Bolivia, de pequeñas ambiciones a grandes males

Autor: Umberto Mazzei
23 noviembre de 2019 - 12:02 AM

¿Cómo es posible que Evo haya permitido que el prometedor rumbo que había tomado Bolivia se entorpezca por la debilidad humana de seguir en el poder, contrariando así la opinión expresada por la mayoría de bolivianos en el referéndum?

España

La Historia está llena de ejemplos de pequeñas ambiciones y, a veces, frívola vanidad que causan grandes desastres. Un caso clásico similar es el descrito por Guy Breton en sus Historias de Amor de la Historia de Francia. La rival de Francia en Europa siempre había sido Austria y Prusia su aliada tradicional. Cuenta Breton que la marquesa de Pompadour, célebre favorita de Luis XV de Francia, se enteró de que Federico II, Rey de Prusia, había apodado Pompadour a una perra poodle que le habían regalado. El berrinche de la favorita de Luis XV fue tal, que ordenó al Duque de Choiseuil, Ministro de Relaciones Exteriores de Francia, de pactar con el Canciller Kaunitz de Austria un tratado de alianza contra Prusia. Esa fue la causa de la Guerra de los Siete Años (1756-1763). En esa guerra, primera guerra global, Francia perdió primero la Acadia en América del Norte, cuya población francesa sufrió un caso de limpieza étnica por parte de la democrática y moralísima Gran Bretaña y luego todo el Canadá, su colonia más extensa y de mayor población francesa. Allí, en la fortaleza que los ingleses construyeron a orillas del río San Lorenzo, los cañones no apuntaban al río, sino que a la ciudad francesa de Quebec. Tanto sufrimiento, y una de las más humillantes derrotas de Francia, causado por el apodo de una perra y la soberbia de una favorita.

Este repaso de aquel hecho histórico tiene relación con lo sucedido en Bolivia con la renuncia de Evo. Cuando vivía en Ginebra, fui testigo indirecto de algunos hechos que, atando cabos, me permiten elaborar una narrativa teórica personal de los hechos que llevaron a Evo a cometer el error de ser candidato presidencial, a pesar de haber perdido un plebiscito que le negó tal posibilidad y que para colmo él mismo convocó.

En Ginebra, en mi época de asesor de ONG y países en desarrollo sobre las negociaciones en organismos multilaterales, conocí a una colega boliviana, muy brillante y competente y una impecable políglota, Angélica Navarro. En 2006 fue nombrada por Evo Morales embajadora de Bolivia ante los organismos multilaterales en Ginebra. Un nombramiento muy acertado. Como éramos amigos, seguimos colaborando y así entré en contacto con algunos miembros distinguidos de la comunidad boliviana establecida en Ginebra. Entonces apareció por Ginebra un magistrado boliviano de nombre Ruby Flores, quien salió a cenar con un abogado venezolano, viejo amigo mío, que conocía mi amistad con los miembros de la Misión de Bolivia en Ginebra. Más tarde mi amigo me contó que Flores estaba encantado con Ginebra y que le había confiado que pensaba regresar a Ginebra como Embajador.

Supe después que Ruby Flores fue el magistrado que había sostenido que el referéndum que le negó otra candidatura de Evo no era vinculante y que la Corte Constitucional era la autoridad competente para anular el resultado del referéndum. Es decir, Flores interpretó que la Corte podía autorizar una nueva candidatura presidencial de Evo en 2019. También pude saber que poco después Flores andaba moviendo papeles en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia, con el modesto rango de ministro consejero, para simular una experiencia diplomática previa, mientras esperaba su nombramiento como embajador de Bolivia en Ginebra. Este súbito travestimiento de un alto magistrado en improvisado diplomático está sospechosamente cerca de la decisión de la Corte Constitucional de anular el resultado del plebiscito, cuyo resultado fue contrario a una nueva reelección de Evo.

