Brasil es el ejemplo más impactante de corrupción nacional. Es también el país con el proceso judicial más denso a nivel regional gracias a la llamada operación Lava Jato. En los últimos días, los ciudadanos han salido a las calles a reclamar la destitución del presidente Michel Temer, como pasó con Dilma Rousseff el año pasado. La tensión es máxima en este momento, tanto que las Fuerzas Armadas fueron enviadas temporalmente a contener las protestas en las cuales se usaron bombas molotov contra instituciones públicas. En las marchas se pidieron reivindicaciones, como el regreso de Rousseff o de Lula para acabar con la crisis y reemplazar a Temer mientras se convocan nuevas elecciones presidenciales. Por su lado, el presidente actual rechazó cualquier hipótesis sobre su renuncia. Esa ruptura con la sociedad, que desconfía profundamente en la clase política, también provoca enfrentamientos entre los políticos. En tal situación, podría pensarse que los partidos de izquierda, como el Partido de los Trabajadores brasileño, aprovechen la divulgación de casos de corrupción para desacreditar a la derecha, sin embargo, según expertos consultados por EL MUNDO, no es el caso.
 
Una izquierda débil y fragmentada
El principal argumento que deja de lado cualquier subida de la izquierda en latinoamérica gracias a los juicios por corrupción, es la profunda división de esta tendencia. El socialismo tiene fuerza en pocos países de la región. Para Olmer Muñoz, docente de la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Pontificia Bolivariana, la crisis de la izquierda afecta más que todo a su tendencia radical. “Los que habían optado por el modelo de la revolución socialista chavista, se han visto involucrados en serias crisis institucionales, en una demagogia política y una concentración excesiva del poder. Los otros países que habían tomado su viraje a la izquierda, como Uruguay, simplemente han actuado de la manera más moderada posible para mantener una buena administración de los recursos y un clima de estabilidad y de gobernabilidad” explicó el analista. Las medidas y el método de gobernación no son los únicos elementos que justifican la crisis de la izquierda. Olivier Dabène, docente y miembro del Observatorio Político de América Latina y del Caribe de Sciences Po París, agregó que la izquierda “se debilitó inicialmente por el cambio de la coyuntura económica, después de un período de crecimiento económico acelerado y avances sociales que le permitió ganar muchas elecciones. La corrupción es un factor adicional que afecta al conjunto de los partidos políticos.” También agregó que las acusaciones de corrupción como arma política no son un fenómeno limitado a una clase política: “La corrupción siempre es denunciada por los partidos cuando están en la oposición. Ciertamente, la izquierda tuvo una imágen más virtuosa durante un tiempo, simplemente porque no tenía las mismas relaciones con el mundo de los negocios. ¡Eso era hace tiempo! Ahora no hay la menor diferencia entre la izquierda y la derecha en ese asunto.”
 
Una oportunidad para la derecha
El analista Giovany Areiza, politólogo y profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, listó una serie de ejemplos donde la derecha se aprovechó de los casos de corrupción para mejorar su imagen en la opinión pública y ganar elecciones cruciales. El más reciente ejemplo es el de Ecuador: recalcó que “hasta el 2014, la Revolución Ciudadana contaba con un 60 o 70 por ciento de popularidad pero, con el escándalo de Petroecuador, Lasso y la coalición de derecha usaron ese argumento. Las encuestas realizadas en 2015 mostraron que el tema de corrupción iba a afectar la victoria de Lenín Moreno. Fue tanto el problema de corrupción que tuvo que optar por una consulta popular.” El efecto de la corrupción se comprobó con unos resultados electorales estrechos: 48.84% para el opositor Guillermo Lasso y una corta victoria de 51,16% para el oficialista Moreno. Sin los escándalos relativos a Odebrecht y Petroecuador, posiblemente el final hubiera sido distinto. 

Otro caso actual: el de Venezuela. Aquí, Areiza calificó la situación como “un proceso de corrupción total” por la razón siguiente: “Tienen órdenes de captura contra familiares de Nicolás Maduro, se involucró a funcionarios del Gobierno venezolano en Estados Unidos, en España… Nuevamente juegan a favor de la derecha los argumentos para ganar las elecciones legislativas.” Además, la gravedad de la corrupción en el país vecino se asocia a la alta impunidad en los múltiples casos revelados por investigaciones periodísticas. Esa es una de las principales razones por las que la ONG Transparency International lo colocó entre los diez países más corruptos de 176 evaluados. Mirando hacia los últimos años, el caso de Bolivia tampoco es excepción: “Los casos de corrupción nacional, las empresas que estaban funcionando sin licencia, todo lo que implicó el abandono institucional a la población indígena, jugó a favor de los que optaron por oponerse al referéndum de Evo Morales” agregó Areiza. Finalmente, el analista recordó la última campaña electoral argentina, donde Mauricio Macri usó el caso de los fondos buitre para apartar al kirchnerismo representado por Daniel Scioli y asegurar su victoria. 
 
El caso de Colombia
En cuanto a Colombia, tampoco se puede afirmar que la izquierda tenga fuerza y legitimidad para desacreditar a la derecha. Principalmente se debe a que “en los últimos 20 años no ha habido una izquierda en el poder, más bien nos estamos dividiendo en dos derechas. En el caso del plebiscito sí se vio un conflicto ideológico. Pero acá, el argumento siempre fue el espejo: ‘No seamos como Venezuela’ y se satanizó a la ultraizquierda. Sin embargo, en el escenario electoral actual, no se puede decir que la derecha vaya a utilizar a Odebrecht para enlodar a la izquierda porque ni siquiera sabemos si la izquierda vaya a tener fuerza alguna”, recalcó Areiza. Con respecto a las preocupaciones que conciernen a la politización de las Farc, Dabène expresó profundas dudas en cuanto a un escenario donde la guerrilla tuviese un alto apoyo popular y se uniera a la izquierda actual. 
 
El futuro de la izquierda
La crisis que está sufriendo la izquierda da oportunidades para la derecha, según Olmer Muñoz. “Los gobiernos conservadores o de centro derecha se van a consolidar nuevamente gracias a las contradicciones que la izquierda de Evo Morales, de Kirchner y de Maduro, que han entrado en una debacle institucional. Esos gobiernos de izquierda, que se han nutrido del modelo socialista, no resisten hoy a un modelo de gobernabilidad como el que están planteando: excesiva concentración de poderes, de recursos, una cooptación de los medios de comunicación. Eso los ha llevado a la palestra pública como gobiernos que no han respetado la disidencia. En ese sentido, las izquierdas se han tumbado a si solas por sus contradicciones” explicó el analista de la UPB. Esto afectó en una menor medida al correísmo en Ecuador. Lenín Moreno entendió la necesidad de operar cambios y darle voz a la oposición, por lo que afirmó en su investidura que “no puede haber diálogo sin libertad de expresión”. Así marca un cambio con su predecesor, Correa, quien se había destacado por su particular intolerancia a los medios críticos. Los analistas concordaron en el hecho que este balance de la izquierda no marca su final a pesar de todo. Dabène matizó la situación recordando que globalmente, “la izquierda regresará, porque su balance de los años 2000 es más bien positivo y podrá reivindicarlo.” Según Muñoz, la razón por la cual la izquierda podría volver a ganar popularidad sería si adopta totalmente una política moderada y gobierna como la derecha, “con buenos recursos, una buena administración y un proceso de gobernanza con la población.”