En el desarrollo de la clausura de la Cumbre Mundial de Premios Nobel de Paz, la activista Lisa Pelletti Clark analizó el momento crucial que vive Colombia para la construcción de la paz y destacó la participación de las comunidades como el ejemplo que el país puede dar al mundo.
La Oficina Internacional por la Paz ganó el premio Nobel en 1910 por sus esfuerzos en promover soluciones pacíficas a conflictos internacionales. En representación de esta organización laureada, a la Cumbre Mundial de Premios Nobel de Paz llegó su copresidenta Lisa Pelletti Clark, quien conversó con EL MUNDO sobre el momento culmen que vive Colombia para iniciar un camino de no violencia.
Comencemos hablando sobre este momento crucial para Colombia. Y es que mientras todos los esfuerzos del Estado se concentran en la implementación del Acuerdo de paz, organizaciones sociales denunciaron el asesinato de 117 líderes, de los que el Gobierno reconoció oficialmente 64, ¿cómo amenaza esta situación el proceso de paz?
No estoy enterada por completo de todos los detalles, deben perdonarme por eso, pero sí estoy al tanto de algunos de esos asesinatos con fines políticos y hasta he firmado peticiones para que se investiguen adecuada y debidamente. También sé que en muchos de estos casos hay grupos paramilitares que hacen parte de esos asesinatos. Ayer estuve hablando con miembros del Gobierno y reconocieron justamente este hecho, que es que ciertos paramilitares que se habían desarmado, han pasado a conformar bandas de crimen organizado. O sea que no hay duda sobre lo que usted me ha dicho y son hechos, pero eso no quiere decir necesariamente que allí exista una falta de compromiso por parte de las instituciones.
Aun cuando creo que estos eventos deben ser debidamente analizados e investigados, y sus perpetradores llevados a la justicia, no creo que sean pruebas de que el proceso de paz no esté funcionando ni deben ser tomados como justificación para detenerlo.
En este preciso instante, la guerrilla se está concentrando para dejar las armas, pero hay un sector de la población que no confía en el papel que pueda jugar la ONU, ni en la voluntad de las Farc de entregar todo lo que poseen, ¿qué podría aprender Colombia de experiencias de otras desmovilizaciones en el mundo para no repetir errores?
No conozco procesos que sean tan ambiciosos como el proceso que se está llevando a cabo en Colombia. Si se puede hablar de alguna referencia para este proceso colombiano en particular, sería el proceso de Sudáfrica, cuando se terminó la política del apartheid y sobre todo, en términos de un esfuerzo colosal para llevar a la mayor parte de la población hacia el proceso, para incluirla.
Lo que es más importante de estos procesos de paz es el hecho de incluir a las personas, esa es una cosa muy importante. En Colombia se está haciendo ya y es algo que se debe reforzar, se debe trabajar más por ello. Y hay dos tipos de personas que se oponen o sabotean el proceso de paz. La primera, que es la parte mayoritaria, son aquellas que simplemente no confían en que el proceso de paz vaya a resultar, que no creen en él, y para estas personas hay que trabajar diez veces más fuerte y diez veces con más ímpetu, para convencerlos de que se equivocan y de que el proceso de paz sí puede resultar; la segunda categoría de personas que no confían en el proceso de paz, son personas que simplemente tienen malas intenciones y estas personas, claramente, son mucho más difíciles de convencer y mucho más difíciles de contrarrestar, pero igual hay que hacer los esfuerzos necesarios para ello.
Organismos internacionales destacaron del Acuerdo de paz colombiano el enfoque de género como algo único en el mundo, sin embargo, han surgido críticas de personas que afirman que ese enfoque se limitó al papel, ¿cómo podría llevarse ese enfoque del papel a acciones concretas?
Me parece que es una pregunta muy difícil. Lo que yo he experimentado desde que llegué a Colombia es exactamente lo opuesto, es decir, un compromiso muy grande de las mujeres en el campo así como en la ciudad, mujeres completamente comprometidas, completamente participativas y activas en el proceso. Pero usted no es la primera persona que me subraya este punto. Sobre el papel, claramente sí es uno de los acuerdos más avanzados en el tema del enfoque de género y la pregunta que yo quisiera hacer es si no hay algo de interés personal y subjetivo que sea la razón de esta crítica, si no habría algo de celos o de intereses particulares de algunas mujeres que no se sienten totalmente parte de este enfoque, porque sí me parece que las mujeres que he conocido desde que estoy acá y las historias que he escuchado, revelan que las mujeres están completamente dentro del proceso y que son uno de los mayores actores, tanto en la planeación de los acuerdos como en la creación de los mismos acuerdos.
¿Qué aspecto del proceso colombiano le llamó la atención y podría retroalimentar otros procesos en el mundo?
Una cosa que quiero aclarar es que todo proceso es diferente y está basado en razones diferentes, y todo proceso tiene una manera distinta para salir de la guerra. Uno no puede tomar otros casos, haciendo como si fueran casos generales y aplicarlos al caso particular de Colombia, porque siempre son casos muy distintos. Yo creo que, mejor, se trataría de sacar provecho de las experiencias que están llevándose a cabo en Colombia para, si acaso, llevarlas a otros lugares.
Sí hay que decir que en Colombia, las experiencias que hemos tenido y las cosas que hemos visto, nos muestran que este proceso es supremamente sofisticado y avanzado, y me gustaría enfatizar en ese sentido. Esta mañana escuchamos, aún así, las experiencias de Timor Oriental y de Irlanda, sobre cómo ellos lograron desarrollar sus procesos de paz y de reconciliación social, y de cómo trabajaron por el posconflicto, y seguramente esas experiencias serán muy valiosas para las personas en Colombia que las escucharon.
Sí hay una gran lección sobre el proceso de paz en este país y es una cosa de la cual ustedes ya están conscientes y es que la participación del pueblo, de la gente, es la parte más crucial de un proceso de paz. Lo que realmente no funciona y el error a no cometer, es dejar que el proceso de paz sea dictado de arriba hacia abajo, y que venga desde las instituciones hacia el pueblo.
Hasta el momento, quizá la principal dificultad para el proceso han sido los retrasos en la implementación, ¿qué observación tiene al respecto?
Me gustaría añadir sobre eso que no deberían sentirse afanados ni apurados sobre este proceso de paz. Por ejemplo, en el caso de Irlanda del Norte, la paz se firmó en 1998, pero hubo que esperar hasta el 2007 para que llegara el momento de la implementación de los acuerdos. Eso quiere decir que pasaron nueve años entre el momento de la firma de la paz y el momento de la implementación de los acuerdos. Colombia, como ustedes bien lo saben, está bastante más avanzada que eso. Hay que entender que este es un proceso largo y demorado para crear una paz estable y duradera.