Lo más importante de su discurso fue el tono conciliador en torno al desarme de los ánimos, buscando la confluencia de todos los matices del país hacia un propósito común el bienestar de Colombia.
El pasado martes siete de agosto se marcó otro hito en la historia presidencial de nuestro país, con la transmisión de mando entre Juan Manuel Santos, mandatario saliente e Iván Duque, el entrante.
Lo blanco de la posesión de Iván Duque Márquez, su discurso que marca una senda de optimismo centrado en temas muy sensibles para el futuro de la nación, como fue el énfasis en la educación desde la primera infancia hasta la superior, con un toque humanista, qué desde hace mucho tiempo desde este espacio había, quién esto escribe, expresado la necesidad de volver a la urbanidad y cívica como constructores de civilidad, pero, también el Primer Mandatario, manifestó su deseo de llegar con la educación con calidad a los más recónditos apartados de nuestra nación, además con la jornada única con dos alimentaciones.
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Por el lado del emprendimiento, desde la campaña hacia la Presidencia, expresó la importancia de darle impulso a los emprendedores para facilitarles la creación de empresas, a su vez con beneficios tributarios para aquellas unidades productivas que generen empleo, todo eso está súper bien, pero le toca hacer una gran reforma para que llegue a los municipios y estos eliminen trámites para los nuevos emprendimientos.
Otro de los aspectos positivos del discurso presidencial fue el tema de la creación del Ministerio del Deporte, Colombia se lo merece, el tener políticas públicas de Estado que realmente incentiven la práctica deportiva, no solo de alto rendimiento sino a todo nivel, aunado a la intención del Dr. Duque Márquez de llevar la cultura también a cada rincón del país. Dos estrategias, que deberán contribuir que nuestros niños y adolescentes no caigan en el flagelo de la drogadicción y el alcoholismo.
Hizo también énfasis en justicia y equidad, para ello, debe fortalecer la capacidad investigadora de la Fiscalía General de la Nación, nombrando más fiscales que ayuden a la descongestión, el país clama por celeridad en los procesos, cuando hay despachos de la Fiscalía con 2000 o más procesos y el titular cuenta con un investigador y a veces compartido, lo que va en sentido contrario del clamor de justicia, sobre todo sí él pretende la cadena perpetua para los abusadores de los infantes. Entre otros aspectos relevantes.
Pero, lo más importante de su discurso fue el tono conciliador en torno al desarme de los ánimos, buscando la confluencia de todos los matices del país hacia un propósito común el bienestar de Colombia, obviamente eso no quiere decir evitar el debate, el cual debe trascender de lo personal al ideológico.
El punto negro lo puso el presidente del Congreso, con un discurso en sentido contrario al del nuevo mandatario, lleno de reclamos y con el espejo retrovisor hacia el gobierno que acaba de finalizar, pareciese que se hubiese aprendido de memoria el memorial de agravios titulado “la herencia que deja Santos”, publicado en los principales diarios del país, tanto de circulación nacional como regional, y pagado por el Centro Democrático.
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Con esa publicación y el discurso se deja un halo en el ambiente nacional de la incapacidad del Centro Democrático de darle vuelta a la página del odio que los carcome por dentro. En relación con esa postura el Primer Mandatario, marcó el primer desmarque del Centro Democrático.
El presidente Iván Duque Márquez conformó un equipo de trabajo ministerial prometedor desde lo técnico, ojalá que la jauría política del Congreso no se convierta en una piedra en el zapato para que el país puede proyectarse como una nación próspera en el segundo centenario de vida republicana.
Muchos éxitos para el nuevo gobernante.