El ingeniero e investigador Darío Valencia Restrepo describe la importancia, riqueza y profundidad del trabajo científico con perspectiva de interdisciplinariedad realizado por el prusiano.
Alexander von Humboldt construyó una enorme red de colaboradores que incluía científicos, expedicionarios, observadores y aficionados al conocimiento en diferentes campos del saber. Tuvo también la amistad y correspondencia con grandes poetas y humanistas de su tiempo. Ello le permitió enriquecer considerablemente su trabajo y publicaciones, pues la información obtenida en sus viajes la complementaba con imágenes o datos adicionales y, sobre todo, le permitió su visión integradora de diferentes fenómenos.
Uno de los más importantes miembros de dicha red fue el científico y filósofo británico William Whewell (1794-1896), quien acuñó dos palabras, una de las cuales nos sorprende que apareciera tan tardíamente: “científico”. La otra no recibió la misma atención en años posteriores, pero ha cobrado vigencia en las últimas décadas: “consiliencia”.
La consiliencia tiene un bello significado integrador, y de llamado a la unidad, para quienes trabajan en diversos campos: “saltemos juntos”. La palabra permanece como neologismo pues no ha sido aceptada por el DRAE. Pero vamos a ver que Humboldt, al igual que Leonardo da Vinci, encarnó el profundo significado de la consiliencia.
Humboldt es hijo de la Ilustración
Puede afirmarse que Humboldt es hijo de la Ilustración y de ese magno trabajo que es la Encyclopédie. Pero él va más allá al considerar el potencial de las disciplinas científicas para una interacción cuando se trata de observar y analizar la naturaleza, acorde con su visión de unidad en la diversidad y de las mutuas relaciones entre el mundo material y los seres vivientes. Con ese trabajo interdisciplinario, el prusiano inaugura una nueva era en el desarrollo científico.
Una portada y una imagen de una planta cuyo nombre honra a José Celestino Mutis
La visión sintética e interdisciplinaria de Humboldt es señalada por la distinguida humboldtiana Sandra Rebok cuando afirma que el prusiano no llevó a cabo un mero trabajo de análisis, sino que sintetizó sus elaboraciones. Esta labor de síntesis la pudo realizar gracias al concepto interdisciplinario que tenía de la ciencia. De hecho, el mérito de Humboldt no se debió tanto a logros específicos en un determinado campo de la ciencia, sino a su capacidad de detectar y analizar las conexiones entre los fenómenos. Su significado está en su concepto científico holístico, su manera de crear lazos entre las distintas disciplinas para comprender y representar el Nuevo Mundo.
Humboldt consideraba que el planeta Tierra debía estudiarse con una visión integradora y sistemática, para lo cual se requería una conjunción de ciencias que se ocuparan de flora, fauna, clima, paisaje, corrientes oceánicas y las diferentes culturas asentadas en ella. Esa novedosa concepción lo muestra como precursor de lo que hoy llamaríamos ciencias de la tierra o geociencias. El prusiano precede a Lovelock en la hipótesis Gaia al concebir la Tierra como un conjunto natural animado en el cual todo está entrelazado.
En una época que veía el surgimiento de disciplinas y profesiones separadas y compartimentadas, tal como lo reconocemos hoy, Humboldt se constituyó en un erudito con grandes conocimientos transversales en diferentes campos, de modo que su punto de vista no era solo científico, sino que incluía también política, historia, poesía, sociedad y arte.
Humboldt es hijo del Romanticismo alemán
Pero como heredero también del Romanticismo alemán, Humboldt expresa frente al paisaje no solo un interés científico sino un gran sentimiento que lo lleva a una experiencia estética, tal como lo ponen de presente sus láminas al respecto y la prosa que las acompaña, en especial cuando estudia la geografía de las plantas. Obsérvese, por ejemplo, su famosa lámina conocida con la expresión alemana Naturgemälde (Cuadro de la naturaleza), en la cual nos muestra la variación de la vegetación y de las especies animales no solo con la altitud sino con toda clase de variables relacionadas con el clima, la geología, los suelos, composición del aire, la luz… tal como puede admirarse en la figura de este artículo. Vemos entonces que Humboldt es autor de representaciones que no solo son científicas sino también artísticas. Además, el prusiano puede considerarse como creador de la moderna infografía.
Por otra parte, Francisco José de Caldas también nos ofrece un aspecto artístico en algunas de sus láminas sobre los Andes del actual Ecuador, tal como puede verse en la figura que acompaña este artículo. Obsérvese que esta no tiene ningún dato científico, al contrario de muchas otras del mismo autor, pues solo presenta un bello paisaje que da gusto contemplar.
