Álvaro Tirado señala el valor de la historia para ayudar a encontrar respuestas en los momentos de profundos cambios sociales y de incertidumbre, como los que hoy vive nuestro país en tiempos de la implementación del Acuerdo de Paz, momentos similares a los que se vivieron en la década de los años 30, durante la República Liberal.
La reciente reedición, la cuarta, del libro Aspectos políticos del primer gobierno del Alfonso López Pumarejo del historiador Álvaro Tirado Mejía ha sido la oportunidad para que su autor, formado en el mundo académico más riguroso, haga la pedagogía del valor de la historia para ayudar a encontrar respuestas en los momentos de profundos cambios sociales y de incertidumbre, como los que hoy vive nuestro país en tiempos de la implementación del Acuerdo de Paz con las Farc, momentos similares a los que se vivieron en la década de los años 30, en la llamada República Liberal que lideró López Pumarejo.
Tirado muestra una nueva manera de entender la historia, que surge, en especial, a partir de la obra La Nueva Historia de Colombia (NHC), publicada en 1989 por la Editorial Planeta, un compendio de investigaciones de reconocidos historiadores adelantadas en varias épocas, a saber: 1. El Manual de Historia de Colombia (El Manual) publicado en tres volúmenes entre 1978 y 1980, bajo la dirección académica y científica del maestro Jaime Jaramillo Uribe con el patrocinio del Instituto Colombiano de Cultura-Colcultura, acontecimiento que se considera como un giro en la manera de presentar la historia, que rompió con la visión tradicional de interpretar los acontecimientos económicos, sociales y culturales de nuestro pasado nacional como resultado de la voluntad de algunos pocos dirigentes, políticos y/o guerreros. 2. La NHC donde se incluyen los tres volúmenes de El Manual y se agregan otros cinco nuevos libros hasta completar los ocho que conforman la obra completa, los cuales siguen los mismos lineamientos abiertos por El Manual, esta vez editados bajo la dirección académica y científica de Álvaro Tirado y 3. La publicación en 1998, también dirigida por Tirado, de tres nuevos tomos, donde se incluyen textos alusivos a los avances democráticos de la Constitución de 1991, a lo cual habría que agregar el reciente libro Los años sesenta, una revolución de la cultura de la autoría del mismo Tirado, así como textos de historiadores jóvenes, prueba de que la NHC sigue activa y produciendo acontecimientos culturales en nuestro medio.
Para este columnista no especialista en historia, el mayor valor práctico de la NHC es el ordenamiento de la publicación en volúmenes especializados sobre los aspectos que hacen parte de la cultura nacional, amén de su completa bibliografía. Sin esta valiosa guía, no me hubiera sido posible escribir Ingeniería y desarrollo nacional, artículo publicado por la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos en 1994, reeditado y reproducido en mi libro del 2018 Tiempos de ingeniería y humanismo.
Las analistas coinciden en reconocer que la NHC es el primer esfuerzo integrado hecho en el país por profesionalizar el estudio de la historia, mediante un riguroso método científico de análisis y confrontación de archivos, que en nada difiere del método experimental que los científicos de la naturaleza utilizan para la formulación de hipótesis y su consecuente verificación, mediante procesos de falsación popperiana. La investigación histórica adoptada por la NHC hace de la historia una ciencia de la misma categoría que las ciencias físicas y naturales.
Ni los directores de la NHC ni los historiadores que contribuyeron con sus ensayos a la publicación han pretendido desconocer los esfuerzos y méritos de los tradicionales manuales de historia nacional, ni los trabajos de la Academia de Historia y sus correspondientes academias regionales. De lo que se trataba, tal como lo anotó Jaramillo Uribe en el prólogo de la NHC, “...era hacer una nueva síntesis del pasado nacional que no sólo presentara aspectos de él tratados pasajera o marginalmente, por la historiografía nacional, sino que también abordara dichos temas utilizando los métodos y conceptos que en los últimos años han renovado la investigación histórica”.
Ahora una corta referencia al análisis que recientemente hizo Tirado en sendos reportajes concedidos a la Revista Semana y al Periódico El Tiempo, donde sugiere una homologación de los problemas que se debatían hace ochenta años, durante el gobierno de López Pumarejo y la Revolución en Marcha, en pro y en contra de las reformas estructurales que reclamaba y sigue reclamando este país. En aquella época el liberalismo propugnaba por la democratización de la sociedad, la equidad, la mejora de las condiciones de vida del mundo rural y urbano, la participación de la mujer en la educación y su ingreso a la universidad, lo mismo que la libertad de pensamiento, que conlleva la libertad de conciencia, de expresión y de cátedra. A todo ello se sumaba la necesidad del fortalecimiento del Estado Social de Derecho, la posibilidad del divorcio y del matrimonio civil y, no menos relevante, la supresión o limitación de las prerrogativas supraestatales de la Iglesia en la vida de los colombianos, afincadas en el Concordato y en la Constitución de 1886.
Hoy la mayor parte de los problemas que se debatían en los años 30 siguen sin respuesta. Aún persisten los conflictos tradicionales por la tenencia de la tierra, no sólo para los campesinos desposeídos sino de las víctimas que fueron despojados de sus posesiones por el conflicto armado, todavía se discute el papel del estado en la educación, la laicidad de la sociedad y continúa la disputa entre modernidad y tradicionalismo. En especial, y así lo pone de relieve Tirado, es preocupante la similitud de la oposición de las fuerzas de la derecha, a veces violenta, a los intentos de resolver la cuestión agraria que promulgaba la Ley 200 de 1936 y el ataque frontal de los sectores más reaccionarios a los Acuerdos de La Habana, que han frenado incluso la posibilidad de tener un catastro rural multipropósito.
Aunque como bien lo reconoció Jaramillo Uribe en el prólogo de la NHC no es posible trasladar el pasado al presente, ni muchos menos predecir el futuro, si preocupan las similitudes que resalta Tirado Mejía, entre la oposición a las reformas propuestas por la Revolución en Marcha y la frontal oposición de las actuales agrupaciones de la derecha, a cualquier intento de reforma que encamine el país hacia la reconciliación y la modernidad. Oposición que podría explicar la violencia partidista de los años 40 y 50 y que nos debe alertar sobre los riesgos que corremos, si se frustran los Acuerdos de Paz de la Habana.