Camino centenario del natalicio de Rodrigo Arenas Betancur

Autor: Giselle Tatiana Rojas Pérez
26 abril de 2019 - 12:16 PM

Con una exposición didáctica inició la conmemoración del centenario del natalicio de Rodrigo Arenas Betancur (1919-2019). Se trata de un resumen de la obra del maestro de la escultórica antioqueña que exalta sus creaciones monumentales.

Medellín

En el cuarto piso, en plena plazoleta de comidas del Centro Comercial Aventura (al frente de Ruta N, diagonal a la UdeA), está ubicada la exposición didáctica sobre la obra monumental del maestro Rodrigo Arenas Betancur, la cual incluye también cinco esculturas originales. 

La muestra comprende las imágenes de algunas de las obras monumentales del maestro nacido en Fredonia, Antioquia, una exposición con la que se inició la conmemoración del centenario del natalicio del artista del Uvital (1919-2019). 

Arenas Betancour: Monumental e inmortal exhibe a Prometeo, 1951; Cuauhtémoc, 1953, o a Benito Juárez, 1972, los anteriores, todos monumentos instalados en México, ubicados en la Universidad Autónoma, el Edificio de Obra Pública de la capital manita y en Axotla, respectivamente; país donde contó el artista plástico y gestor cultural Aníbal Vallejo, que Arenas Betancur fue ayudante de Rómulo Rozo, y al igual que el autor de Bachué, diosa generatriz de los chibchas, una talla en granito de 1925, el maestro local cultivó allí gran parte de su escultórica. 

Sin embargo, vale destacar que en tierras manitas el maestro, gracias a su vocación de aprendiz, se convirtió en uno de los más reconocidos escultores latinoamericanos, ya que fue allí donde desarrolló una nueva idea del monumento, la de la historia latinoamericana con elementos fruto de la tierra. Ese se constituyó en un desarrollo monumental de su escultura pública.

Rodrigo Arenas Betancour

Rodrigo Arenas Betancur nació en el área rural del municipio de Fredonia, en el año 1919. 

 

Igualmente, se podrán apreciar algunas de sus obras instaladas en Colombia, como Lanceros de Rondón, Paipa, Boyacá, 1970; La Gaitana, ribera del río Magdalena a la altura de Neiva, 1974; El esfuerzo, Plaza de Bolívar de Armenia, 1978; Bolívar Cóndor, Plaza de Bolívar, Bogotá, 1993; Cristo de la liberación Latinoamericana, Catedral de Barranquilla, 1985, y Los fundadores, Avenida Circunvalar, Pereira, 1969.

De las obras que yacen en los municipios antioqueños del maestro se seleccionaron a Barba Jacob, Parque Central de Santa Rosa de Osos, 1983, y General José María Córdova, Plaza Principal de Rionegro, 1964. 

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No obstante, de las cientos de esculturas de Arenas Betancur que están regadas por toda la ciudad de Medellín, se incluyeron en la muestra el Monumento a la raza, Centro Administrativo La Alpujarra, 1987; La vida, Edificio Suramericana de Seguros, 1974, y La medicina y la Salud, plazoleta de la Clínica Las Américas, 1994.

Para el artista plástico Miguel Ángel Betancur Tamayo, hijo del también escultor José Horacio Betancur Betancur, hay en la exposición didáctica más que un resumen, el compendió total de lo que significa su obra para la escultórica antioqueña.

Y es que el artista con la mayor cantidad de obras monumentales en la ciudad de La eterna primavera vivió todas las etapas de un artista consagrado, “fue también dibujante, su esposa conserva valiosos bocetos; pintor, Jorge Vélez Correa (quien fuera su aprendiz) puede dar cuenta de ello; escritor, es ameno leer los libros que publicó y de las habilidades como escultor las justificaciones saltan a simple vista”, continuó el artista.

También, esta exposición didáctica incluye dos bustos del maestro elaborados por Jorge Vélez Correa.