Esto es indicio de que la aspiración de Flores a ser embajador de Bolivia en Ginebra es anterior a la decisión de la Corte, de modo que más parece que fue Flores quien chantajeó a Evo, y no que Evo quién sobornó a Flores con un puesto diplomático. En Hispanoamérica, la diplomacia es vista como sinecuras turísticas. Estoy seguro que el flamante embajador Flores habrá ya descubierto que Ginebra, sede de 18 organismos internacionales, los embajadores conspiran e intrigan continuamente para favorecer a los intereses propios de los países que representan. Es un lugar de arduo y permanente trabajo, para quienes se dedican sinceramente a defender los intereses de su país.

Toda esta intriga cortesana, sucede en un momento crucial para el próximo rol protagónico de Bolivia en la economía internacional: el litio. El mundo entero está sustituyendo los pesados y contaminantes motores de explosión por motores eléctricos. Todo artefacto eléctrico autónomo requerirá baterías y toda batería recargable utiliza litio. Por ello, el litio no es un recurso natural no renovable como cualquier otro, es estratégico, como los hidrocarburos, el uranio o las fuentes de proteína para la alimentación humana y animal, las carnes y la soja. Curiosamente, Bolivia cuenta con estos tres recursos naturales: litio, hidrocarburos y proteínas. Como Bolivia tiene escondido bajo un desierto uno de los mayores yacimientos de litio, era de esperar que los habituales delincuentes de la política internacional tuvieran especial interés en substituir a Evo por un títere.

Lea también: La explicación económica de la revuelta en Chile

Evo ejerció el mejor gobierno de la historia boliviana. Durante su largo gobierno, el PIB de Bolivia subió hasta un 5% anual, el mayor crecimiento de Latinoamérica y mucho más alto que el de la mayoría de los países desarrollados. Con una bajísima inflación y desempleo. Lo más importante es que ese crecimiento de la riqueza nacional fue distribuido en forma inclusiva a toda la sociedad boliviana en empleo, salarios y servicios públicos, sin distinción de etnia o clase social. Evo saldó así una deuda interna que llevaba una mora de cinco siglos. Como dijera el General Perón mejor que decir, es hacer; mejor que prometer, es realizar.

Por ello es particularmente lamentable que un hombre tan inteligente como Evo, abriese un flanco por donde pudieran atacarlo los especialistas en revoluciones de color, que suelen movilizar a sus expertos agitadores y provocadores, que sus patrones despliegan justamente durante las coyunturas electorales.

¿Cómo es posible que Evo haya permitido que el prometedor rumbo que había tomado Bolivia se entorpezca por la debilidad humana de seguir en el poder, contrariando así la opinión expresada por la mayoría de bolivianos en el referéndum?

Lo que ocurrió en Bolivia fue un golpe de Estado, porque no tiene otro calificativo la “sugerencia” de un general boliviano a Evo de que renuncie inmediatamente. Durante este golpe, así como sobre su desarrollo posterior, hubo algo similar a un toque de queda en materia de noticias. Los medios de prensa sólo informaron que Evo había renunciado y que Lopez Obrador le había enviado un avión para sacarlo de Bolivia, para evitar que lo asesinen. ¿O acaso era para evitar que Evo pusiese orden? Lo que se sabe es que con Evo en México, el poder lo ejerce una presidenta autoproclamada, Jasmine Añez, que se apresuró a reconocer a su colega Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela. También en forma inmediata, revocó la cooperación con Bolivia de una empresa alemana para la explotación y desarrollo productivo del litio. Para sostener su cuestionado proceder por el pueblo boliviano, exoneró de responsabilidades jurídicas al ejército boliviano para reprimir con extrema violencia a los manifestantes que en Cochabamba piden el regreso de Evo. Como dijo Jesús a los apóstoles: ¡Por sus obras los reconoceréis!

