Carta abierta al maestro, es un inmenso testimonio de amor y vida que da cuenta de la relación amorosa y fructífera (por espacio de 60 años), de doña Lucila González y el maestro Luis Eduardo Chaves Becerra
“¡Gracias! A la poetisa, maestra, escritora y periodista Mara Agudelo por su respetuosa y paciente insistencia para que estos relatos y, también, reflexiones muy íntimas saliera a la luz pública”.
Estas son las palabras con las cuáles, en los prolegómenos del libro Carta abierta al maestro, su autora, la maestra del idioma, doña Lucila González de Chaves, agradece a la poetisa Mara Agudelo, sus esfuerzos e insistencia para que el libro se publicara, a más del sentido prólogo que antecede a las citadas palabras. Sin duda alguna, muy buen entendimiento le asistía a nuestra Mara Agudelo, para gestionar la publicación del libro, por la sencilla razón de que Carta abierta al maestro, es un inmenso testimonio de amor y vida que da cuenta de la relación amorosa y fructífera (por espacio de 60 años), de doña Lucila González y el maestro Luis Eduardo Chaves Becerra. Con la anuencia de Bernardo Arias Trujillo, el famoso novelista caldense, autor del Diccionario de emociones, digamos que el libro, de 85 bien logradas páginas, y publicado en abril de 2017 (Todográficas, Medellín), es un verdadero diccionario de emociones, donde Lucila, estudiante; Lucila, novia; doña Lucila, esposa; doña Lucila, madre; doña Lucila, maestra; consigna, día a día, en una amorosa cronología, la vida plena de sensaciones, amigos, música y letras, que vivió con el maestro Chaves. Sirva, la lectura del libro, para saber un poco del maestro Chaves, porque (con todo el respeto por nuestra Maestra del idioma, conocemos sus logros y nos maravillamos de su hoja de vida), es claro que pocos saben que el maestro nació en 1913, en Bogotá, y falleció en Medellín, en 2011. De su larga vida matrimonial, nacieron Luis Marcelo, Carlos Eduardo, Ana Cecilia y Juan David. Sus estudios primarios y secundarios, transcurrieron en Bogotá. Su título profesional, es de Concertista en Canto, de la Universidad Nacional de Colombia, con especializaciones en: Canto y Dirección de Coros, seis años en la Universidad de México; Participación en la Ópera de México, como tenor lírico. Especialización en el “Método Orff” en la Universidad de Salzburgo, Austria. Dirección de orquesta y ópera en la Universidad de Viena, Austria. Cursos intensivos de ópera en Alemania e Italia. Especialización en el “Método Kodaly”, en el Instituto Soltan Kodaly, Hungría. Música sacra, Dirección de Coros y Polifonía en Santiago de Compostela, España. Conciertos en Colombia y en el exterior: en las ciudades de Bogotá, Cali, Barranquilla y Medellín. (Fueron sus pianistas acompañantes: Hilde Adler, Gustavo Lalinde, Harold Martina, Pietro Mascheroni, Jaime Santamaría, Aída Fernández, Gilberto Gamboa, Oriol Rangel, Ricardo Velásquez, Manuel J. Bernal). Conciertos y representación de óperas en la ciudad de México (1945- 1951). Un concierto en la Sala Cultural de El Vaticano, Italia, en 1964. Un concierto en la Embajada colombiana en Roma, Italia, en 1964. Dos conciertos en Alemania y Austria, en 1965. En Medellín (Teatro Ópera, calle Maracaibo), en el Tricentenario del nacimiento de San Juan Bautista de la Salle, en el concierto de homenaje que organizó, fue solista de una de las obras presentadas: La Cantata Nº 78 de J. S. Bach. En 1956 se presentó como solista cantante en el Teatro Colón de Bogotá. Interpretó cuatro lieders de Beethoven y obras de Haendel, Mozart, A. Thomas, Bizet, Wagner y Frank. Dio conciertos en salas y teatros de Medellín, como: Bolívar, Ópera, Lido, Junín, Sala Beethoven de Bellas Artes, Biblioteca Pública Piloto, especialmente el día de su inauguración en la bella casona de la Playa, a pocos pasos de Bellas Artes.
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Dice, en páginas finales, esta Carta abierta al Maestro: Miércoles, 16 de marzo: “…Tuve el valor de hablarte al oído de nuestras cosas, de nuestros sesenta años de matrimonio, de alentarte a emprender el camino de la paz y de la luz, a estar tranquilo. Quizás me escuchaste…es que no respondes ya a ningún llamado ni a ningún estímulo; sólo veo tu lucha por respirar. ¡Nos hemos despedido! ¡Me voy con un infinito dolor y sin poder contener las lágrimas!”
Miércoles, 16 de marzo de 2011: “¡Mi maestro! A las nueve y media de la noche te has ido para siempre. Ya estabas listo y el Gran Maestro te tendió los brazos y te dijo ¡VEN!”
Guardaremos en el corazón, mi querida doña Lucila, esta Carta, que ya se me antoja como paradigma de joya entrañable de la literatura, en la ya longa historia literaria de las más famosas cartas de amor.