Sentada o parada, es la misma Virgen del Carmen. La misma que en una de sus manos tiene el Santo Escapulario que en su aparición le entrego a Simón Stock y le dijo: “Toma este escapulario y con esto puedes estar tranquilo”.
Uno puede escribir de cualquier tema y en cualquier idioma, pero escribir de la Santísima Virgen María, es como tener todo un telón de color blanco lleno de estrellas al frente de uno.
¿Por cuál de esas estrellas comenzar si son millones de millones incontables? Lo más cercano es decir que las personas que en el mundo lleven el nombre de Carmelo o Carmen, están en una cercana familiaridad con la Purísima Virgen que se presentó a Simón Stock, quien por allá a comienzos del siglo XIII era el superior de un grupo de hombres que se fueron a vivir a Italia y a Inglaterra, huyendo de la persecución que de ellos hacían los enemigos, cuando estaban en su lugar de origen, en oración y meditación, el Monte Carmelo, que está situado al norte de Israel entre la ciudad de Haifa y el Mediterráneo, a 27 kilómetros.
En estas montañas vivió el profeta San Elías en los siglos 8 y 9 antes de Cristo. En el Antiguo Testamento en el primer y segundo Libro de los Reyes se dio el relato que deja a muchos sorprendidos como si se tratara hoy de una de esas películas de alta tecnología: ”Aconteció que cuando quiso Yavé arrebatar al cielo a Elías en un torbellino, salió Elías de Gálgala con Eliseo.
Los hijos de los profetas que había en Bétel salieron al encuentro de Eliseo y le dijeron: ¿Sabes tú que Yavé alzará hoy a tu señor sobre tu cabeza? El respondió: “Sí lo sé”. Cogió entonces Elías su manto, lo dobló y golpeó con él las aguas que partieron de un lado y de otro, pasaron los dos andando y hablando y he aquí que un carro de fuego con caballos de fuego separó a uno de otro y Elías subía al cielo en el torbellino. Eliseo miraba… un relato que contó con extremada sencillez y serenidad el presbítero Hernando Uribe, quien es el director del carmelita en la casa espiritual de Monticelo.
Muchos, muchísimos años después, un grupo de ermitaños dedicados a la oración y con la vocación a la Santísima Virgen, vivieron en este santo lugar que tenía el nombre de Monte Carmelo que significa: jardín, huerto, poema. A esta Santísima Virgen le dieron el nombre de Virgen del Carmen. Pero de ahí fue donde comenzaron a huir y su superior Simón Stock, muy preocupado por tal situación de persecución fue a quien un día se le apareció la Santísima Virgen con el escapulario en la mano y le dijo: “toma este escapulario y con esto puedes estar tranquilo”.
Escapulet, en latín significa espalda, vestido que se pone sobre el pecho y la espalda. Fue el año de 1251 en un pueblo llamado Ailesfolt, fue el regalo que les hizo la Virgen y con este símbolo hicieron el habito que siguen usando. Ella les dio varias consignas: primero, en la vida protejo; segundo, en la muerte ayudo, y tercero, en el purgatorio salvo.
Con el valor espiritual, todos estos hombres se regaron por toda Europa y en el Siglo XVI llegaron dos personajes muy importantes a la comunidad, Santa Teresa de Jesús la de Ávila y San Juan de la Cruz, los dos más grandes místicos y clásicos de la lengua castellana, dos personajes fuera de serie en el campo de la poesía y la literatura. Ella fue quien hizo la reforma en la comunidad de las mujeres y los hombres. Una comunidad con carisma, que significa espiritualidad y sensibilidad exquisita del acontecer divino en el hombre.
El presbítero Hernando Uribe respondió a la pregunta de cuál es el significado del estar descalsos para la comunidad carmelita apelando a que más que el significado de los pies, es el vivir sin apegos a nada, ni a nadie.
Sobre cómo llegó a estos lugares de América la devoción por la Virgen del Carmen, la historia la tiene el experto en Mariología de la Universidad Pontificia Bolivariana, Camilo Gálvez, quien relató: “En el siglo XVII cuando los españoles conquistadores y marineros vienen a estas tierras, los carmelitas comienzan a viajar con ellos y aquí es donde comienza esa devoción a la Virgen de los navegantes y conductores. En la Edad Media el nombre de María, tenía el significado de estrella del mar que guía a puerto seguro. Ese puerto seguro es Jesús”.
Aquí en Medellín se encuentra la Mansión de San José, monasterio de las carmelitas fundado a finales del siglo XVIII, discípulas seguidoras de Santa Teresa de Ávila con vida de riguroso cumplimiento. En El Poblado se encuentra la casa de espiritualidad de los padres carmelitas, Monticelo.
En el municipio de La Ceja, con gran realce, se encuentra el patronato dedicado a la Virgen del Carmen desde hace unos 80 años.
También en Medellín está en el barrio Manrique la parroquia de Nuestra Señora del Carmen; en el barrio San Javier está la de Santa María del Carmen; en el Área Metropolitana en Sabaneta y Bello, también hay iglesias dedicadas a la Virgen del Carmen y en el corregimiento de Santa Elena, en la vereda Barroblanco, está la parroquia de Nuestra Señora del Carmen.
Todos este domingo 16, celebrarán con devoción el día de la Santísima Virgen del Carmen, Virgen de los navegantes y conductores. Amén.
Parroquia del Señor de La Misericordia de Manrique – parroquia Padres Carmelitas:
Durante todo el día se dará la bendición a los vehículos y a los conductores.
5:00 p.m.: Sale la solemne procesión de la Catedral Metropolitana y llega a la parroquia. Acto seguido, celebración de la Santa Eucaristía.
Parroquia de Nuestra
Señora del Carmen - San Javier:
5:45 a.m.: Alborada a la Virgen.
6:30 a.m.: Santo Rosario.
11:00 a.m.: Procesión con la imagen de la Virgen.
12:00 m.: Misa solemne.
Al terminar la misa se dará el desfile de los carros con la imagen y en la parroquia todo el día habrá bazar y comedor parroquial.
Parroquia de Nuestra
Señora del Carmen de Santa Elena:
2:00 p.m.: Desfile con la Patrona que sale del estadero del silletero y llega a la parroquia.
4:00 p.m.: Bendición de las motos y vehículos y al terminar la celebración de la Eucaristía.
5:00 a 9:00 p.m.: Orquesta y baile, porque la parroquia está celebrando sus 15 años.
¿A dónde te escondiste,
Amado y me dejaste con gemido?
Como el siervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y eras ido.
Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
y pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del Amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado!
Decid si por vosotros ha pasado.