Que Colombia sea 57 o 60 en el índice no dice nada, pues podría darse el caso de que el país avance en posiciones no porque esté mejorando, sino porque sus vecinos competidores en el ranking están empeorando.
Todos los años, el Gobierno Nacional espera con ansiedad la publicación que hace el Foro Económico Mundial (FEM) sobre la competitividad de los países -Índice Global de Competitividad (IGC)-, y de acuerdo con sus resultados, celebra con euforia, o actúa con deliberada indiferencia. En 2019 Colombia ocupó el lugar 57 entre 141 naciones, mejorando tres posiciones, y por ello la emoción ha sido enorme, manifestada en varios discursos presidenciales y ministeriales, siempre con el mismo titular: es la mejor posición de los últimos 14 años. Y es cierto, subimos en el ranking, y sin duda en muchos aspectos el país está mejor que ayer, pero lamentablemente es perdedor en la mayoría de los 12 pilares que sustentan ese índice global del FEM. En instituciones su lugar es el 92, y el 81 en infraestructura -la carretera al puerto más importante de Colombia lleva 11 años de construcción y se terminará en 2026-, en información y tecnologías de comunicación es 87; en crimen organizado se ubica en el puesto 131 entre 141 países, y en tasa de homicidios en el 130, casi el mismo puesto que en incidencia del terrorismo, y en cobro de impuestos; y mientras China avanza en lo que será la sexta generación de tecnología móvil en el mundo y comercializa ya el 5G, en nuestro país las empresas de telecomunicaciones son multadas por cobrar a los hogares, como banda ancha, una “banda lenta” -puesto 80 en competitividad en este campo-. Sin embargo, el presidente Duque está feliz por el puesto 57 en el índice global, aunque quizás no lo esté tanto cuando sus asesores le confiesen que en los años 1995 y 1996 fuimos 36 y 40, respectivamente, y que el récord corresponde al año 1991, con el puesto 30, eso sí, entre apenas 41 países. Para decirlo de otra manera, estamos celebrando este año, la pérdida de 27 puestos en relación con nuestra mejor posición histórica.
Ahora bien, que Colombia sea 57 o 60 en el índice no dice nada, pues podría darse el caso de que el país avance en posiciones no porque esté mejorando, sino porque sus vecinos competidores en el ranking están empeorando, y de todas maneras no es bueno que 56 naciones en el mundo nos superen, y mucho menos, que nos alegremos por ello. Todo es muy relativo. Hay que observar el comportamiento según los pilares, según temas específicos en relación con el potencial desarrollo de programas o proyectos, también específicos. Por ejemplo, si queremos saber cómo está el país posicionado para la atracción de inversión extranjera directa para creación de empresas manufactureras, habría que observar nuestras opciones en comparación con otros potenciales destinos de inversión, en temas tales como infraestructura, seguridad, impuestos, corrupción, facilidad para los negocios, apoyo gubernamental, estabilidad jurídica de las inversiones, mano de obra, recursos para I&D, entre muchos otros factores que componen los pilares de la competitividad. Que Colombia sea el país 80 en acceso a Internet puede ser un obstáculo para una compañía que quiera desarrollar un proyecto de e-commerce, y que en aplicación de barreras no arancelarias sea el 125 entre 141 países, puede desanimar a muchas empresas extranjeras que quisieran posicionar sus productos y servicios en nuestro mercado.
Colombia, en definitiva, no mejora en muchos aspectos en la competitividad y no genera en consecuencia el entorno que requieren las empresas colombianas, que tampoco mejoran en competitividad, para lograr mayor presencia en el mercado global; se ha perdido una buena oportunidad de participación en los negocios internacionales mientras estos se pudieron realizar en condiciones de casi total apertura, y en el futuro será más difícil hacerlo, pues muchos expertos aseguran que la globalización llegó a su punto máximo, y que el mundo se prepara para desglobalizarse, mientras que para otros el unilateralismo y el “terrorismo económico” impondrán las nuevas condiciones comerciales del futuro. Como Colombia nunca se globalizó nada podrá perder, y como nunca supo globalizarse, quizás ahora pueda aprovechar el futuro escenario para exportar, pues se espera que las consecuencias de la nueva situación comercial mundial se sentirán positivamente en la regionalización, donde la producción se organice en torno a países vecinos, en lugar de globalizarse. Solo hace falta que las empresas colombianas sepan que no solo Ecuador es un mercado vecino.