Para avanzar en el aseguramiento de la salud y buena calidad de vida la apuesta debe ser desde una política pública que realmente descentralice los recursos
En estos momentos en donde el sistema de salud pública del país está en máxima alerta y tensión, cabe citar el refrán popular la “oportunidad la pintan calva” y como dicen los orientales, en toda dificultad se encuentran oportunidades.
La pandemia puso sobre el tapete las grandes debilidades del sistema de salud del país, pero también la oportunidad de sacarlo de ese estado agónico desde lo económico, la infraestructura y sobre todo lo tecnológico.
A su vez, es un llamado de atención para que la dirigencia del país se dé cuenta de la necesidad de cada región del territorio nacional, pero sobre todo los departamentos más vulnerables para que puedan contar con hospitales de primer nivel. Es claro, que, aunque la Constitución actual acabó con la discriminación político-administrativa de las intendencias y comisarías elevándolas a departamentos, en la gestión desde el centralismo esa estructura sigue presente en la mente de muchos gerentes y gestores públicos del país.
Para las nuevas generaciones, que gracias a la magia doctrinal del sistema educativo había acabado con la historia en las aulas, las intendencias eran 4: Arauca, Casanare, Putumayo, San Andrés y Providencia; mientras que las comisarías eran 5: Amazonas, Guanía, Guaviare, Vaupés y Vichada. Territorios a los que se le suman uno que otro departamento, como el Chocó y la Guajira, continúan en estado crítico, no por riqueza del territorio, sino por pobreza espiritual de sus dirigentes, sin dejar a un lado el tema de la corrupción. Gracias a ese histórico “dejeísmo” del centralismo, sacando del llavero a los isleños, se concentró gran parte de la actividad subversiva del país y en estas casi tres décadas después de haberse promulgado la Carta Magna las debilidades de esos territorios siguen galopando por sus extensas llanuras y selvas.
La otra cara de la moneda la representan los sistemas de salud de Antioquia y Santander, el antioqueño, aunque con sus debilidades, en el territorio se cuenta con grandes capacidades tecnológicas y de talento humano para enfrentarse a grandes retos, como fue el trasplante de hígado para la hija del alcalde de Medellín, Aleia, que llevó al equipo humano del Hospital Pablo Tobón Uribe, y a la Institución para estar entre las unidades hospitalarias de clase mundial.
Los bumangueses le están apostando a fortalecer el sistema de salud regional. Ellos vienen también trabajando fuertemente para trascender en el nororiente del país y convertirse en el eje del desarrollo científico de este lado colombiano, fue así como en plena pandemia en mayo pasado en la Fundación Cardiovascular de Colombia -FCV-se le hizo un trasplante de corazón a un infante de Barranquilla, que sufría de cardiopatía dilatada (engrandecimiento del corazón).
Para avanzar en el aseguramiento de la salud y buena calidad de vida la apuesta debe ser desde una política pública que realmente descentralice los recursos, con la debida salvaguarda contra los amigos de apropiarse del erario en los entes territoriales y sacarnos de la mentalidad los antiguos Territorios Nacionales, para qué realmente tengan el estatus de departamento y todo lo que ello conlleva.