La actitud del creyente es hacia el otro, para incluirlo, para servirle. Homilía.
Lucas, después de la cena del Señor y las apariciones del resucitado, comenzó a interesarse por las cenas donde Jesús podría encontrarse con pecadores, fariseos y excluidos; para escuchar y compartir de manera más íntima. En una de ellas encontró que los fariseos antes de disfrutar las cenas eran esclavos de los puestos, la meritocracia para inflar su “ego”. “La desgracia del orgulloso no tiene remedio, pues en él ha echado raíces la ‘apariencia por orgullo’”. (primera lectura).
Una lección de sensatez
Jesús da una lección de sensatez no solo para las cenas sino para quienes en la vida social tienen la buena costumbre de invitar a otros. El texto enumera cuatro grupos de los que no habría que invitar: “amigos, hermanos y parientes o vecinos ricos porque luego ellos te van a invitar; así será toda su recompensa” (Evangelio) “Hijo mío si eres rico procede con modestia y te querrán más que dando muchos regalos. Cuanto más importante seas más sencillo debes ser, y así agradarás a Dios. Porque es grande el poder del Señor; pero los humildes son quienes lo glorifican” (Primera lectura). La lista de invitación del Evangelio puede ser reemplazada por una lista de quienes hemos excluido, “y serás feliz. Porque como ellos no tienen con qué pagarte, te lo pagará Dios en la resurrección de los justos” (Evangelio).
Un paso enorme
Si procuramos que los excluidos sean primeros en educación, salud, vivienda, tierra, justicia y equidad estamos dando un paso gigantesco para conformar una sociedad más equitativa, tal como la quería Jesús.
Yahve desde el Antiguo Testamento no ayudó a Israel en medio de la esclavitud sino que los sacó de Egipto constituyéndolo en pueblo de Dios, por la Alianza (Fe y Justicia). No hay sólo que ayudar “hay que sacar de todo lo que signifique exclusión…” Con el don de Dios llamado “preferencia por los pobres” el Espiritu, como regalo equilibra cualquier exceso de autoestima.
Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (14,1.7-14):
En sábado, Jesús entró en casa de uno de los principales fariseos para comer y ellos lo estaban espiando.
Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les decía una parábola:
«Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y venga el que os convidó a ti y al otro, y te diga:
“Cédele el puesto a este”.
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
“Amigo, sube más arriba”.
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido».
Y dijo al que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos».
Palabra del Señor