Por qué Leonardo da Vinci es un hito de la humanidad en las artes, las ciencias naturales, el humanismo y la tecnología.
En este mes de mayo se están conmemorando quinientos años de la muerte de Leonardo da Vinci, símbolo del Renacimiento y paradigma del sabio universal, quien dominó todas las ciencias y las artes de su tiempo, además de ser reconocido como artífice del renacer de la teoría del conocimiento basada en la comprensión de la naturaleza, en contraposición con la escolástica imperante en el Medioevo.
El término humanismo debe entenderse como búsqueda por integrar los valores humanos. El concepto se originó en el Renacimiento, que se propuso volver a la cultura grecolatina para resignificar la dignidad de lo humano, origen del antropocentrismo. El humanismo renacentista, del cual Leonardo fue su máximo exponente, puso al hombre en el centro de la historia, esencia del humanismo: la vida ya no es sólo digna de ser vivida, sino el magnífico acontecimiento que debe ser conocido. No sólo se trata de salvar el alma para la vida eterna, como predicaba el cristianismo medieval, sino de sublimar al hombre para convivir en armonía y gozo con la naturaleza.
Leonardo da Vinci, artista, humanista, científico
Empecemos con un repaso de la evolución del concepto de humanismo desde los filósofos de la antigua Grecia, para quienes lo fundamental era liberar al hombre del mito mediante el conocimiento científico y poner al ser humano como artífice y responsable de su propia historia, en oposición a la mitología que creía que la historia la hacían unas veces los dioses y/o seres mitad dioses-mitad humanos.
Más tarde Aristóteles sintetizó y organizó todo el conocimiento científico de la antigüedad en un sistema que, como ideología, soportó la civilización occidental hasta el Renacimiento. Leonardo tomó la concepción aristotélica del alma como fuente de vida y de conocimiento, pero la amplío y transformó en una teoría científica basada en la experiencia empírica, algo que para Aristóteles hubiese sido inconcebible.
Leonardo sorprende con su antropología natural, contrapuesta al pensamiento medieval que consideraba al hombre un ser envilecido por el pecado, para quien la única esperanza era la salvación de su alma. Ante esta creencia surge la idea, que asume da Vinci, sobre la dignidad de la existencia humana. Este giro conceptual es el fundamento del Renacimiento.
La filosofía natural de Leonardo
La filosofía natural de Leonardo se resume en los siguientes principios, que anticipan el advenimiento del empirismo fundamento de conocimiento científico:
“La sabiduría es hija de la experiencia. La experiencia, intérprete entre la naturaleza y la especie humana, enseña que lo que esta naturaleza lleva a cabo entre los mortales, forzada por la necesidad, no puede operar de otras formas más que en la medida que la razón, que es su dirección, le manda”.
“Nada puede compararse con la sabiduría”.
“Conocer, querer, discernir, juzgar y reflexionar son operaciones del espíritu humano”.
“Son vanas y están plagadas de errores las ciencias que no han nacido del experimento, madre de toda la certidumbre”, fundamento epistemológico del empirismo, con el cual, cien años después de Leonardo, Francis Bacon abre el camino a los grandes avances científicos y tecnológicos que originan la Revolución Industrial.
Dibujos en que Leonardo explicó sus inventos
Es tal el aporte de Leonardo, que se puede sostener que si sus diseños se hubiesen publicado a tiempo la Revolución Industrial se habría anticipado por menos en doscientos años. Esto se podría explicar por el temor a la inquisición, que obligó a da Vinci a encriptar sus hallazgos para que sólo pudiesen ser descifrados tiempo después de su muerte.
Grandes pensadores de la modernidad retrabajaron el humanismo renacentista, el principal de ellos Immanuel Kant (Siglo XVIII) mediante la exaltación de la autonomía producto de la racionalidad (Atrévete a saber) resumida en su libro ¿Que es la Ilustración? (“La salida del hombre de su minoría de edad, definida ésta como la incapacidad de servirse de su propio entendimiento, sin la guía de otro”). En el Siglo XX Jean Paul Sartre introduce un innovador concepto de libertad con “El ser para sí”, en el cual la consciencia se manifiesta en la continua superación, como voluntad, libertad, proyecto de crearse a sí mismo: la gran responsabilidad de nuestra existencia. Hannah Arendt (Siglo XX) nos convoca a comprometernos con nuestro ser social, compromiso resumido en el mandato “estar políticamente en el mundo”, que se entiende cómo “hacer mundo” complemento y superación de “intervenir en el mundo”: Nadie puede ser feliz o libre si no participa en la construcción de la felicidad de sus congéneres y de la libertad en lo público.
