En el Suroeste de Antioquia, el Cerro Tusa es divisado como una pirámide puntiaguda que se alza sobre las otras montañas. Aunque no es la mayor elevación de la región, sí es considerada por algunos como la más emblemática.
Escalar el Cerro Tusa es una de las metas de muchos grupos de caminería en Antioquia, personas que se organizan en colectivo para salir a escalar y recorrer los territorios. Ese cerro empinado, que forma una pirámide natural, no sólo es atractivo por la aventura que supone ascender a la cima sino también por la cantidad de historias que sobre él se cuentan.
Iván Bustamante vive en Venecia, población donde queda ubicada la montaña y celebran las Fiestas del Cerro Tusa. Él es guía y ha llevado numerosos grupos hasta la cima del Cerro.
“Dicen que hay una puerta tridimensional, además, allá hacen ritos. Anteriormente había otro camino, cuentan que fue construido por los indígenas antes que este pueblo. En la cima hay un cráter y no sabemos si lo hicieron los indios, o son residuos de una erupción o que el morro desde que está tiene ese hueco”, relató Bustamante.
Él agregó que ha ido “con personas de religiones sectarias que le piden a uno absoluta reserva. Yo subí dos muchachos y una muchacha y ellos allá se agarraron de la mano e hicieron unas oraciones, un ritual muy sano, muy decente. Ellos llevaban un objeto lleno de unas cosas y entonces el muchacho se despidió del objeto y lo lanzó hacia atrás, a la montaña; después invocó a la madre tierra y le dio las gracias”.
Más allá de las historias de energías y magia, al pie del Cerro Tusa se encuentran vestigios de asentamientos indígenas. Al borde de la carretera entre Venecia y Bolombolo hay un altar sagrado de los indígenas Zenufanáes. Más arriba, esculpido en piedra al borde de la montaña, los caminantes pueden observar algo similar a un rostro. Lo llaman la Diosa de los Espejos porque refleja los rayos del sol desde diferentes ángulos.
Jaime Herrera, habitante de Venecia, señaló que “hay cuevas inmensas en las que según cuentan habitaban los indios, también un lugar al que llaman la piedra de la vieja”.
Por su parte, Carlos González, quien vende recuerdos de Cerro Tusa, explicó que “en el altar de sacrificio los indígenas hacían sus rituales. La única leyenda que hay ahí es la de la Diosa de los Espejos, que ella brilla en cierta hora del día, la piedra que viene a ser la india y el indio. De las otras cosas que dicen no sé nada”.
El ascenso
El ascenso a paso moderado dura cuatro horas, según señaló el guía, son tramos difíciles, pero el descenso lo es aún más.
Según explicaron los habitantes que han subido al Cerro, la primera parte del ascenso está en medio de potreros, allí el camino es fácil, pero donde más posibilidades hay de perderse, si no conocen. Después, la vegetación se hace más pequeña y el sendero más claro; la inclinación aumenta hasta superar los 50 grados. Mientras más se asciende más difícil se hace la subida y más pequeños los arbustos, hasta que no queda más que la roca. En la cima el viento es fuerte y se escucha el graznido de las aves; diminutos se ven abajo Tarso, Venecia y el río Cauca, al frente las otras montañas.
David Acevedo señaló, tras bajar del Cerro, que “en la cúspide se logra contemplar el vasto paisaje y las aves zumban a tu alrededor, también las avispas y mosquitos. Allá arriba te encuentras contigo mismo y con la basura que dejan algunos como rastro de la civilización humana. Lo realmente difícil es el descenso. Se debe ser muy cauteloso, bajar despacio y agarrarse bien o hacerlo con las nalgas”.
Pero no se debe ser temerario, quienes llevan allí años recomiendan nunca subir solos, menos si es la primera vez que se va. Carlos González señaló que “una vez hubo un muerto. Dos jóvenes se subieron por el lado de atrás y se mató uno, hace más de quince años. Estos días vinieron cuatro estudiantes, yo les dije que si llevaban guía fueran, sino se perdían; preciso, al par de horas regresaron aquí”.