El compromiso del nuevo Gobierno es grande, pero tiene la gobernabilidad suficiente para acometer las reformas requeridas.
La votación obtenida hace ocho días por el candidato de La Colombia Humana, doctor Gustavo Petro, no puede ser minimizada por la opinión pública, los partidos políticos, los medios de comunicación social, pero muy especialmente por el presidente electo doctor Iván Duque y su partido político, el Centro Democrático. La votación de Petro es histórica para un candidato de izquierda. A su alrededor logró sumar gran parte del descontento existente entre los ciudadanos por todos los abusos que desde el poder se realizan desde hace años, Petro fue el símbolo de esa inconformidad de los votantes.
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Esa votación es aún más significativa cuando alrededor del doctor Duque estuvieron todos los gremios, lo más granado del poder económico, casi todos los partidos políticos y los grandes medios masivos de comunicación social. Como lo escribí hace ocho días en estas mismas columnas, fue una verdadera gavilla en contra del candidato de la centroizquierda. Duque también recogió el voto temor, es decir, el que estaba asustado con la posibilidad de un gobierno de izquierda, quien creyó que podríamos llegar a convertirnos en una Venezuela y en fin, varios argumentos falsos que le vendieron a una sociedad con poca formación política y fácilmente sugestionable.
Petro sumó a los inconformes. Sí. Los inconformes con un sistema económico todos los días más injusto, como que hace a los ricos más ricos y a los pobres más pobres, generando una desigualdad aterradora que reconocen todos los organismos económicos internacionales. También sumó a los inconformes con una clase política que sin pudor maneja los recursos del Estado. Inconformes y temerosos del poder que viene acumulando el expresidente Álvaro Uribe. Inconformes con las políticas estatales en materia de salud, educación, justicia, medio ambiente y sistema electoral. Inconformes con la falta de oportunidades y de empleo. Toda esa inconformidad se expresó hace ocho días apoyando a Gustavo Petro.
Esa inconformidad es a su vez el gran reto del Gobierno entrante. No puede ser reprimiendo y menos criminalizando la protesta social como el doctor Duque tiene que enfrentar el desafío. Es necesario que el establecimiento enfrente las grandes reformas de la salud, la educación, la justicia, el sistema electoral y la protección al medio ambiente. Es perentorio que la regulación económica permita una sociedad más justa y, por lo tanto, menos desigual. La pobreza debe disminuir y todos esos excluidos deben ingresar al torrente económico de tal manera que sean útiles y puedan producir y consumir.
Si el Gobierno de Iván Duque no produce los cambios que a gritos reclamaron ocho millones de colombianos hace ocho días, inexorablemente Petro o cualquier petro, en cuatro años accederá al poder, no obstante, la presión indebida de los medios de comunicación, los gremios y los señores del gran capital.
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El compromiso del nuevo Gobierno es grande, pero tiene la gobernabilidad suficiente para acometer las reformas requeridas. ¿Lo hará?