Han trascurrido más de 15 días de estar en cuidados intensivos en casa. Todas las áreas del hogar tienen a sus huéspedes completos. No falta ni la mascota. Seguro que han sido días de un acelerado corre corre, al que no estaban acostumbrados. Aquí hay que hacer un pare.
-Recuerden los primeros apuntes. Aquel saltar de la cama, reposar en meditación y en pequeño silencio de conciencia. Saltar al baño, darnos esa mirada amigable en el espejo, vestir ropa limpia y darle a toda la familia un amoroso saludo de buenos días. No son vacaciones, no es una rutina más. Lo que tenemos encima, lo que nos rodea, las noticias que nos bombardean, el solo tema de hablar de algo que nos tiene hasta la “coronilla” es muy serio. Todo lo que estamos viviendo es muy serio.
-Es hora de hacer un pare para luego continuar con más tranquilidad y seguridad. Ya sabemos que no es fácil para muchas mujeres que no tenían la costumbre del día a día barrer, cocinar y atender todos los oficios de casa. Nada fácil para los padres el estar sentados en su teletrabajo desde muy temprana hora y escuchar a los chicos en sus inoportunidades, en sus juegos, con sus preguntas de colegio y súmele a la mascota caminando por todas partes. Hay que poner orden después de la primera experiencia de estos primeros días. Ya es hora de aterrizar.
-Papel en mano, cada uno puede hablar y decir con toda sinceridad qué es lo bueno, qué es lo malo, en qué se acomoda y qué no puede hacer definitivamente. Hay que cambiar y rotar los oficios entre todos. Pero en este capítulo y en este escenario vamos a dedicarlo a los niños, porque pueden ser ellos los que más requieran de entender y preguntarse el porqué de tal cambio tan drástico: del colegio a la casa a puerta cerrada con papá y mamá. Por unos días ellos felices, pero ya van muchos días y para los niños, su socialización en el colegio es lo primordial, sus juegos, sus amiguitos, sus espacios, su tiempo divertido. Papá y mamá deben comprender que no es tiempo de “imponer”, aquí la paciencia y el amor tienen su gran papel. Y esto es una regla para todas las edades, mientras más diálogos tengamos entre todos, mucho mejor y más sana será la convivencia. Las rutinas que a la larga establecen hábitos y creencias para un sano desarrollo, son las que van a dar los buenos resultados en el grupo familiar por todos estos días.
-Todo con calma y amor nos dará los mejores resultados. Por ejemplo, si tenemos pequeñines entre los 2 a 4 años, al hablarles mírelos a los ojos, enseñe y no ordene cosas elementales como ponerlos a ordenar sus juguetes por colores, por el tamaño, él solito podrá ponerlos en un simpático recipiente o bolsa. Es edad en que pueden comer solitos, pero es mejor que usted lo acompañe y le diga qué come, así aprenderá a distinguir los alimentos por su nombre. Por la noche podrá buscar la piyama si usted le ha enseñado que está por ejemplo, debajo de la almohada. ¿La pataleta? Sí, esta es edad de pataletas, de chillidos fuertes… la solución: párese tranquila y seria al frente de él e ignórelo. Nunca utilice su “rabia” para un maltrato. No ponga en sus manos un celular para entretenerlo por aquello de que no tengo tiempo ni para verlo, ni lo pegue del televisor. Cada uno de estos aparatos tiene su tiempo determinado.
-De los 4 a los 6 tienen las antenas en alerta. Todo lo escuchan, todo lo preguntan, de todo se dan cuenta. Ya se quiere vestir como sus héroes, pero ya se saben cepillar, peinar y vestir. Es la edad de esa inocencia que todo lo ve, sus sentimientos vuelan como mariposas, aman a sus mascotas y son capaces de pelear con papá con sentimiento de lágrima callada. Al llamarlos a la mesa ya dicen qué les gusta y qué no, pero pueden ayudar a mamá y papá en los temas de poner orden, recoger cosas, ordenar el cuarto y tender la cama acompañados de mamá.
