Los exjefes paramilitares del Magdalena Medio participaron en un acto de reconocimiento de responsabilidad y perdón frente a familiares de las personas asesinadas y desaparecidas.
La Unidad para la Reparación a las Víctimas dirigió una ceremonia de reconocimiento de responsabilidad y perdón de cinco exjefes de las Autodefensas del Magdalena Medio, quienes estuvieron junto a once familiares de personas que fueron asesinadas y desaparecidas por este grupo ilegal, luego de una terapia de atención psicosocial y acompañamiento para poder enfrentar este momento y no abrir las heridas del conflicto armado.
En cumplimiento de una sentencia de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Bogotá, se realizó en el Palacio de Justicia de Medellín la ceremonia de ofrecimiento de disculpas públicas y reconocimiento de responsabilidad a favor de las víctimas.
Ramón Isaza, alias el viejo; su hijo Oliverio Isaza, alias terror; John Fredy Gallo, Walter Ochoa Guisao y Luis Eduardo Zuluaga; todos ellos exjefes desmovilizados de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio, respondieron preguntas de los parientes de víctimas de reclutamiento ilegal de menores de edad, homicidios y desaparición forzada en hechos delictivos como la masacre de cinco trabajadores de la empresa Saferbo.
Para Isabel Cristina Martínez, una de las asistentes al acto, el apoyo sicosocial la fortaleció para enfrentar el momento difícil de estar frente a frente en una sala con los jefes del grupo paramilitar que asesinó a su padre en Puerto Boyacá, en octubre del año 2000.
“Yo quería saber la verdad y tenía muchas preguntas por hacerle a ellos y con el apoyo sicosocial logré preguntarles por qué mataron a mi padre Gustavo de Jesús Martínez, con el llanto y todo pero fui capaz de hacerlo”, aseguró la mujer al final del acto de desagravio.
También señaló que “aunque con esto ellos no nos reparan, sí se siente el alivio de aclarar dudas sobre cómo ocurrieron esos hechos y decirles el daño que causaron, que dividieron hogares y truncaron los sueños que teníamos como familia al asesinar a un persona muy trabajadora e inocente como mi padre”.
Ramón Isaza, quien fue el máximo comandante de este grupo paramilitar, admitió frente a ellas que las acciones del grupo paramilitar que lideró “causaron daño y espero que puedan perdonarme por todo lo que han sufrido”.
Walter Ochoa, alias el gurre, excomandante del frente que cometió la masacre de los trabajadores de Saferbo, respondió “que no hay justificación y sé que no se puede remediar el dolor por estos hechos que se cometieron. Fue algo que se salió de control porque no se dio la orden de asesinar a esas personas que nada tenían que ver con el conflicto, si no de apoderarse de una mercancía (telas camufladas)”.
Ante el cuestionamiento del familiar de un joven reclutado, Oliverio Isaza reconoció que el grupo fue responsable del delito de reclutamiento ilegal de menores y aseguró que “unos niños en la guerra es un crimen y de corazón les pido perdón”.
Para Jaime Alonso Velásquez, cuyo padre fue uno de los conductores de Saferbo asesinados y aún desaparecido hace 17 años, el acompañamiento sicosocial de la Unidad para la Reparación a las Víctimas “fue bueno porque me sirvió para afrontar este momento de tener al victimario del papa de uno y expresarles cara a cara por todo lo que uno pasó”.
También reconoció que hizo catarsis del sufrimiento cuando “quise darles a entender que con sus acciones y órdenes a este grupo que tenían hicieron tanto daño a muchas familias. Fue durísimo, pero sirvió”.
Al final, la funcionaria de la Unidad para la Reparación a las Víctimas que dirigió la ceremonia, Marta González, destacó la valentía, comportamiento y resiliencia de las víctimas, al tiempo que enfatizó que “perdonar es una decisión personal y que este acto de desagravio tiene como fin satisfacer el derecho a la verdad de las víctimas del conflicto” como parte de su reparación integral.