Por la construcción de imponentes túneles, por el avance lento pero al menos seguro de las dobles calzadas, por la pavimentación de vías hacia las cabeceras, por el inicio de las obras del puerto en Urabá, por el desatraso en la conectividad en el Área Metropolitana, por el proyecto de recuperación del tren y hasta por la contingencia de Hidroituango para generar electricidad y financiar grandes obras, se puede afirmar que Antioquia concluye el 2018, seguirá durante todo el 2019 y por otros cuatro años más estará en construcción en el campo de las grandes obras de infraestructura, sobre todo viales.

Esta región siempre se vanaglorió de las históricas gestas que significaron la construcción del Ferrocarril de Antioquia, la apertura del túnel de La Quiebra, la comunicación terrestre con el mar en Urabá y más recientemente con el Metro y los metrocables.

Pero cuando a partir de la década de los años 80 el mundo entró en el furor de la globalización económica, los antioqueños se estrellaron contra la cruda realidad que estaban encerrados entre sus montañas y urgía una agresiva política en infraestructura física para comunicarse rápidamente con los mercados orbitales.

Los gobiernos regionales de Uribe, de Alberto Builes, en cuyo gobierno se firmó el contrato para el Túnel de Oriente, inauguró el Túnel de Occidente e impulsó la doble calzada Bello-Hatillo, de los hermanos Gaviria, de Ramos, Fajardo y ahora el de Luis Pérez, entendieron que había que desembotellar a la región y acercarla al mundo.

Eso es lo que precisamente está ocurriendo en la actualidad con una serie de obras, sobre todo en el campo de la conectividad vial, y que lleva a concluir que este departamento está hoy en obra negra, y que si no se las roba la corrupción y logran concluirse, le cambiarían en un alto porcentaje la cara a la movilidad en la agreste geografía antioqueña después del 2023.

El anterior diagnóstico lo comparte el hoy secretario de infraestructura de Antioquia, Gilberto Quintero Zapata, quien precisamente desde los años 80 ha sido testigo de todos los intentos y proyectos en obras públicas que se han planeado para disminuir el desatraso vial antioqueño, mediante el sistema de vías concesionadas.

Los túneles

Por casi dos centurias, los antioqueños sacaron pecho por la construcción del Túnel de La Quiebra para darle vía libre a la comunicación férrea entre Medellín y Puerto Berrío, protagonista de uno de los lamentables errores cometidos por la dirigencia que permitió su desaparición.

Y sólo fue hasta hace doce años atrás que la ingeniería de túneles logró reivindicarse en esta región, con la entrada en servicio del Túnel de Occidente, que está siendo ampliado con otra galería paralela, para facilitar aún más la exitosa conexión entre Medellín, el Occidente y Urabá.

Pero la gran novedad en el epílogo de este 2018 es que el túnel hermanito al anterior, el de Oriente, ya quedó excavado en sus entrañas y los carros lo podrían transitar en el primer semestre del 2019 rumbo al aeropuerto José María Córdova, que quedará a unos 25 minutos de la capital de Antioquia.

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Pero además marcha a toda marcha la construcción del túnel Guillermo Gaviria Echeverri, en la exuberante montaña del Boquerón del Toyo, entre Santa Fe de Antioquia, Giraldo y Cañasgordas, que será en cinco años el túnel más largo de Latinoamérica.

Igualmente en el legendario sector de La Quiebra, en el Nordeste, se abrirá otro subterráneo vial para darle vía libre a la futura conexión norte en doble calzada.

Las 4G

Si hay algo que Antioquia le debe agradecer a la gestión presidencial de Juan Manuel Santos es que dejó caminando los proyectos de construcción de las vías de cuarta generación, 4G, o doble calzada en Antioquia y que tanto necesita esta región para mejorar su competitividad con los mercados internacionales.

En el 2018 los tres grandes frentes que se construyen en este territorio tuvieron avances, pero el nuevo gobierno nacional del presidente Iván Duque tiene el desafío de evitar que financieramente estos proyectos 4G de paralicen en la tierra de sus ancestros.

En el tramo Medellín – Urabá, donde se construyen las dobles calzadas Mar 1 y Mar 2, se solucionaron los problemas de los peajes en el Eje Bananero.

Y hoy una persona conduciendo a una velocidad moderada su automotor, invierte siete horas entre la capital de Antioquia y Apartadó, lo que es todo un logro y comodidad. En cinco años este trayecto se hará en unas cuatro horas.

Otro tramo que ya muestra sus progresos es la 4G denominada Conexión Norte, que comunica a Caucasia con Remedios y conectará en Maceo con la vía, que también será ampliada, Medellín – Barbosa – Cisneros – Puerto Berrío, que será una alternativa para llegar a la Costa Norte colombiana.

Y por el Sur y Suroeste antioqueño marcha la construcción de las dobles calzadas Pacífico 1 y Pacífico 2.

Pacífico 1, que comprende el tramo entre Primavera (Caldas)- Amagá y Bolomboló, está muy atrasado por la legalización predial.

El que muestra significativos avances es el proyecto de Pacífico 2 que une a Bolombolo con La Pintada, sobre todo el tramo entre Puente Iglesias y La Pintada, que muestra ya las características de una carretera de adecuadas dimensiones para el tránsito vehicular entre Antioquia y el sur del país.

El Tren

El gobierno departamental de Antioquia se trazó la meta de dejar en marcha la recuperación del tren en el tramo Amagá a Barbosa, atravesando toda el área metropolitana, para el transporte de pasajeros, carga y de basuras.

Pero la financiación de esta obra se afectó por la contingencia en Hidroituango, pues con la venta de energía el departamento iba a poner a marchar el tren.

Según el gobernador Luis Pérez a finales de este 2018 se trabaja en los diseños definitivos y para su financiación se escuchan propuestas de grupos del Canadá y hasta de los Emiratos Árabes.

Pero la gestión más prioritaria que se adelanta es conseguir que este proyecto quede incluido en el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno del presidente Iván Duque.