Así sus condiciones no parezcan tan dramáticas como las de las mujeres violentadas dentro de su hogar, las madres y las abuelas solas también merecen especial atención y cuidado durante la cuarentena
Como es tradición desde su adopción generalizada desde 1910, y logró mantenerse a pesar de intereses en contrario, las familias de la mayor parte del mundo van a celebrar el Día de la Madre este segundo domingo de mayo. Dado el confinamiento obligatorio en que nos encontramos las sociedades amenazadas por la pandemia covid-19 y en virtud del deseo, y necesidad, de proteger a las abuelas mayores de 70 años y de mantener el distanciamiento social por el bien de la sociedad, la celebración de 2020 se va a parecer más a la clase de homenajes afectuosos que soñó la impulsora de esta conmemoración, la estadounidense Anna Reeves Jarvis, y muy poco al formato de fiesta y gastos que adquirió prontamente en Estados Unidos y los países que oficializaron esta fecha para celebrar a las mamás.
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Las formas de acompañar desde la distancia a las madres y abuelas para agradecer su opción de formar, acompañar y cuidar a su familia deberían responder a la decisión de las familias por cuidar a todos sus integrantes. El temor porque se rompan el distanciamiento social y la cuarentena obligatoria propició que unos 39 alcaldes, incluidos los del valle de Aburrá, Barranquilla y Cali, hayan adoptado drásticos toques de queda y medidas de ley seca, restrictivas de las libertades individuales, difíciles de controlar y no necesariamente útiles a la intención de contener la violencia intrafamiliar, que históricamente se dispara en las fiestas de la madre.
Aunque el resguardo en el hogar ha protegido a nuestras mujeres de enfermar o morir por la covid-19 (al 9 de mayo ellas son el 47,97% de las contagiadas), este se ha convertido en detonador de otra peligrosa y expandida epidemia que crece silenciosa dentro de las paredes de los hogares: la de la violencia intrafamiliar, que en el 79,7% de los casos está dirigida contra las mujeres. Aunque el subregistro es claro, El Observatorio colombiano de las mujeres ha establecido que sus distintas manifestaciones, que van desde sobrecargar a la mujer con las tareas domésticas hasta el feminicidio, pasando por la violencia sexual, la violencia sicológica (ver Violentómetro) la violencia económica y la violencia física, ha crecido en forma dramática. Entre sus indicadores señala el Observatorio que las 2.238 llamadas por violencia intrafamiliar durante la cuarentena reflejan un crecimiento de 161% frente a las llamadas recibidas en 2019. Igual ocurre con las 77 llamadas para denunciar lesiones personales, que son 77% más que en 2019 o los delitos sexuales, cuya denuncia creció en 72% frente al año precedente, siendo las esposas o compañeras, además de las niñas y adolescentes a cargo del agresor, las principales víctimas de la violencia sexual.
La protección de las víctimas en hogares de paso ofreciendo asesoría jurídica y sicológica, así como apoyo en manutención temporal por tres meses prorrogables, que ejecuta la Secretaría de las Mujeres de Antioquia, y la judicialización de los agresores, son pasos hacia el cuidado de las mujeres que sufren esa violencia, y en muchas ocasiones la toleran dada su dependencia económica y/o afectiva hacia el agresor.
Así sus condiciones no parezcan tan dramáticas como las de las mujeres violentadas dentro de su hogar, las madres y las abuelas solas también merecen especial atención y cuidado durante la cuarentena, pues están teniendo que atravesar situaciones que les provocan especial estrés.
Las madres solas de hijos en edad escolar atraviesan las dificultades de ser trabajadoras, principales responsables económicas de la familia y, debido al cambio de la escolaridad durante esta etapa, coadyuvantes de los maestros en las tareas académicas, además de principales formadoras. Esta sobrecarga laboral y de presiones, está afectando a las madres que asumen tales responsabilidades y, por supuesto, a los menores de edad a su cargo, sin que las respuestas de apoyo material, necesarias para su subsistencia, alcancen a responder a sus circunstancias.
Ya en el tramo final de su camino, las abuelas mayores de 70 años pasan por un largo periodo de confinamiento, toda vez que su distanciamiento social antecedió al de la mayor parte de ciudadanos y se extenderá cuando para las personas saludables y más jóvenes se haya levantado la cuarentena. Aún si tienen bienestar material y son cuidadas con esmero y afecto, estas abuelas se enfrentan a largas soledades, que los suyos deben compensar con presencias virtuales, mientras los cuidadores pasan también por largos períodos de estrés en los que necesitan del apoyo emocional y la compañía, también virtual, de quienes por las circunstancias de la cuarentena están alejados.
Para quienes esperamos que la pandemia nos ofrezca aprendizajes de humanismo y respeto, hacemos votos porque esta cuarentena y la lejanía física de las madres nos permita reflexionar y transformar nuestras expresiones de afecto y gratitud hacia las mujeres madres y todos aquellos que se dedican al cuidado de los más vulnerables.