El cerebro humano dibujado por Da Vinci
El pensamiento matemático
Ahora un vistazo a Leonardo como matematizador de la naturaleza, legítimo heredero de los saberes de la antigüedad clásica. Las islas jónicas (colonias griegas) y La Tracia en el oriente de la actual Grecia fueron las regiones donde se originó la ciencia occidental ya separada del mito, amén del pensamiento racional, aportes, entre otros, de sabios como Tales, Anaximandro, Anaxímedes, Heráclito y Pitágoras, los llamados presocráticos. Este gran acontecimiento cultural se extendió hacia el sur de la península itálica y Sicilia, la “Magna Grecia”, donde germinó la escuela pitagórica y el pensamiento matemático. Pitágoras, Siglo VI a. de C, el primer matematizador de la naturaleza, con su premisa “Todo es número” hizo de la matemática la herramienta necesaria para que el hombre pudiera empezar a comprender el mundo.
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A la matemática, entendida como exploración de ciertas estructuras complejas de la realidad, sólo se puede llegar mediante un proceso de simbolización. Para los pitagóricos el origen de todas las formas, o sea la combinación de las propiedades básicas, multiplicidad y espacio, de los cuatro elementos (tierra, agua, aire y fuego), que según los antiguos griegos conformaban el mundo material, se hallaba en los modelos numéricos y en las relaciones entre los números. Más tarde Aristóteles, ya lo vimos, sintetizó y organizó todo el conocimiento científico de la antigüedad. Para el estagirita, contrario a su maestro Platón, la forma no tiene existencia separada de la materia y la una no puede existir sin la otra.
Como pintor, Leonardo aprendió a mirar el mundo en perspectiva, lo que significa usar no sólo la geometría y la teoría de las proporciones, sino también analizar las propiedades de la luz y el proceso visual. Con un enfoque totalizador, en que la analogía y las matemáticas le permitían transitar entre el funcionamiento de máquinas, organismos vivos y fenómenos naturales, el florentino hizo de las matemáticas y de la observación las herramientas principales para explicar el mundo: “El lenguaje de la pintura es la geometría, el del equilibrio de los cuerpos es la aritmética, que se expresa en el uso de la teoría de las proporciones”. La proporcionalidad geométrica que desarrolló Leonardo con la por él denominada “Ley Piramidal” (la pirámide adquiere un ancho determinado para cada altura de esta) constituye el principio de la progresión aritmética. Con base en un esquema ilustrado con un triángulo isósceles (figura con dos lados iguales), el mismo que le sirvió para demostrar la Ley Piramidal, avanzó hasta definir el incremento de la velocidad de los cuerpos en caída libre, lo que hoy se llama el principio de aceleración de la gravedad, que cien años más tarde perfeccionó Galileo Galilei.
“La sabiduría es hija de la experiencia y ésta, a su vez, es intérprete entre la naturaleza y la especie humana”. Este postulado conduce a la “la analogía como estrategia de la ampliación del conocimiento”, que, desde la fisiología del cuerpo humano, el microcosmos, nos lleva a comprender los procesos de la naturaleza, macrocosmos, para cuya demostración Leonardo aprovechó sus conocimientos anatómicos y fisiológicos, así como sus estudios sobre la dinámica fluvial del río Arno.
“Las venas de agua se equiparan al árbol de los vasos sanguíneos” (analogía fisiológica). Las trenzas del río Arno, así llamadas las bifurcaciones y reunificaciones de los brazos que conforman la corriente aguas debajo de la ciudad de Florencia, simulan las ramificaciones arteriales del brazo humano y los tallos de las plantas. Con estas observaciones de orden macrocósmico, Leonardo formuló un principio fundamental de la hidráulica: “El volumen de fluido que atraviesa un canal principal para llegar a su destino, debe hacerlo cruzando los múltiples ramales en los que se divide el canal original. El total de la suma de las secciones transversales en cada nivel o etapa de la ramificación debe ser la misma, y ésta, obviamente, debe coincidir con el área del canal principal del que se derivan los demás... Las venas de agua en los ríos se equiparan al árbol de los vasos sanguíneos y a los troncos en los árboles” (analogía fisiológica). Con esta analogía Leonardo se adelantó en cien años al descubrimiento de la circulación de la sangre. Por otro aspecto, con base en sus estudios hidráulicos el florentino formuló el bien conocido principio: “El volumen de un flujo en un tubo durante un cierto tiempo es proporcional a la sección transversal del mismo”.
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Para finalizar quiero referirme al concepto “Consiliencia” recuperado por el reconocido ingeniero humanista Darío Valencia, quien, en su texto Alexander Von Humboldt y la unidad del conocimiento, identifica la unicidad del conocimiento científico y humanístico en Leonardo y en el prusiano. La Consiliencia establece que las humanidades y las ciencias de la naturaleza no son disciplinas separables y que, por tanto, sus metodologías de investigación no pueden divorciarse. En la medida en que estas grandes ramas del saber puedan integrarse, aumentarán la multiplicidad y profundidad del conocimiento. Somos un todo con la naturaleza, como lo afirma la teoría Gaia de James Lovelock.