Estados Unidos vive una crisis sanitaria por la covid-19, con los reportes más altos en el mundo por la enfermedad, sumado a una crisis económica y una ola de protestas de la comunidad negra, que reclama que se acabe en el país lo que ellos han llamado el uso sistemático del racismo en el accionar del Estado, la segregación y el abuso policial.
A las más de 105.886 muertes de la covid-19 y una cifra que se acerca a los dos millones de casos positivos de la enfermedad, a Estados Unidos se le ha sumado a la crisis que ha vivido en los últimos tres meses los peores aprietos económicos en 80 años y una ola de violentas protestas, las cuales se desataron desde la semana pasada tras la muerte de un afroestadounidense en Mineápolis, a manos de un policía blanco y que subió el termómetro de las tensiones raciales que confluyen en ese país.
La realidad a hoy en ese territorio norteamericano es el tener cuarenta ciudades con toque de queda debido a los disturbios por la muerte del afrodescendiente George Floyd, quien era un guardia de seguridad y policías culparon de un atraco, lo cual debió salir a desmentir luego la autoridad de seguridad de Mineápolis, ciudad de Minnesota, la semana pasada.
El último reporte de la Casa Blanca indicó que el 30% de los estados del país amanecieron militarizados. En tanto, los manifestantes continúan desafiando el toque de queda impuesto, según se ha publicado en algunos medios internacionales.
Los manifestantes han amenazado hasta con “quemar a Wall Street (edificio)” y al propio Donald Trump.
El presidente Donald Trump, ante el caos generalizado en las calles, decidió refugiarse en su búnker en la noche de este domingo 31 de mayo, reportaron medios nacionales. Las luces de la Casa Blanca fueron apagadas y esto, contrario a apaciguar los ánimos, más bien exacerbó la rabia expresada por los manifestantes.
“Agentes del Servicio Secreto llevaron abruptamente al presidente al búnker subterráneo utilizado en el pasado durante los ataques terroristas”, consignó The New York Times, en una de sus publicaciones.
A consecuencia, en las redes sociales se ha impuesto el hashtag #BunkerBoy, que acompaña los mensajes de indignación.
Por las protestas en ciudades estadounidenses el caos es tal que, por ejemplo, en Washington, la capital, el saldo del fin de semana del 30 y 31 de mayo dejó imágenes de carros incinerados, vitrinas de restaurantes y locales comerciales rotas, almacenes saqueados y con toda la mercancía robada. Allí no han valido los gases lacrimógenos a los que uniformados han tenido que recurrir para dispersar las multitudes, medios internacionales han registrado además la utilización del bolillo para contener a la turba, que, por su parte, ha respondido con piedras y botellas.
No obstante, esas imágenes se han repetido en Atlanta, Baltimore, Detroit, Chicago, Los Ángeles, Nueva York o Mineápolis, solo por mencionar algunas.
Sin embargo, preocupa el nivel de violencia que vive Estados Unidos, al punto que los miembros del Servicio Secreto y la policía local se han visto en la televisión pasando trabajos al tratar de mantener el cordón de seguridad entre la Casa Blanca y los manifestantes, en lo referente al Distrito Capital.
También, se ha reportado que los habitantes de las ciudades en caos han tenido que recurrir a tapar sus ventanas con maderas y láminas de MDF para proteger los predios de inescrupulosos, ya que se han presentado también desmanes en las zonas residenciales.
Para este lunes 1 de junio, se reporta una insólita recuperación de Wall Street. Los reportes dan cuenta de que la Bolsa ha recuperado cerca del 40% desde los mínimos de marzo. En ese propósito se ha sumado el apoyo del Congreso y de la Reserva Federal. Trump ha revelado que tiene una esperanza de recuperación total para los próximos dos meses, y con esto, acallar en parte el descontento.
Lo cierto es que los disturbios de los últimos cuatro días no ayudan en nada a la recuperación de los mercados y también se debe considerar que el país está en medio de la campaña presidencial.