Arenas Betancour, Monumental e inmortal

 

Estilo propio que traspasó las fronteras

La escultórica de Arenas Betancur se caracteriza por “representar personajes y episodios que reflejan la historia del pueblo, sus luchas, hazañas y el sentir americano; y simboliza el renacimiento en el arte monumental en Colombia, una práctica tradicionalmente destinada a conmemorar y solemnizar la memoria de grandes personajes políticos”, según se consignó en el acta curatorial de la muestra.

Se cuenta en el contexto del arte colombiano, que el maestro Rodrigo encontróen Medellín el campo propicio para desarrollar su propio estilo, el cual vivió como una búsqueda constante de nuevos caminos para la escultura colombiana.

En efecto, “el maestro sobresalió con estilo propio traspasando las fronteras nacionales. Fue esa una lucha personal, se dio a la tarea de inundar antes de esculturas su patria, para así dejar luego todo el esplendor de su obra en tierras mexicanas”, narró a EL MUNDO la viuda del artista, María Elena Quintero.

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También, en su escultura son evidentes los nexos que vivió en Medellín con Pedro Nel Gómez, con quien quedó pendiente una fuente monumental en la que estaban trabajando al momento de la partida de este mundo del escultor y muralista, es más, se sabe que tendría por nombre Las Américas unidas.

Como lo confesó en su texto autobiográfico Crónicas de la errancia, del amor y de la muerte (1975), su obra da cuenta del profundo amor a su origen, su raza y su patria. “El milagro de contemplar la naturaleza era un inmenso consuelo, una compensación enorme. En esta frase tan sencilla de mi madre siento ahora que está contenida toda mi voluntad sicológica y todo mi mundo interior al crear”.

 

Hechos de la celebración centenaria

La exposición Arenas Betancur: Monumental e inmortal es sólo el comienzo de las actividades conmemorativas a los cien años de nacimiento del maestro. Pero, la fecha exacta de la celebración será el 23 de octubre de este 2019. Mientras que, este 14 de mayo se cumplirán 24 años de la muerte del artista, en una clínica de Medellín.

Hace dos años, el gobernador de Antioquia, Luis Pérez Gutiérrez, prometió que para esta fecha estaría listo el Museo Arenas Betancur, en el cual se exhibirían obras que yacen en la casa-taller del artista, en la cual, contó María Elena Quintero, todavía hay manuscritos, bosquejos de proyectos escultóricos sin terminar, piezas de Los amantes (la última serie que hizo), algunas obras que esculpió tras su secuestro, en 1987; maquetas en yeso y unos 200 dibujos, entre otros trabajos que están en moldes.

Por el contrario, Quintero, su tercera y última esposa, afirmó que en la Gobernación le han dicho “que no hay plata”, si bien, ya inició en esa casa-taller el proceso de conservación de las piezas antes mencionadas.

Además, entre las otras actividades conmemorativas, se destaca el periplo itinerante de Arenas Betancur: Monumental e inmortal, la cual recorrerá otros centros comerciales y algunos colegios de la ciudad y del departamento, incluidas, especialmente, las I. E. que llevan por nombre el del maestro.

Asimismo, se presentó un proyecto para sacar un libro que contenga lo más representativo de su vida y obra, que está en manos del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia.

 



Autodefinición del estilo

Monumento a la raza

En la foto (Izq. a Der.), la directora del centro comercial Aventura y la viuda del maestro, María Elena Quintero. 

“Los días de la infancia y de la juventud, allá en mi pueblo, Fredonia, remota y vegetal, descubrí, viví y padecí la extraña relación que hay entre el hombre y la imagen: entre el hombre y la imagen religiosa en el templo, entre el hombre y la imagen cívica en la plaza, entre el hombre y la imagen de los retablos en la vida familiar. Nuestra vida está poblada y embrujada por imágenes que están en el corazón, que inquietan el espíritu y pugnan por tener su vida autónoma en el espacio y en el tiempo, desligados de nuestra circunstancial existencia. Son imágenes que despiertan el hondo y hórrido misterio de nuestras vidas y son imágenes que nos conectan  también al amor y a la ternura”, dijo el propio Rodrigo Arenas Betancur en uno de los apartados del texto Una propia y definitiva expresión, glosa autobiográfica publicada por la editorial de la UdeA.

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