El Gobierno de Bangladesh manifestó que de todos los niños encontrados huérfanos, el 22 % perdieron tanto al padre como a la madre.
El Gobierno de Bangladesh ha contabilizado 36.000 niños que perdieron a uno o los dos padres entre los más de 600.000 rohinyás que llegaron al país desde el pasado 25 de agosto, un número seis veces más alto de lo que se había estimado inicialmente en septiembre, informaron este domingo fuentes oficiales.
"Tenemos 36.000 niños rohinyás huérfanos que perdieron a sus padres, madre o padre, o el contacto con ellos en nuestro recuento inicial", indicó la subdirectora del departamento de Servicios Sociales, Seyda Ferdous Akter.
De esos 36.000, "hasta el 7 de noviembre hemos ingresado en nuestra base de datos a 26.000 niños y descubrimos que el 22 % de ellos perdieron tanto al padre como a la madre", detalló Akter, al indicar que están trabajando para acabar la base de datos "lo antes posible".
El vocero de Unicef en Bangladesh, A.M. Sakil Faizullah, advirtió de que muchos de estos menores están traumatizados, lo que afecta a su desarrollo psicológico, y advirtió de que al menos un millar de familias refugiadas están encabezadas por niños.
"Imagine un niño de 14 o 15 años cuidando de sus hermanos pequeños como un padre, cuán difícil es la situación", alertó el representante de la agencia de la ONU.
El departamento de Servicios Sociales bangladesí comenzó a contabilizar a los huérfanos el pasado 20 de septiembre, mes en el que habían estimado que la cifra rondaría los 6.000 niños, muy por debajo de la realidad descubierta tras el recuento.
En su último informe de situación difundido esta semana, el Grupo de Coordinación Intersectorial de la ONU cifró en 613.000 los rohinyás llegados a Bangladesh desde hace dos meses y medio, de los que Unicef estima que el 60 % son niños.
El pasado octubre, Unicef había identificado a 18.624 niños refugiados rohinyás huérfanos.
La crisis de los rohinyás comenzó el pasado 25 de agosto, tras un ataque de un grupo insurgente de esta comunidad musulmana contra instalaciones policiales y militares en el estado occidental birmano de Rakhine, una acción que fue respondida por el Ejército con una campaña que aún continúa.
Birmania no reconoce a los rohinyás como una comunidad de ese país y los considera bangladeshíes, mientras que Bangladesh, donde ya antes de esta crisis vivían unos 300.000 miembros de esta minoría, los ha tratado siempre como extranjeros.