Informe de la Fundación Éxito advierte que más de la mitad de la Primera Infancia en el país está en riesgo de inseguridad alimentaria.
Los esfuerzos de fundaciones e instituciones sin ánimo de lucro que, día a día, contribuyen con lo mejor de sus recursos humanos y económicos en favor de la niñez, sumadas las voluntades oficiales, le conceden a Antioquia una categoría sobresaliente en la lucha contra la desnutrición crónica, una enfermedad que hoy amenaza a más de la mitad de la población menor de 5 años en todo el país, y que, lo más grave, tiende a empeorar por los efectos de la pandemia causada por la covid-19.
Según el Índice de Desnutrición Crónica 2020, presentado por la Fundación Éxito, a diferencia del resto de Colombia, la mayoría de los municipios antioqueños cuentan con mejores condiciones para contrarrestar la enfermedad o retraso en talla de niñas y niños menores de 5 años.
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Sin embargo, para la mayoría de estos territorios también sigue siendo un reto la disminución de las prevalencias de esta enfermedad, porque al concentrar gran cantidad de población de primera infancia, albergan un mayor número de niños con afectaciones por inseguridad alimentaria.
El muestrario, realizado en 123 municipios de Antioquia, permitió establecer que, en esa lucha contra la desnutrición crónica, Antioquia tiene 30 municipios en categoría sobresaliente, 33 en renglón satisfactorio, 40 en medio y 20 en bajo.
Incluso, en el 'Top ten' de los municipios con mayor puntaje y categoría sobresaliente en todo el país aparecen siete de Antioquia: Guatapé, Copacabana, Rionegro, Itagüí, La Estrella, Sabaneta y Envigado, que es el único con 100 puntos en esa evaluación; además de Bogotá, Cajicá (Cundinamarca) y Tunja (Boyacá).
Pero también en Antioquia hay 20 municipios en un nivel bajo, con puntaje entre 42 y 54 en el Índice DNC 2018: Cáceres, Mutatá, Zaragoza, Nechí, Uramita, San Juan de Urabá, Necoclí, San Pedro de Urabá, Armenia, Briceño, Dabeiba, Valdivia, Anorí, Campamento, Salgar, Argelia, Tarazá, Ituango, San Andrés de Cuerquia y Alejandría, que son los de mayor compromiso frente al reto de cumplirle a la niñez desprotegida.
Por tal razón, expertos en desarrollo y nutrición piden afinar las estrategias de atención y no bajar la guardia, porque la emergencia sanitaria, económica y social producida por la pandemia puede afectar seriamente a muchos otros menores de 5 años.
En ese sentido, Paula Escobar, directora de la Fundación Éxito, recomendó a todos los municipios no bajar la guardia, especialmente en este momento de tanto riesgo para las familias por la crisis sanitaria, al tiempo que sugirió enfocar esfuerzos directamente a las mujeres gestantes con bajo peso y a los niños y niñas con riesgo o con desnutrición crónica. También apoyar la lactancia materna exclusiva y complementaria.
Entre las variables revisadas en el Índice DNC están: bajo peso al nacer, nacimientos de madres adolescentes entre 10 y 19 años, nacimientos de madres con primaria y secundaria, falta de acceso a agua potable y mortalidad en menores de 5 años.
La desnutrición crónica “es una enfermedad silenciosa porque no lleva a la muerte, pero sí frena el desarrollo del niño. Por su magnitud y por los efectos que tiene es un problema de salud pública y desarrollo económico que, si no se atiende ya como la catástrofe que es, afectará de manera desmedida el desarrollo de la nación”, aseguró Escobar.
Por su parte, la economista Ana María Ibáñez, asesora principal de la vicepresidencia de Sectores y Conocimiento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), insistió en que “los gobiernos y la ciudadanía deben comprender que la desnutrición crónica es un problema de todos y no sólo de los niños que la padecen y sus familias, debido a que frena su desarrollo como personas y, por ende, el de la región en la que habitan”.
Alerta en el país
El Índice de Desnutrición Crónica 2020 en todo el país, que recogió información de 1.076 municipios a lo largo y ancho del territorio nacional, permitió establecer que el 58% de esas jurisdicciones tienen todas las condiciones para que la población menor de 5 años padezca esta enfermedad.
En ese orden, se evidenció que más del 90% de los municipios de las regiones de la Amazonía y la Orinoquía están en malas condiciones, y pueden estar peor.
Situación similar ocurre en la mayoría de los municipios de Nariño y Cauca y los municipios del Valle del Cauca ubicados en el litoral pacífico, pues están en un alto grado de alerta.
En el caso de Chocó, de los municipios que se reunió información, el 75% se ubicó en las categorías baja y crítica, mientras que en la región Atlántica los municipios de La Guajira, Cesar, Magdalena y Córdoba tienen todas las condiciones para que se presente la desnutrición crónica.
Y con el agravante de que el escenario puede incluso ser peor, ya que algunos municipios de esas regiones carecen de información que permita una aproximación real a su situación.
Desalentador panorama que enciende todas las alertas y ante el cual la economista Ibáñez insistió en la necesidad de invertir en la niñez: “Hay que entender que los efectos presentes sobre los niños van a tener un impacto a futuro en el ingreso de sus hogares, pero también en el ingreso de los municipios que habitan”, puntualizó.
Los estudios demuestran que un niño que sufre esta enfermedad antes de los 2 años puede tener en la edad adulta 14 puntos menos de coeficiente intelectual, 5 años menos de educación y 54% menos de salario que otro que no se vio afectado por esta enfermedad.