Todo en la vida desde que nacemos tiene una dualidad a seguir. Dentro de ellas el vestido que día a día nos cubre, es protección y ornato del cuerpo, habla de nuestro trabajo y de nuestra relación social, suele adoptar características especiales que materializan nuestro oficio. En estos días nos visitará un ser humano, una figura en la que todos tenemos los ojos puestos, un hombre que siempre viste de blanco: el papa Francisco.
La tendencia de las religiones en el camino de la suntuosidad se manifestaba igual en la construcción de sus templos, encerrando un concepto de lo sagrado. Los mismos libros del Antiguo y Nuevo Testamento hacen consideraciones simbólicas y teológicas acerca del vestido especial para las funciones litúrgicas. Pero la liturgia cristiana se dio a la tendencia del orden, la dignidad y la sencillez conjugados en una noble belleza.
Desde los primeros tiempos cristianos se daban las indicaciones precisas tanto en el vestido de los ministros como las instrucciones respecto al porte y al comportamiento exterior en los actos litúrgicos. Ejemplo de ello, Cristo mismo hizo preparar esmeradamente lo necesario para la última cena. Prescripciones acerca del lugar, el puesto que deben ocupar tanto ministros como fieles, con la vestidura especial que mostraba una independencia y distinción de la Ley Nueva. De aquí viene el velo en las mujeres y la cabeza descubierta de los hombres. Una forma necesaria de manifestar con lo material la actitud espiritual interna hacia Dios.
De las exigencias por las características del cristianismo surgen las vestiduras litúrgicas u ornamentos sagrados.
Vestiduras que van con la evolución histórica de todos los hechos que ha tenido el cristianismo. En el siglo IX ya hay testimonios de la diferenciación de las vestiduras según las distintas órdenes sagradas tal como se conocen hoy.
Es en el siglo XIII se establecen definitivamente los colores litúrgicos. En la época del renacimiento y en la época barroca influyen la decoración, el valor y la selección de las telas y los adornos.
En la Edad Media cuando se cultivó y desarrollo la literatura, se atribuía a las vestimentas litúrgicas varios simbolismos muy enfocados en las virtudes que el sacerdote debía tener. Pero el simbolismo de cada vestidura va expresado en las oraciones con las que se bendice y en las oraciones que dice el ministro al revestirse de ellas.
Las vestiduras de Francisco en Colombia
Como la tendencia litúrgica lo ha ordenado en su sencillez y dignidad y el papa es una persona sencilla que no se ha inventado nada y no ha cambiado nada, los ornamentos litúrgicos que usará son los precisos por la Iglesia en actos ordinarios, como el verlo a su llegada con la sotana blanca de los 33 botones y con sus zapatos que por motivos de ortopedia siempre usa en su color negro.
Los anteriores papas los usaron rojos como tradición antigua que simbolizaba la sangre de Cristo y de los mártires. Y según el gusto, uno de los recientes papas los uso rojos de la finísima marca Prada, que son muy costosos.
En los actos solemnes en Colombia veremos al papa Francisco con la Mitra, el Palio, la Casulla, el Alba, el Báculo y su anillo de pescador, que por cierto es sencillo y él lo ha querido en elemental plata, nada de piedras ni de oro ostentoso.
Artesanos de nuestro país fueron convocados por el Comité Ejecutivo de la Visita Apostólica del Papa Francisco y en piezas importantes como la Mitra, estarán presentes bordados, manualidades de nuestras etnias y trabajos artesanales como los tres Báculos elaborados en madera de café.
En el municipio de Cartago, Valle, famoso por los bordados, se trabajó en las Casullas, una representando a la fauna, otra con la imagen de la Virgen de Chiquinquirá y otra con la imagen de la Virgen del Carmen. En Bogotá, en el taller de las Hijas e la Iglesia, se trabajó en otras piezas que usarán el papa y los obispos. En los Llanos y en La Guajira también se están haciendo trabajos artesanales con inmenso cariño. El papa, por ejemplo, en la Misa que celebró en Lampedusa (el 11 de enero de 2015) usó un Báculo que le hicieron los pescadores, muy sencillo. En la Misa del Domingo de Ramos pasado utilizó un Báculo con madera de olivo. Él utiliza lo que le dispone el maestro de ceremonia. Él escoge lo más simple, sin distractores.
El papa maneja las cosas con mucha discreción, tiene la costumbre de llevar siempre un maletincito en el que guarda el rosario, un viacrucis que le gusta reflexionar, el libro de La liturgia de las horas, documentos que quiere pulir y además… una maquinita de afeitar. Este es su equipaje. El nunca ha dejado de ser argentino y para sus comidas prefiere un vino de su tierra pero recibe lo que se le ofrece en cada lugar. En Bogotá nos han indicado que le van a ofrecer ajiaco. Sus cenas son sencillas, todos sus desayunos y cenas en la Nunciatura que serán en Bogotá, quiere que todo sea personal con sus inmediatos colaboradores, sin discursos y sin protocolos.
Preguntamos qué hará el papa con estos regalos. La respuesta es que muchas veces los deja como recuerdo, no se los lleva, los deja de recuerdo a las ciudades donde va. Y se ponen en un lugar visible para verlos, por ejemplo la Casulla de Pablo VI está en la Catedral Metropolitana, la Casulla de Juan Pablo II quedó en el Seminario. Son elementos que se conservan con respeto. Muchos regalos que le dan se conservan en el Vaticano, pero simplemente tienen un destino para el bien de la gente. En alguna ocasión le regalaron una motocicleta Harley Davison y lógico que él la dio para una rifa para una obra de beneficencia.
El no ha pedido nada en especial para su habitación, simplemente privacidad y al menos que este cerca una capilla.