La relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno.
Desde el 28 de junio de 2012, la asamblea general de la Naciones Unidas – ONU, aprobó en la resolución 66/22 el día mundial de la felicidad, y con toda la razón, puesto que más un millar de ciudades en el mundo han direccionado sus políticas de gobierno por el camino de la felicidad, esto es, generación de mínimos elementales óptimos para la gran mayoría de la población y con eso, medir el bienestar como un indicador de gestión. El objetivo que plantea la ONU como argumento para darle un día de cada año a este tema se fundamente en “la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno” y de paso invita a todos sus países miembros a vincularse a esta gran celebración.
El antecedente de este día fue la declaración del Reino de Bután al mundo, en el que por encima del Producto Interno Bruto - PIB- consideraban la Felicidad Interna Bruta como una señal más precisa para la toma de decisiones que se enmarcarían en las políticas públicas del país. Bután; incrustado en la cordillera del himalaya, budista en su inmensa mayoría y dirigido bajo una monarquía constitucional, no tiene salida al mar y está entre los 20 países más pequeños del mundo. Con esas condiciones, su mirada no se podía centrar en el crecimiento económico, así que su majestad Jigme Singye Wangchuck, conocido también como el Rey Dragón, propone usar los principios budistas como premisas para estructurar este famoso Índice de la Felicidad Interna Bruta, que se basa en el esfuerzo mutuo, en la colaboración, no en la competencia y con esto propiciar un desarrollo material y espiritual, todo esto basado en la promoción del desarrollo sostenible e igualitario, en la preservación y promoción de los valores culturales, la conservación del medio ambiente y el establecimiento de un buen gobierno.
Tan importante fue este concepto que en el encuentro mundial de Hábitat III en Quito la ONU Hábitat manifiesta que los 17 objetivos de desarrollo sostenible del planeta eran la reunión de los aspectos principales para contribuir a que se garantice el bienestar y la felicidad, como son: poner fin a la pobreza, reducir las desigualdades y proteger el planeta.
Charles Montgomery, escribe Happy City -muy recomendado- y plantea muchas de las cuestiones con relación a los que se considera una ciudad feliz y mira casos concretos en el mundo que resolvieron problemas de forma creativa y dispararon el bienestar en sus ciudades. Lo cito porque en América Latina, en varios lugares he visto reflejado el relato de Montgomery por ejemplo, la comuna de Quillota en Chile es un caso muy referido con respecto a lo que se podría definir como una ciudad feliz. También el programa de gobierno “Durango Te Quiero Feliz” que puso a esta ciudad en México a trabajar hacia el bienestar. Curridabat en el área metropolitana de San José en Costa Rica, entre otras.
Es necesario pensar en un real buen gobierno, trabajar por la tranquilidad y la paz, enseñar con el ejemplo los valores primordiales de la vida, y es un día dedicado a la felicidad, la excusa perfecta para direccionar todas las acciones hacia el bienestar. Feliz día de la felicidad.
Como dato adicional, Venezuela tiene el viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo, así que no necesariamente con manifestarlo por decreto, será la población feliz. Se necesita más acción que intención.