La esencia de lo místico prefiero pensarla de una manera más amplia en relación con la etimología de la religión como movimiento de religación, de reunión de lo que se está escindido o separado.
Antropólogos e historiadores de las creencias religiosas coinciden en indicar que la búsqueda humana de significado para la vida ha dado lugar a múltiples experiencias, diversas maneras de encontrarse con lo divino. La esencia de lo místico como encuentro del alma con la divinidad quedará con ese sentido como acontecimiento universal expresado de múltiples maneras y una de ellas es la idea de Novalis sobre la poesía como la religión natural del ser humano.
La esencia de lo místico prefiero pensarla de una manera más amplia en relación con la etimología de la religión como movimiento de religación, de reunión de lo que se está escindido o separado. Impulso místico y religioso tienen esa misma funcionalidad desde el punto de vista de la naturaleza humana y son entonces místicos los gestos de reverencia al sol que el niño salvaje de Aveyron realizaba estando bajo el ojo de Itard y es también místico el impulso de Santa Teresa que la lleva a poetizar: “Muero porque no muero”. Ese afán por recuperar lo perdido y superar la separación que tenemos frente a la naturaleza, la vida o nuestro más poderoso interior, es místico. La búsqueda del ser, la dedicación de toda una vida a buscar la realización de la idea de justicia o de libertad, el esfuerzo por lograr una expresión cabal y completa de sí mismo y la consagración a labores que le asignan sentido total o parcial a la existencia o sus trozos son formas de entrar en lo místico. La permanencia en un punto de vista inamovible, el no ceder en valoraciones o ideales, el tomar mi propio proyecto vital, mi yo, mi conciencia, como único árbitro son resultados de un impulso místico que está vinculado a nuestra estructura psíquica.
La dipsomanía y la narcomanía, y puede que la ludopatía o ludo manía y otras manías, tienen su raíz en una suerte de experiencia religiosa trastornada, desorientada, accidentada, auto destructiva y truculenta. Hay que separar lo místico de la estructura organizada inherente a las religiones de la tierra. Las religiones monoteístas en particular se convirtieron en mecanismos descomunales de poder y destrucción masiva que, además, con su distribución igualitaria de la culpa, se volvieron desproporcionadas maquinarias de generación de ansiedad cultural y depresión social y personal. Por otro lado, el ser humano concreto ha necesitado siempre un sentido y un significado para su vida que esté marcado por unas experiencias al mismo tiempo sensoriales y cognitivas fuertes, profundas y satisfactorias para sus sentidos y su inteligencia.
Si las religiones y los cultos religiosos de los últimos siglos no ofrecen sino de manera parcial y deficiente al ser humano eso, una necesaria y justa experiencia religiosa, él ha encontrado en el licor, los narcóticos, el trabajo obseso, la riqueza por sí misma, los dogmas o el juego, y hasta el consumo desproporcionado de alimentos y bienes de consumo, un distractor y un elemento proporcionador de sentido y significado. El ser humano debe preocuparse por alimentar y entender su naturaleza religante, ya sea siguiendo un culto, una religión “saludables”, o debe encontrar en el trabajo y el servicio su sentido y significado para la vida, de lo contrario se vuelve pasto tierno para las manías que menciono, pero principalmente para el alcohol que es una engañosa y destructiva manera de alimentar cuerpo y mente.