El proceso que convocará a más de 358.000 caficultores registrados en el censo electoral del gremio, en 17 departamentos del país, puede dar la medida de la confianza de los productores en la institucionalidad en momentos de crisis.
Para más de 350.000 colombianos, la intensa agenda electoral de este 2018 tiene un capitulo adicional el próximo fin de semana. Se trata de las elecciones cafeteras, que durante los días 8 y 9 de septiembre se llevarán a cabo en 570 municipios de 17 departamentos, es decir en más de la mitad del país.
Para hacerse una idea del tamaño de la jornada electoral basta una comparación: La logística y la organización de esta jornada, que por su importancia será vigilada por una organización experta como es la Misión de Observación Electoral, es más grande que las elecciones generales de Bolivia o de Ecuador, pues ambas naciones, la primera con 339 y la segunda con 221 municipios, no necesitan el despliegue que sí tiene en marcha desde ya la Federación Nacional de Cafeteros para un evento sin par entre los gremios del país.
El censo electoral está compuesto por 358.000 caficultores quienes elegirán a sus representantes en comités municipales y departamentales. Para ello se instalarán 2.698 mesas y actuarán 8.094 jurados.
Sin duda una fiesta de la democracia que este año servirá para medir la confianza de los productores del grano en la institucionalidad cafetera para sortear los momentos de crisis, pues el telón de fondo de estas elecciones es la caída de los precios internacionales, que recientemente ha llegado a mínimos del 2006, así como el inicio de la cosecha cuyo valor podría ser 1,5 billones de pesos inferior a las cifras de 2017 a causa de la crisis. Una coyuntura que afecta a más de 540.000 familias que producen café en el país y, por ende, las cifras de la economía Colombiana, como quiera que hoy el café de Colombia representa el 0,8% del PIB nacional; el 12 % del PIB agropecuario y el 21,3 % del PIB agrícola.
Desde la creación de la Federación Nacional de Cafeteros en 1927, la conformación de las juntas directivas se hizo democráticamente, según recordó Álvaro Jaramillo Guzmán, director ejecutivo del Comité Departamental de Cafeteros de Antioquia.
“Se ve la necesidad de nombrar unos caficultores que conformen una junta de cafeteros. Fue una elección simple, en la que una buena cantidad de caficultores eligieron esa junta. En ese sentido, desde el nacimiento, la Federación es muy democrática y este modelo se va perfeccionando a través del tiempo”, relata y añade que fue en 1995 cuando se dio el salto a unas elecciones propiamente dichas “en las que votan todos los caficultores que tengan cédula cafetera”.
El término cédula cafetera es trascendental para entender esta dinámica. Si bien en sus inicios la Federación entregaba a cada caficultor un carné, el perfeccionamiento del proceso democrático llevó a la creación de la cédula en la década de 1930 y la tarjeta cafetera que, para los efectos de la relación entre el caficultor y la Federación, es igual a los efectos de la cédula de ciudadanía y la tarjeta de identidad en la relación de un ciudadano con el Estado.
“Los estatutos dan unas condiciones para ser caficultor cedulado: tener mínimo media hectárea de tierra y, en ese terreno, 1.500 árboles sembrados. Si no cumple esas condiciones, puede sacar la tarjeta cafetera”, relata Jaramillo Guzmán, quien ilustra que quien tiene cédula cafetera puede elegir y ser elegido en las elecciones, pero tanto el cedulado como quien tiene tarjeta, es sujeto de todos los derechos que ofrece la Federación a sus afiliados.
Tales derechos, ofrecidos por la Federación gracias a los recursos del Fondo Nacional del Café, reciben la denominación de bienes públicos cafeteros, pues todo caficultor se beneficia de ellos, independientemente del tamaño de su cultivo e, incluso, de si es afiliado o no a la Federación.
Si bien la cédula cafetera data de 1931 y con el paso de los años ha evolucionado hasta llegar a las cédulas inteligentes que la Federación empezó a emitir en 2006, también es cierto que en Colombia existe el derecho de libre asociación, lo que no obliga a hacer parte de la Federación a los productores que no quieran hacerlo.
