Carlos Fernando Galán es una persona que cuenta con la fuerza de las ideas y los principios.
Después de meses de preparación y expectativa, el pasado martes 23 de abril mi hermano Carlos Fernando Galán anunció su candidatura a la Alcaldía de Bogotá. Se hizo hasta ahora porque idealmente esperábamos que hubiese sido, desde un principio, por el partido Nuevo Liberalismo –cuyo proceso se encuentra en el Consejo de Estado-, pero como el calendario electoral avanza y el tiempo no da espera, se hará por recolección de firmas, con el nombre Bogotá para la gente, contando con el apoyo de un comité promotor conformado por Beatriz Góngora de García, Olga Marina Ramírez y Andrea Moncayo, de quienes haré a continuación una breve reseña.
Beatriz Góngora de García, una galanista de corazón, quien era la coordinadora del comité de voluntarios y mujeres del Nuevo Liberalismo. Sintió un “salpicón de sentimientos”, como me lo hizo saber, por estar en la tarima junto a mi hermano. Beatriz nos ha visto crecer.
Olga Marina Ramírez, era la esposa de Santiago Cuervo –el escolta que asesinaron protegiendo con su cuerpo a mi padre-, ha sido una persona fundamental para nuestra familia. Con ella hemos compartido el dolor que se siente por haber perdido un ser amado debido a la violencia.
Y finalmente, Andrea Moncayo, una joven que viene acompañado a Carlos Fernando desde hace varios años en su carrera política, testigo de su compromiso, rectitud, ideas y coherencia.
Durante estos años he visto cómo mi hermano se ha preparado, ha estudiado y conoce la ciudad. Sin duda es el alcalde que Bogotá necesita y quiere. Lo anterior se refleja en su historia política; desde su periodo de concejal, hasta el año pasado como senador de la República, denunciando graves casos de corrupción –el carrusel de la contratación y el "volteo" de tierras en la sabana de Bogotá- y promoviendo temas trascendentales para la ciudad, como su organización territorial.
Carlos Fernando Galán es una persona que cuenta con la fuerza de las ideas y los principios. No tiene la necesidad de insultar a los demás ni de difamarlos o gritarles "corruptos" para ganar votos, es una persona que como gobernante sabrá unir y no segregar, ni dividir. Con el paso de los años y la experiencia acumulada en cargos ejecutivos y legislativos, mi hermano ha aprendido el valor de la humildad, de ser consciente de que no se las sabe todas. Como alcalde, con su capacidad de convocatoria, es quién puede reunir el mejor equipo de gobierno, representando a todas las fuerzas políticas de la ciudad, pero sobre todo a la gente y respetando con plenas garantías a la oposición. Es por eso por lo que tomó la decisión de construir su programa de gobierno escuchando a los ciudadanos; no lo hace por populismo o hipocresía, lo hace porque sabe que la única manera de que Bogotá cambie y supere sus problemáticas más apremiantes es con el concurso de todos sus ciudadanos, desde el más humilde hasta el más poderoso.
Mi hermano es un candidato de centro, que defiende las ideas liberales de justicia social, reconocimiento de derechos, generación de oportunidades y de equidad. Será capaz de superar la polarización entre izquierda y derecha, las peleas politiqueras que han acrecentado la brecha entre la ciudadanía y la política. Hará el metro y protegerá a todos los bogotanos de la criminalidad con una política innovadora sobre narcotráfico y consumo problemático de sustancias. Escribo esta columna porque lo conozco mejor que muchos, porque creo en él y porque se merece ser alcalde, así como Bogotá se merece un gobernante de su talante y de su estirpe.