Este año habrá elecciones regionales, pero aunque las candidaturas se oficializarán en julio, algunos le hacen trampa a la norma para hacerse más visibles y buscar el favor popular a cómo de lugar.
Para algunos, un año común y corriente, para muchos otros el de las definiciones de futuro personal y colectivo. Como cada cuatrienio, en octubre habrá elecciones populares para escoger gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles de las JAL. Una campaña que, según el órgano electoral, comenzará en firme a mediados de año, pero que desde luego hace rato está en marcha.
La verdad es que los políticos de profesión siempre están en campaña. No importa si alcanzaron el poder o fueron derrotados en las urnas. Los primeros suelen usar los medios públicos y los presupuestos oficiales para afincar su imagen y con demasiada frecuencia para señalar a sus sucesores; los segundos recurren a la llamada opinión pública para, generalmente desde la voz de la oposición, mantener viva su llama porque entienden que su sueño, más que frustrado fue aplazado. Si para ello tienen que cambiar de partido, de jefe, de divisa o de premisa, casi nunca importa.
Pero a los ciudadanos debería importarles porque se trata del futuro colectivo, del modelo de ciudad o de región que nos proponen, de las prioridades, de la manera de gobernar. Y el modo de gobernar es, sin duda, la forma de obrar en la vida, el apego a los principios y a las maneras. Por eso, para muchos resulta extraño -hasta cuestionable- que un mandatario en ejercicio no señale ni haga guiños ni indique por quién va a votar o haga campaña abierta, en favor de un candidato, como suele hacer la mayoría. Y cuestionan también a quien cumple sus promesas, casi siempre porque ni siquiera las recuerdan o no las entienden, y a quien no vive en campaña o espera los plazos y las reglas de juego para actuar. ¿Cómo no les va a resultar extraño si no es lo más usual?
En la resolución 14778, la Registraduría fijó esas reglas, en octubre pasado. Es fácil de consultar y no debería ser difícil de aplicar, pues se trata de que todos los candidatos tengan las mismas oportunidades. Allí, por ejemplo, dice que solo a partir del 27 de julio, tres meses antes de la elección, se puede hacer propaganda electoral usando el espacio público. Pero algunos “vivos” empezaron mucho antes. No importa la excusa: un libro, el rechazo al uso de la pólvora, o ninguna, simplemente una valla fija o un carro-valla con el nombre de quien ya ha anunciado su intención de estar en el tarjetón.
Como ciudadanos, como potenciales electores, deberíamos preguntarnos si un líder encuentra la manera de hacerle esguince a la norma electoral para posicionar su nombre antes que sus posibles rivales, ¿es digno de fiar?, ¿podremos tener certeza de que, si es elegido, no usará esa misma habilidad para buscar su conveniencia antes que el bien común? En lo personal no me siento confiado, puede ser una de esas prevenciones que nos acompañan, pero me parece que quien jurará cumplir la Constitución y la Ley, no debería esperar la posesión para hacerlo.
Ese calendario electoral indica que la propaganda a través de medios de comunicación social solo será posible a partir del 31 de julio, 60 días antes de la elección. Candidatos, precandidatos y algunos que ni siquiera llegarán al tarjetón, buscarán la manera de sacarle el cuerpo también a esa fecha. Para eso, propondrán alianzas, peleas furtivas, apoyos sonoros y cuanto esté a su alcance para hacerse nombrar, para buscar figuración. Ojalá que entre esas estrategias se incluya la cada vez menos usual idea de hacer propuestas serias, responsables con el presente y con el futuro, modelos de gestión que nos ayuden a disminuir la inequidad y nos posibiliten vivir mejor.
Tenemos enorme responsabilidad los ciudadanos y los periodistas en la guía de esa opinión, sin caer en el proselitismo ni favorecer o perjudicar malintencionadamente a nadie. Para facilitar esa tarea, el Club de la Prensa de Medellín, publicará pronto un manual para el cubrimiento de elecciones, como un aporte a la democracia. Esperemos que resulte útil y que los ciudadanos se preocupen por informarse bien y comparar programas, más que dejarse influenciar por encuestas, populismos o apariencias.
El 27 de julio se sabrá con certeza quiénes serán los candidatos, pero su actuar desde siempre, su hoja de vida, sus amigos, marcará el camino. En las elecciones del 27 de octubre procuraré que mi voto respalde a quienes defiendan la vida como valor supremo, busquen la equidad y no se las den de vivos con las normas. Ojalá haya opciones así en el tarjetón.