El jefe de la Cámara de Representantes de EE. UU., el republicano Paul Ryan, aseguró “que no hay duda” sobre la injerencia rusa en las presidenciales y se mostró abierto a que el Congreso continúe trabajando para imponer "más sanciones" contra Rusia.
El presidente estadounidense, Donald Trump, regresó este martes al trabajo en Washington tras su cumbre con su homólogo de Rusia, Vladímir Putin, ampliamente criticada incluso dentro de su propio partido por la complacencia con la que trató al líder ruso.
En una rueda de prensa conjunta con Putin este lunes en Helsinki, Trump puso en duda las conclusiones de los servicios de espionaje estadounidenses que apuntan que el Kremlin interfirió en las elecciones presidenciales de 2016 en EE. UU. para beneficiarle y perjudicar a su rival demócrata, Hillary Clinton.
“Putin no comparte ni nuestros valores ni nuestros intereses. (...) Rusia interfirió en nuestras elecciones, no hay duda”, señaló el jefe de la Cámara de Representantes de EE. UU., el republicano Paul Ryan, en una conferencia de prensa en Washington acompañado por varios miembros republicanos del Congreso.
Desde la conclusión de la cumbre entre Trump y Putin, numerosos legisladores de ambos partidos han expresado su descontento con la actitud amigable del mandatario estadounidense con el líder de uno de los países considerados históricamente rivales de EE. UU.
Para el senador republicano Bob Corker, la rueda de prensa en Helsinki fue “triste y decepcionante. Me alegro de que la gente de ambos partidos la condenara fuertemente”, comentó el senador en su cuenta de Twitter.
“Es hora de que el Congreso intensifique (su trabajo) y retome nuestras autoridades. Tenemos legislación para hacer eso, vamos a votar”, añadió el legislador, que llegó a la Cámara Alta en 2007.
Otra de las voces críticas con Trump respecto a su comportamiento con el presidente ruso fue el exdirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), John Brennan, quien estuvo a su frente entre los años 2013 y 2017.
“Lo que el señor Trump hizo ayer fue traicionar a las mujeres y los hombres del FBI, la CIA, la NSA y otras (agencias) y al público estadounidense. Y es por eso que uso el término que esto fue nada menos que una traición. Porque es una traición a la nación”, espetó Brennan en una entrevista con la televisión Msnbc.
Al enfado generalizado del Partido Republicano y de miembros de las agencias de inteligencia estadounidenses se sumaron las críticas del Partido Demócrata, que atizó contra la estrategia de Trump a lo largo de las últimas horas.
En su turno en el pleno del Senado, el líder de la minoría en la Cámara Alta, Chuck Schumer, consideró que la explicación “más lógica” sobre la actitud de Trump es que Putin tiene “información comprometida”.
“Todo el mundo en Estados Unidos menos Donald Trump admite lo que pasó (en las elecciones de 2016, respecto a la injerencia rusa”, sentenció Schumer, que fue la cabeza visible de la dilatada respuesta de los demócratas contra el gobernante estadounidense.
Desde hace meses las principales agencias de inteligencia, incluidas la CIA y el FBI, dicen que poseen pruebas de que Rusia trató de afectar los comicios, aunque descartan que su actuación influyera en el resultado final, que permitió a Trump instalarse en la Casa Blanca al imponerse a Clinton.
A pesar de estas indagaciones, Trump dijo en su comparecencia ante la prensa del lunes que no veía “ninguna razón” por la que Rusia hubiera querido intervenir en el proceso electoral y subrayó que, con su “contundente” negativa, Putin le había convencido de su inocencia.
Después de desautorizar públicamente la investigación sobre la trama rusa ante Putin, Trump sostuvo que tiene una “gran confianza” en los servicios de inteligencia del país; una rectificación que llegó tarde y cuando el daño ya estaba consumado entre la sociedad estadounidense.