¿Cuándo aprenderemos a vivir “ligeros de equipaje”, ajenos al malsano paganismo y a la sociedad de consumo?
Este principio de año – 2019 - es diferente porque es el sello de lo que durante el 2018 hemos vivido, ¡tantos! tienen hoy arrugados el alma y el corazón por los malos recuerdos y por el incumplimiento de verdaderas promesas de ser mejores.
Hoy, repetimos nuestra historia personal: incansables comentarios acerca del año que termina, porque nos fue pródigo en dones, o también, maldiciones a causa de las penalidades que padecimos.
Muchos creen subsanar sus faltantes con paganas celebraciones y borracheras, desencadenantes de nuevas y múltiples depresiones; con ordinarias y altisonantes fiestas acompañadas de descontrolados abrazos y besos, no siempre sinceros; con algarabías insoportables, inconscientes e irrespetuosas frente a los demás.
Hay quienes celebran de la misma manera sus logros alcanzados. Y, todo esto constituye el umbral que, según ellos, nos permite entrar con felicidad y esperanza en el nuevo año. ¿Cuándo aprenderemos a vivir “ligeros de equipaje”, ajenos al malsano paganismo y a la sociedad de consumo?
¡Señor! Al entregarte el año vivido y el que estamos empezado, Te damos gracias por tu misericordiosa presencia en todos y cado uno de los instantes, unos terriblemente oscuros e insoportables; otros, en los que nos has llenado de vigor interior y físico, de prudencia y perdón, de vida reflexiva y de sabiduría selectiva.
Dios Providente:
¡Da luz a nuestra mente para conocer nuestros aciertos y desaciertos; para hacer en tu nombre y por tu amor, la debida selección de nuestros actos y palabras, y enderezar nuestro camino hacia Ti!
¡Da fuerza a nuestra voluntad para ser firmes en el servicio y en el amor; y para decidirnos, al fin, a la lucha, a la conquista de la verdadera Paz y de la convivencia!
¡Da rectitud a nuestra conciencia para que marchemos con responsabilidad hacia un futuro enriquecedor!
¡Da amor a nuestro corazón, ¡purifícalo y ennoblécelo!, para realizarlo todo, vivirlo todo según tus amorosos designios!
¡Danos fe para fortalecer nuestras metas puestas en Ti, y poder caminar confiadamente por el sendero que nos lleva al bienestar nuestro, de nuestras familias y de la Patria!
¡Da honestidad a nuestra capacidad de análisis de nuestra vida para aceptar cuánto nos hemos equivocado en el diario vivir; queremos cambiar nuestro rumbo equivocado; volver a tus brazos por “otro camino” iluminado y abierto, y poder sentirnos con derecho a tener paz, porque mucho esfuerzo hemos hecho para cumplir tu Mandamiento: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”!
“Y amar es perdonar, aceptar, comprender; ser solidario, compasivo y bueno con quienes necesitan ayuda física y moral. Es cambiar la consciencia de que “atender al enfermo” no equivale a darle la compañía que necesita, ni a sentir ni a entender su soledad y desamparo, ni su necesidad de diálogo….
¡Da vigor a nuestro cuerpo físico para que pueda ser un sano, eficiente y noble vehículo, a veces probado por todos los dolores, pero siempre fuerte, para conducirnos en esta peregrinación hacia Ti!
Unámonos al padre Teilhard de Chardin S.J.
“Señor, […].
Cuando las señales de la edad empiecen a marcar mi cuerpo (y todavía más, cuando afecten mi mente); cuando el mal que me deberá disminuir o llevar, me ataque desde fuera o nazca dentro de mí; cuando llegue el momento doloroso en que yo me dé cuenta del hecho de que estoy enfermo o envejecido; y, sobre todo, en ese último momento cuando yo sienta que estoy perdiendo el control de mí mismo, y que estoy absolutamente pasivo entre las manos de las grandes fuerzas desconocidas que me formaron; en esos momentos negros, oh Dios, concededme que yo pueda entender que sois Vos (contando que mi fe sea bastante fuerte) quien estáis dolorosamente apartando las fibras de mi ser para penetrar hasta la médula de mi substancia y llevarme dentro de Vos.
[…]
Sois la fuerza irresistible y vivificante, oh Señor, y porque vuestra es la energía, porque de nosotros dos Vos sois infinitamente el más fuerte, es a Vos a quien cabe consumirme en la unión que nos soldará uno al otro. Concededme, por tanto, algo más precioso todavía que la gracia que todos los fieles imploran. No basta que yo muera comulgando. Enseñadme a tratar a mi muerte como a un acto de comunión.
[…]
Te confío, Jesús, mis últimos años activos, mi muerte: que no logren debilitar lo que tanto he deseado completar en Ti, Señor”.
(Pierre Teilhard de Chardin - Obra: Himno del Universo)
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(Aclaración a la columna anterior: la palabra correcta es escrache, no, escarche).