Cebame un par de mates, Catalina

Autor: Laura Cecilia Bedoya Ángel
10 marzo de 2019 - 09:05 PM

Preguntas a la tradición del tango por su narrativa sobre la mujer, el lugar que le ha dado en la interpretación y la escasa presencia de compositoras. 

Medellín

En el día de la mujer

“¡Te besé antes de matarte!...

 : ¡No me queda más que este recurso: darme la muerte para morir con un beso!”. Otelo.

Bandoneón, el título de esta columna pertenece al verso de una milonga, y te confieso que antes de escribirla, tuve muchas cavilaciones, pensando en ubicarla tal vez en un titular de prensa y encerrarla en admiración ¡Violencia de Género!, después imaginé que el poeta de Avon la hubiera podido crear, pero no, está en una milonga correspondiente al género musical rioplatense y se llama paradójicamente, Amablemente. (1)

Lea también: Tango que he visto bailar

Ahora bien, antes de enseñar la letra, pienso hacer algunas reflexiones, si pareciera que el maltrato de género estuviera escrito en el aire, claro que hay que considerar que en honor a la composición del momento, le vendría muy bien al autor concluir la historia con un acto dramático, como le ha servido a tantas obras literarias, así La intrusa de Borges, Otelo, el Moro de Venecia de William Shakespeare y el final trágico de Carmen, novela de Prosper Merimée, llevada a la ópera por Georges Bizet.

Ahora acerquémonos a las primeras letras de esta milonga:

“La encontró en el bulín y en otros brazos...
Sin embargo, canchero y sin cabrearse,
le dijo al gavilán: "Puede rajarse;
el hombre no es culpable en estos casos”.

Y al encontrarse solo con la mina,
pidió las zapatillas y ya listo,
le dijo cual si nada hubiera visto:
"Cebame un par de mates, Catalina”. (…)”

Hay por otra parte, elementos muy importantes a tratar en el contenido de la letra en mención: además de la agresión física, es palpable la violencia simbólica, y para esto me pregunto: ¿alguien cree que una mujer es agredida porque el compañero pide que le traiga las zapatillas?, o porque como en esta milonga le dice: “cebame un par de mates, Catalina”. También puedo hablar de otro modo, la mujer está en condición de subordinación.

Leamos el final:

“Y luego, besuqueándole la frente,
con gran tranquilidad, amablemente,
le fajó treinta y cuatro puñaladas.”

Ya enterados del texto, observamos como el amante ofendido no ataca a la mujer infiel inmediatamente, se toma su tiempo, primero le dice al intruso que se vaya de su casa, porque no lo considera culpable, después pide serenamente a Catalina que le traiga las zapatillas y que cebe un par de mates.

Esto me lleva a un cuestionamiento: ¿Para qué un par de mates?, si en la cultura rioplatense la pareja cuando está junta comparte un solo mate. Es seguro además que el agua para cebarlo debería de estar caliente, lo cual la ocuparía otro rato. El texto es muy claro, el ofendido quiere ganar tiempo y hacer creer a la mujer que no ha pasado nada, diciéndole palabras vanas y pidiendo la bebida que nos ha sugerido la reflexión y la calma- “se saboreaba un mate largo como el viento”- (2). Luego en un gesto que es símbolo de ternura, un beso en la frente, es el pequeño escenario para darle 34 puñaladas.

En los Mundial de Tango, la pareja de Cynthia y Florencia se ha presentado exponiendo su danza como un desafío al machismo de las letras de tango. Su actuar es polémico.

Concluimos que la mujer es castigada cuando el hombre se ha cerciorado de que está en condiciones de indefensión, por lo tanto, queda en entredicho la decisión de esperar a matarla cuando ya no está el sujeto con quien se sintió traicionado, de inmediato lo indulta, es seguro que la escena hubiera sido otra, si el “gavilán” se hubiera quedado.

Así pues, una gran parte de las letras del tango han dado cuenta de la condición de la mujer, víctima de maltrato físico, del abuso psicológico y de toda esa subyugación casi invisible que está en lo cotidiano. Ha soportado ese viento de superioridad del hombre y momentos en los que sólo se han tenido mujeres invisibles.

Por otra parte, es pertinente pedir cuentas y enfrentar la condición machista del tango. Las mujeres han tenido una débil representatividad, han figurado en este género como compañeras de baile cuando se conformó en pareja mixta, y se han invitado al cine. El canto y su poética, les han dado más prestancia.

Son bienvenidas entonces las preguntas: ¿En qué ha cambiado su participación como ejecutante en las orquestas y en la dirección orquestal? ¿En manos de quién ha estado el relato?, ¿Cómo se ha perfilado el estatus de la mujer en el tango -antes y ahora- con respecto al hombre? Y por último, ¿Ha existido una verdadera interacción entre pares?

Lo invitamos a leer: Tangos en la ruta de la seda

Todo esto ha suscitado estudios en los que se empezó a construir una historia de las mujeres a partir de la evolución del tango, brotada en el fulgor del silencio y de las penumbras de quienes habitaron y pudieron habitar este escenario, que se llama tango.

De la galardonada Martina Íñiguez, poeta lunfarda, leamos el tango:

ATÁJATE

“Che, fulano!
que buscás medio perdido
saber dónde estás parado.
Que de pronto
te bancás la contingencia
de los tiempos que han cambiado.
Hoy las minas ya no agachan
la sabiola(3) ante el gavión(4)
y son ellas las que tumban
a su amor sobre el colchón(…)”

Letra: Iván Díez. Música: Edmundo Rivero

  1. Pedro Nadie. Piero
  2. Sabiola: cabeza.
  3. Gavión: amante.

 

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