Quiero plantear una inquietud frente a la hipotética realización de este tipo de audiencias, y es que estos espacios deben garantizar la participación de todos los interesados, para ello hay que tener conectividad y entregar los dispositivos tecnológicos necesarios para su realización a todas las poblaciones rurales y urbanas donde se lleven a cabo.
Que el contacto físico seguirá siendo limitado es una realidad que por lo menos durará este año, acorde con lo anunciado por el gobierno nacional esta semana de ampliar la cuarentena hasta el 31 de mayo y continuar con la emergencia sanitaria hasta el 31 de agosto, muchas de las actividades que hacíamos van a tener que cambiar sus formas, ya se habla de que los colegios después de julio deberán alternar entre clases virtuales y presenciales para evitar aglomeraciones y así sucesivamente en otros sectores, como los centros comerciales que al igual que el transporte público deberán operar al 35% de su capacidad.
Este escenario impacta a todos los sectores de la economía y hoy me quiero centrar en los Proyectos de Interés Nacional y Estratégicos – PINES que se encuentran en etapa de licenciamiento. Antes de la pandemia, un proyecto de esta envergadura que quisiera avanzar con su desarrollo debía realizar, previa presentación del Estudio de Impacto Ambiental – EIA, una Audiencia Pública que permitiera escuchar las opiniones de todas las partes involucradas para que expresaran su inconformidad o aprobación con el desarrollo de estas iniciativas. En algunos casos, estas audiencias se daban en un ambiente tenso por el contraste de posiciones y podían durar varios días por el número de intervenciones. Son jornadas verdaderamente extenuantes.
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Ahora no es factible realizar estas audiencias, por eso cabe plantearse las siguientes preguntas: ¿se podrán hacer de manera virtual?, ¿cómo garantizar la participación de todos los grupos interesados cuando buena parte de su población es rural y no tienen buena o quizás nula conexión a internet?, si se siguen aplazando, ¿cómo avanzar con la definición de estos proyectos que con razón, cobran más importancia por los recursos frescos y rápidos que le generarán al país, para mitigar y solventar los impactos negativos que esta crisis sanitaria genera desde lo económico y social?
No es descabellado plantear la realización de audiencias públicas virtuales, esta idea viene cogiendo fuerza los últimos días, esta semana participé de un seminario virtual (webinar) organizado por la Asociación Colombiana de Minería – ACM, denominado ¿Audiencias Públicas virtuales? Participación ciudadana en tiempos de Covid-19, los ponentes fueron Silvana Habib, presidenta de la Agencia Nacional de Minería; Felipe Rey, profesor de la Universidad El Bosque y director del Laboratorio de Innovación Democrática; y Victoria Alsina, directora académica del Centro de Ciencias Urbanas y el Progreso.
Uno de los temas que más me llamó la atención fue la tesis del profesor Rey, donde dice que las audiencias públicas virtuales tendrían más ventaja que las presenciales por las siguientes razones: 1) Las audiencias presenciales suelen generar polarización y presión sobre los que intervienen; 2) Se genera autoselección, es decir que participan las mismas personas limitando la participación de personas pasivas o que en un escenario presencial y hostil, prefieren abstenerse de hablar para evitar la confrontación; y 3) Las audiencias presenciales tienen el limitante físico, no todos los interesados tienen la posibilidad de desplazarse el día y la hora que se realizan.
A su vez, la virtualidad también permite la implementación de herramientas simultáneas y digitales como los sondeos, conocer los estados de ánimo de los participantes frente a las intervenciones, realizar encuestas y medir el nivel de conocimiento sobre los proyectos que se están evaluando, para que la decisión de aprobarlos sea más transparente, participativa y validada por la comunidad.
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Sólo quiero plantear una inquietud frente a la hipotética realización de este tipo de audiencias, y es que estos espacios deben garantizar la participación de todos los interesados, para ello hay que tener conectividad y entregar los dispositivos tecnológicos necesarios para su realización a todas las poblaciones rurales y urbanas donde se lleven a cabo; así como brindar capacitaciones para que las personas, muchas de ellas campesinas y sin conocimientos digitales, sepan utilizar efectivamente estos mecanismos y sientan que sus opiniones son tenidas en cuenta.
Su diseño e implementación debe ser cuidadoso, el espíritu de estos encuentros es recoger el sentir de la población, tanto en las propuestas como en las críticas; para que, en el caso de la aprobación de los proyectos, la comunidad en general los sienta como propios y se logre identificar, es así como serán socialmente sostenibles.