Por tal razón, aunque en el país hay unas 540.000 familias cafeteras, según cifras de la Federación, solamente los 358.000 productores habilitados para votar son cedulados.
“Muchos cafeteros tienen las condiciones para ser cedulados, pero por el libre derecho de asociación no se han vinculado o no los hemos encontrado, y muchos otros no tienen ni siquiera la tarjeta”, explicó el director ejecutivo del Comité de Antioquia.
Independientemente de lo anterior, todos los cafeteros tienen derecho a los bienes públicos, que son cinco: la garantía de compra, la investigación científica, la extensión rural, la publicidad, promoción y protección de la marca y el desarrollo social.
“Con recursos del Fondo Nacional del Café se paga la investigación, se paga la extensión, que son los ingenieros agrónomos que acompañan al cafetero en la transferencia de tecnología y la promoción del café de Colombia en el exterior”, explicó Álvaro Jaramillo Guzmán, quien hizo énfasis en que la garantía de compra es el más preciado de los bienes públicos del cafetero.
“El café es el único producto agrícola en Colombia que cuando el productor sale a venderlo, encuentra al menos un establecimiento de las cooperativas de caficultores o de la misma Federación donde se lo compran. Nunca el caficultor podrá decir que salió con su cosecha y le dijeron que no hay plata o que ese día no están comprando. Hay que comprarlo, por eso se llama garantía de compra. Y se le compra a todos, cedulados, con tarjeta o sin cedula ni tarjeta. Como es un bien público, es merecedor de ese bien público todo el que sea cafetero”, recalcó el dirigente.
Cabe recordar que el Fondo Nacional del Café es una cuenta del tesoro público que se nutre de una contribución de seis centavos de dólar por cada libra de café que se exporta. La Federación administra el Fondo “porque se ha ganado la confianza del Gobierno para hacerlo. Son dineros públicos que el Gobierno podría manejar”, explicó Jaramillo Guzmán.
Históricamente la participación de los cafeteros en sus elecciones es superior, porcentualmente hablando, a la participación ciudadana en elecciones políticas. Según datos del Comité de Cafeteros de Antioquia, este departamento tuvo una participación del 70% en las elecciones de 2014, una cifra alta si se tiene en cuenta que los registros previos habían sido del 64%. En el orden nacional, en las elecciones de 2014 participó el 69% del censo electoral.
Pero en 2014 no había una coyuntura como la actual: la cotización en la bolsa de Nueva York alcanzó mínimos similares a los de 2006 en días pasados. La carga de café se pagó internamente a menos de 700.000, que es el precio mínimo establecido para cubrir los costos de producción, durante la penúltima semana de agosto. Y si bien el Gobierno Nacional anunció un auxilio directo al precio interno por 100.000 millones de pesos, la crisis es global, como lo ha reiterado el gerente de la Federación Nacional, Roberto Vélez, y por ende la solución no depende de lo que se haga en el país exclusivamente.
“A los pesimistas les hemos transmitido que este es el momento en que la institucionalidad debe estar más fortalecida. Es el momento de tener una dirigencia activa y beligerante, peleando por ellos”, afirmó el director ejecutivo del Comité de Antioquia. “Si tuviéramos unos súper precios tal vez no se necesitara. Pero en los momentos difíciles es cuando se necesita quien nos represente”, añadió.
Según la Federación Nacional, de cara a los comicios se ha llevado a cabo, desde hace varios meses, una intensa labor para invitar a los productores a inscribirse en el censo electoral; a los aspirantes, a inscribir sus candidaturas; capacitar a quienes serán jurados y, en términos generales, “movilizar a toda la base cafetera para que sea partícipe de esta gran fiesta democrática”.
En un hecho sin precedentes en la historia del gremio, según la Federación, 16.140 caficultores se inscribieron para renovar los 4.596 cargos de los 383 Comités Municipales (seis miembros principales y seis suplentes) y 180 cargos (seis miembros principales y seis suplentes) de los quince Comités Departamentales (ver circunscripción cafetera).
Así pues, el gremio confía en tener una alta participación. “Si hay baja participación tampoco hay forma de medir si es por causa de la crisis”, puntualizó Jaramillo Guzmán.