Ciudades Distantes, Dispersas y Desconectadas. Ciudades 3D. Absolutamente alejadas del ciudadano, desconsideradas con él, aun conociendo las estadísticas de escolaridad y ocupación, son indolentes y muy distantes.
La moda de las ciudades inteligentes ha sido tanta, que se pasó por alto la formación de los ciudadanos que diariamente se relacionan y se comunican con ellas. Se crea el concepto de Ciudades 3D, una crítica a las innovaciones urbanas que cada vez alejan más a las personas que habitan las pequeñas ciudades y generan algo así como un tipo de discriminación progresiva, pero silenciosa. La capacidad operativa de las ciudades necesita urgentemente de una sistematización de cientos de procesos que dejen evidencia de cada acción que se realiza en pro de su administración, sin embargo, los gobiernos resuelven sus problemas trasladando a los ciudadanos todas las responsabilidades indicándole que la información está “colgada” en el sitio web, que todos deberían estar consultando y revisando con mucha frecuencia cada actividad, cada decisión y cada convocatoria que se necesita contar.
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Ciudades Distantes, Dispersas y Desconectadas. Ciudades 3D. Absolutamente alejadas del ciudadano, desconsideradas con él. Aun conociendo las estadísticas de escolaridad y ocupación, son indolentes y muy distantes. No están atentas a las necesidades reales, simplemente se encargan de automatizarse a todo precio, independientemente de las peticiones de sus pobladores, son dispersas, no se concentran. Ciudades desconectadas, desarticuladas, que solamente recorren los espacios mencionados en los catálogos y no los habitados. Ciudades de transporte público con pruebas piloto eternas que no cumplen con la articulación del territorio.
Durante la dotación de una ciudad inteligente se configura la ciudad 3D, puesto que la capacidad de uso de las nuevas tecnologías en los habitantes de las ciudades intermedias está cada vez más reducido. No es una crítica a la implementación de las nuevas herramientas, que entre otras, son necesarias para la gestión eficiente de los municipios, es una crítica al tránsito recorrido entre esta instalación y la objetiva operación del ciudadano. La intervención en las calles con equipamientos tecnológicos implica un periodo de adaptación y formación tanto para el que se encargará de dirigir el proceso, como para el que lo usará cotidianamente. Esto significa que la fuerza se tiene que hacer obligatoriamente en el usuario, y de la capacidad de adaptación al proceso que este tenga, dependerá su puesta en marcha.
El centro de globalización y estrategia de la escuela de negocios Iese de Barcelona, para calificar si una ciudad es inteligente o no, mide un poco más de 70 indicadores, entre los que analiza asuntos de gobierno en línea, movilidad, gestión pública, adaptación tecnológica y medio ambiente. El informe Cities in Motion entrega cada año el top 50 de ciudades inteligentes, donde definitivamente la tecnología no es lo más importante. Este cuenta sólo con dos ciudades de habla hispana, Madrid y Barcelona y lo encabezan New York , París y Londres, porque son las que más número de turistas reciben al año y las que más eventos mundiales realizan sin que su funcionamiento colapse. Medellín, la ciudad más innovadora del mundo, ganadora del concurso City of the year según el ranking del Citigroup realizado por The World Street Journal en el 2013 sorprendió a todos al dejar a New York en el camino, no precisamente por los avances tecnológicos puestos en la ciudad, sino por la capacidad de articular al ciudadano a las soluciones de los problemas urbanos más significativos.
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Una vez más quedó en evidencia que las personas son lo esencial y las infraestructuras lo accesorio, nuevamente Medellín dio muestras de eso. Muy a propósito del lanzamiento de nuestro libro #CiudadaníaAntesQueCiudad en la feria del libro de Guadalajara el día de mañana donde el mensaje es exactamente el mismo: Invertir en los ciudadanos, es invertir en la ciudad.