Ya desde el siglo IV a.c. se tenía esta discusión que enfrentaba al que habla y no hace, con el hace y no habla, dándole a cada uno su puesto en la ciudad de acuerdo con sus virtudes, para los primeros aconsejar, sugerir, proponer, era su posición natural, para los segundos, gobernar
El discurso sonoro y coherente de Demóstenes, un sofista del siglo IV a.c lo convirtió en consejero de la gran Grecia de los clásicos, pero siempre fue un perdedor en temas políticos, hablaba de manera magistral, pero incapaz absoluto de hacer algo de lo que decía o proponía. Nunca gobernó. La acción para Aristóteles estaba marcada por la autoridad que se le otorgaba al erudito en un saber. Solamente el que tenía acciones concretas era llamado a mandar, por que para hacer, obedecer era una condición. Quiere decir que si sabe obedecer sabe mandar y esto se evidencia en que sus acciones hablaban más fuerte que su discurso. Este era otro filósofo del siglo IV a.c que escribe en su libro “la política” todo un tratado a cerca del hombre político («zoon politikon») para explicar finalmente que la ética desemboca en la política. En síntesis: no es posible la política sin la ética. El ser integro, que habla con sus acciones más que con sus palabras es ético, por lo tanto puede ser político.
Ya desde el siglo IV a.c se tenía esta discusión que enfrentaba al que habla y no hace, con el hace y no habla, dándole a cada uno su puesto en la ciudad de acuerdo a sus virtudes, para los primeros aconsejar, sugerir, proponer, era su posición natural (parlamentarios), para los segundos, gobernar. En ninguno de los dos casos le son dadas de manera innata dichas virtudes, hay que aprenderlas. Para reforzar este planteamiento, Aristóteles, termina hablando de las formas de gobierno y sus degeneraciones, y dice entre otras cosas, que la demagogia es la corrupción de la democracia, en otras palabras, el poder del pueblo legitimado en sus elegidos, se corrompe, cuando se habla para justificar lo no hecho.
Del recuento anterior no queda duda que el tema de la corrupción no es nuevo, mucho menos el de hablar bonito para convencer y no hacer absolutamente nada. En la postmodernidad la gran innovación, la evolución desde antes de Cristo hasta hoy es hablar para convencer y luego hacer absolutamente lo contrario a lo dicho.
Siguiendo con esta deontología del bla bla bla que dice y no hace, que pregona lo que va a hacer como indicador, por que no hay productos para mostrar quiero traer a Pericles a este escrito. Ya situados en el siglo V a.c este gran político griego, más hacedor que orador, promocionó las artes y la literatura, que convirtió a Atenas en el centro educacional y cultural de Grecia. Comenzó la construcción de la mayoría de las infraestructuras actuales que existen en la acrópolis de Atenas, incluyendo el Partenón, así como de otros monumentos entre esos los propileos. Embelleció la ciudad, mejoró su trazo, creo empleo para todos, Además, Pericles defendió a capa y espada el sistema democrático que había sido el ícono de Grecia para todo el mundo. Sus opositores le decían populista por que creía en el poder del pueblo, justamente con el que construyo gran parte de Atenas. Este no hablaba mucho, pero sus acciones sí que lo hacían.
Concluyo esta pequeña aproximación a tres grandes de la filosofía clásica, que adicionalmente me sirvió para refrendar un par de hechos ciertos en estos más de 25 siglos: i) La corrupción del que gobierna por que se degenera su virtud embelesado en su ego. ii) La incapacidad de hacer del que llega al poder, evidenciada en querer borrar toda muestra que recuerde a otro dirigente diferente a él. Todo este recuento para decir que en estos casi 10 años de trabajar en América Latina pregonando la necesidad de construir #CiudadaníaAntesQueCiudad, de conocer un poco de los más de 7 partidos políticos Mexicanos y sus ideologías, de los casi 30 que existen en Chile y algo más de la docena que tiene Colombia, de recorrer tantos territorios, con tantas necesidades y tantos intereses, no queda otra cosa que entender que es un asunto de los seres humanos tantas intrigas, pasiones, desengaños y demás patologías asociadas a los dos bandos eternos; el que dirige y el dirigido, las dos caras de la moneda que se comportan igual en la academia, en la empresa privada, en las entidades no gubernamentales y en las que gobiernan los países.