Francisco llega a Dacca en la segunda visita a Bangladesh de un pontífice desde la independencia del país en 1971, tras la del papa Juan Pablo II en 1986.
Bangladesh está listo para recibir este jueves al papa Francisco en la primera visita de un pontífice en más de 20 años al país, adonde llega tras pasar por Birmania (Myanmar) en un viaje marcado por la crisis humanitaria de la comunidad musulmana rohinyá.
"Por nuestra parte todo está listo, solo quedan los retoques finales", aseguró este miércoles el padre Kamal Corraya, portavoz de la Conferencia Episcopal de Bangladesh y sacerdote a cargo de la iglesia del Santo Rosario, que visitará el papa el sábado.
Francisco llega a Dacca en la segunda visita a Bangladesh de un pontífice desde la independencia del país en 1971, tras la del papa Juan Pablo II en 1986. El papa comenzará su actividad con la parada obligada ante el monumento a los mártires de la guerra de la independencia y la visita al museo del Padre de la Nación, Sheikh Mujibur Rahman "Bangabandhu".
Además, oficiará una misa multitudinaria en el parque Suhrawardy Udyan, donde asimismo serán ordenados 16 sacerdotes. El papa también tiene previsto reunirse con la primera ministra, Sheikh Hasina, acudir a un asilo para sacerdotes ancianos y encabezar un acto interreligioso y ecuménico por la paz. El sábado, el papa visitará la Casa Madre Teresa, que ofrece ayuda a discapacitados mentales y físicos y cuenta con cerca de un centenar de camas para los más necesitados.
Ese mismo día se reunirá con sacerdotes y religiosos en la iglesia del Santo Rosario y celebrará un encuentro con unos 10.000 jóvenes en la Universidad Notre Dame de Dacca, como último acto antes de regresar a Roma. La iglesia del Santo Rosario apuraba este miércoles los detalles para esos actos.
Situada en un pequeño complejo en el sur de la bulliciosa Dacca, comparte espacio entre altos muros y fuertes medidas de seguridad con otros de los lugares a los que acudirá el papa en su último día en Bangladesh: el cementerio de la parroquia y la Casa Madre Teresa. Mientras algunos operarios se afanaban en pintar las macetas, otros fregaban con insistencia el suelo y los bordillos, al tiempo que un grupo más numeroso instalaba un arco de madera frente a la puerta principal del colorido templo azul y blanco.
El único lugar en silencio, hermético, era la Casa Madre Teresa, cerrada a extraños y en la que solo algunos trabajadores atravesaban su portalón anaranjado de manera esporádica. Fuera, junto al portal, se veían dos imágenes gigantes de Francisco y santa Teresa de Calcuta escoltadas por varios policías. "Tenemos un fuerte despliegue de seguridad por la visita del papa, no tememos ningún tipo de ataque, sea del Estado Islámico o de otro grupo yihadista", explicó el oficial de Policía Makarias, encargado de la seguridad en la zona y él mismo católico.
"Estamos muy orgullosos de que Su Santidad el papa venga a Bangladesh", aseguró exultante. La minoría católica, formada por unos 450.000 miembros en un país de 160 millones de habitantes en el que el 88 % de ellos son musulmanes, no suele tener oportunidades como esta para exteriorizar su religión. "Este es un país musulmán en el que todos vivimos juntos en armonía, por lo que no queremos causar ningún tipo de problema", explicó el padre Corraya sobre la discreción obligada de los católicos en Bangladesh, relegados al ámbito privado para evangelizar.
En las ajetreadas calles de Dacca, donde dominan los carteles de la omnipresente primera ministra Hasina y de su padre, "Bangabandhu", el papa no está presente. Mohamed Nur Islam, que empuja un taxi de tres ruedas auto-rickshaw, responde con un "no" tras otro a las preguntas de si sabe quién es el papa o el motivo del revuelo a la puerta del parque Suhrawardy Udyan.
Un vendedor de comida, Akkas Miah, de característica larga barba mahometana, contesta que se acaba de enterar de la visita. "Lo escuché esta mañana, es bueno si puede ayudar a resolver el problema en la frontera con Birmania", sentencia.
Es allí, en el sureste de Bangladesh, adonde han cruzado desde el pasado 25 de agosto más de 620.000 miembros de la minoría musulmana rohinyá en su huida de un estallido de violencia en la vecina Birmania, desatando una grave crisis humanitaria. "Si dice algo sobre el tema rohinyá, será de mucha ayuda para nosotros", concluye el abogado Arifur Rahman.