos de espaldas a los verdaderos problemas, tratando de solucionarlos a última hora con campañas de publicidad, sin comprender la realidad cultural ni las necesidades de los ciudadanos que disfrutan de este momento, sus hábitos, cultura, relación con la época decembrina y demás elementos que desde una buena investigación dejarían como conclusión que seguimos fallando como Estado a la hora de proteger la vida.
Fracasaremos de nuevo y algún sub registro en el número de quemados hará que nuevamente el Estado en 2018 siga buscando entre las huellitas y los arbolitos, la fiebre en las sábanas.