-De 6 a 7 ya están más aterrizados, ellas ya soltaron las muñecas y ellos juegan con el balón todo el día, pero puede que todavía conserven un “hábito” al que papá y mamá le deben poner atención, por ejemplo: se muerden las uñas, duermen con un osito de felpa, se chupan un dedo… cuidado, aquí hay algo. Observen, pregunten, dialoguen, hay que retarlos. A esta edad ayudan mucho porque quieren ser grandes. Pueden tender la cama muy bien, organizar toda su ropa, su cuarto, sus libros, su escritorio, su morral, hacen las tareas. Y en la casa saben ayudar.
-Y si está de 8 a 9 años es otro cantar, ya que mamá puede respirar un poco con la ayuda de ellos en la cocina al poder preparar sus respectivos desayunos. Por favor desayunos fáciles y siempre y cuando se les enseñe el cuidado que hay que tener en la cocina…prender fogones, cortar cosas, batir algo sin que las paredes queden untadas de huevo si es una tortilla la preferida. Todo supervisado, enseñado y prevenido saldrá de maravillas. Ya no hay que decirles “báñate bien”, ellos y ellas se bañan, se peinan y hasta se hacen una travesura de tintura en el cabello si en el colegio se los permiten. Pueden y deben de ayudar mucho en casa con el estricto mandato de mamá y papá, porque ya quieren estar pegados del celular, se están descubriendo y papá y mamá deben de estar allí con amor. Preguntando como quien no quiere… pero hay que preguntar.
-Pero de los 10 a los 12 ya es hora de saber muchas cosas. Pueden ser la gran ayuda de mamá y papá en todos los oficios de casa. Un nuevo idioma, tocar un instrumento, leer cuidadosamente un libro, saber leer con las respectivas pausas gramaticales, ir al colegio en bici, saber manejar un poco de dinero para sus cosas más necesarias, pueden salir de compras y saber qué quieren y qué les queda bien. Pero… póngale atención a su computador, su tablet, su celular. Papá y mamá deben saber que hay que poner orden de ideas en eso que llamamos “equilibrio emocional”. Todo lo que tienen a su alrededor en estas edades les inquieta y lo quieren tener. Hay que saber frenar a tiempo. En esta edad y encerrados se pueden aburrir mucho… hay que tenerlos en cuenta para todo.
-Y de los 13 a los 15 ustedes queridos padres son los que tienen que presentar un serio examen ante la comunidad que nos rodea. Porque estos chicos y chicas se creen los dueños del mundo. Creen que todo lo saben y todo lo quieren tener a la mano ya que el mundo se los muestra en una pantalla. Aquí deben saber barrer bien, lavar su ropa interior, tener disciplina de levantada y dormida, comer sin rechazar el plato, saber que fumar y beber licor no es saludable, tener su vida espiritual en una fe, saber dar las gracias y respetar, tener orden, saber escuchar, estudiar y tener un sueño qué alcanzar. Saber ser ellos mismos. Sus pensamientos, sus sentimientos, su sexualidad, su religiosidad…. Hacen cortocircuito emocional. Aquí es donde sus raíces deben estar fuertes. Prepárense para los permisos que van a empezar a pedir… Y ustedes deben saber qué decirles. Padres alcahuetas o padres firmes y amorosos, padres miedosos por ignorancia o padres maestros con sabiduría.
-Estos días, estos tiempos, no nos pueden encerrar. Son días y tiempos de gran oportunidad para papá y mamá. No le tengamos miedo al “virus”, enfrentemos una realidad, hablemos de ella y valoremos el estar reunidos amorosamente con nuestros hijos. No es estar en casa de puertas cerradas, es estar en un hogar mirando todas las oportunidades de crecimiento al lado de la familia.