Por ello, no sorprende el apoyo del presidente Trump al golpe contra Evo. Hay que reconocerle que sus funcionarios hicieron un atento seguimiento de la acumulación de errores institucionales de Evo y, en el momento oportuno, lo expulsaron. EEUU no tiene ningún interés en que el nuevo paradigma energético del litio se desarrolle, porque le restará importancia a los hidrocarburos como recurso estratégico. Tampoco sorprende el reconocimiento de Rusia al gobierno golpista de Añez, por la dependencia de Rusia de la exportación de sus hidrocarburos.

Lo que sí es sorprendente es el silencio de muchos gobiernos de Europa y el de Canadá en su omisión de una condena clara y sin peros del golpe de estado que sufrió Evo, que es un golpe de estado contra el litio. Europa es la principal perjudicada por este golpe, porque le dificulta su proyecto de energía descarbonizadas (sin emisiones de CO2). Si bien este proyecto se lo califica de ambiental, en realidad esta política es para liberarse de la dependencia política de los proveedores de energía con carbón, es decir, principalmente EEUU y Rusia.

Más en general, la falta de condena internacional unánime del golpe en Bolivia, agravada por los festejos en Washington y notables silencios en América Latina, excepto algunas pocas excepciones, como México y el presidente recientemente electo de Argentina, Alberto Fernández (no así el todavía Presidente Macri), es una habilitación para que los militares bolivianos den otros golpes de Estado. Merece recordarse el golpe en Bolivia hace exactamente 40 años (17/11/1979) que no terminó con un militar en su gobierno, por haber intercedido la democrática figura de Lidia Guelier, quien como compromiso, fue electa por el Congreso. Gran diferencia con la actual Añez, sólo elegida por matones dirigidos desde Washington.

Un golpe llama al siguiente: en julio de 1980, con el apoyo externo de la entonces dictatura argentina del General Videla y de los narcos, Lidia Gueiler fue derrocada por el general García Meza. Así terminó el breve gobierno de la 2° mujer del mundo occidental en ser presidente. Este ya no fue un golpe de palacio, fue muy cruento: siguiendo el ejemplo de las dictaduras de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, el General García Meza desató una represión sin precedentes con gravísimas violaciones de derechos humanos. De todas las vicisitudes de la historia boliviana, éste fue el peor momento. La gravedad de las violaciones de derechos humanos fue tal, que en 1982 no hubo más remedio que permitir el regreso de la democracia en Bolivia.

Europa se ha equivocado. Las desprolijidades institucionales de Evo no justifican un golpe militar. Sería como decir que por las desprolijidades institucionales de un Berlusconi, se justifica su derrocamiento por el ejército italiano. A Europa, la taciturna, habría que preguntarle si acaso con su gravísima omisión, no se está haciendo cargo de las consecuencias del golpe contra Evo, además de las actuales, las futuras: habilitación de nuevos golpes militares en Bolivia y en otros países latinoamericanos, con la tragedia asociadas de una repetición de violaciones de derechos humanos.

Otra consecuencia es el despliegue en Bolivia de otro recurso natural que no debe habilitarse: la transformación de las hojas de coca en cocaína. Ocurre que la debilidad institucional de la “presidente” Añez llama a la ayuda de los carteles de narcos. Ya ocurrió hace 40 años con el General García Meza. La represión de Añez a los agricultores cocacoleros, que producen sólo para el consumo ancestral de la hoja de coca, pero sin producir cocaína, es arrojarlos a las manos de los terribles narcocarteles. Ninguna agencia europea de lucha contra los estupefacientes ilícitos ha dicho una palabra.

Las declaraciones inoportunas o equivocadas son peligrosas, pero los silencios pueden ser igualmente graves. Recordemos el caso del Príncipe Guillermo de Oranje de la Holanda protestante (1544-1584), que sabiendo que en Francia se organizaría la masacre de protestantes en la noche de San Bartolomé en 1572, nada alertó antes, ni protestó después. Pasó a la historia como Guillermo el Taciturno.

 

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