Arte en Humboldt
La distinguida artista colombiana Beatriz González comenta lo siguiente:
“¿Por qué no figura Humboldt en las historias del arte? Según Hanno Beck: ‘Sus propuestas sirvieron de orientación a los naturalistas y a los artistas viajeros hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX. Estos últimos crearon imágenes de gran claridad científica y considerable calidad artística. Sin embargo, la crítica de arte alemana, muy conservadora, que rechazaba la pintura al aire libre y la técnica de bocetos al óleo, apenas las tuvo en cuenta. En contra de las esperanzas de Humboldt, pocos motivos tropicales se incorporaron a la pintura paisajística europea’. Si su nombre no figura en la historia del arte europeo, en la de América debería ser un capítulo imprescindible”.
La lámina más famosa de Humboldt sobre la geografía de las plantas, conocida como Naturgemälde en alemán (Pintura de la naturaleza)
En la Introducción al libro Vistas de las cordilleras y monumentos de los pueblos originarios de las Américas, Vera M. Kutzinski y Ottmar Ette escriben:
Arte, naturaleza y ciencia se permean mutuamente en forma efectiva, en el que sin duda es el libro de Humboldt más atrevido formalmente. En vez de escribir una obra puramente ilustrativa o convencional sobre viajes, el prusiano regresó a los principios estéticos presentes en la geografía de las plantas, un trabajo en el cual se aproximó con diferentes medios de expresión a la ciencia. Ello le permitió mezclar esos medios de expresión, a la vez que establecer una interrelación entre texto e imagen. Fue una técnica que hizo más atractivos los fenómenos naturales a la vista del lector.
Por otra parte, José Celestino Mutis, director de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, creó en Santafé de Bogotá una escuela de pintores que, según el propio Humboldt, tenía los mejores pintores de flores en el mundo. Quien haya contemplado las láminas de dicha Expedición, observará que no solo presentan en forma fidedigna las diferentes fases de determinada planta, sino que lo hacen con una composición artística. Aquí otro ejemplo de la conjunción de ciencia y arte.
Humboldt como humanista
A pesar de su origen noble y sus relaciones con la corte prusiana, Humboldt criticó el colonialismo y la esclavitud como uno de los mayores males existentes. Además, llevó a Europa, después de su viaje americano de 1799 a 1804, una visión del Nuevo Mundo objetiva e ilustrada que disipó falsas creencias y miradas despectivas a sus habitantes. Respetuoso y admirador de culturas precolombinas, escribió este luminoso pasaje:
Este pueblo, que fundamentó sus festivales según el movimiento de las estrellas y que grabó sus celebraciones sobre monumentos públicos, alcanzo así un más alto nivel de civilización que el reconocido por Pauw, Raynal e inclusive Robertson, el más juicioso de todos los historiadores de las Américas. Estos autores miran como bárbaro cualquier estado de humanidad que diverja de la noción de cultura que ellos han establecido, basada en sus propias ideas sistemáticas. Nosotros simplemente no podemos aceptar tal fuerte distinción entre bárbaros y gente civilizada.
Los dos autores antes mencionados también señalan que logos y mitos van de la mano en el libro Vistas de las cordilleras y… A partir de sus contactos e investigaciones relacionados con los pueblos de América, Humboldt se vio frente a un gran número de mitos que describió en sus escritos. Ficción e imaginación juegan un papel esencial en sus narraciones, desde el mito fundacional de Tenochtitlán, hoy ciudad de México, hasta el mito de Bochica, en lo que más tarde sería Colombia.
Un hermoso detalle de los Andes del actual Ecuador, según concepción de Francisco José de Caldas
Su visión humanista lo llevó también a preocuparse por el futuro de nuestro planeta. En su excursión de varios meses con su compañero Aimé Bonpland por tierras de lo que hoy es Venezuela, observó en las cercanías del lago Valencia el avance de la deforestación, algo común y celebrado en la Europa de entonces. En forma acertada criticó esa destrucción de las selvas tropicales, pues dedujo que esos cambios del paisaje perjudicaban el régimen de las aguas y deterioraban el suelo. Sin duda un adelantado para su tiempo, con nociones precursoras de la actual ecología.
La consiliencia
Este concepto ha recobrado vigencia gracias a los recientes v trabajos de Edward O. Wilson, quien considera que las humanidades, como la filosofía, la historia, la ética, la religión comparada o la interpretación de las artes, se aproximarán cada vez más a las ciencias y en parte se fusionarán con ellas. Dicho autor considera que los grandes problemas de nuestro tiempo, como los conflictos étnicos, la escalada armamentística, la superpoblación, el aborto, el medio ambiente o la pobreza endémica, no podrán resolverse sin antes integrar conocimientos procedentes de las ciencias naturales con los de las ciencias sociales y las humanidades. Sólo el flujo a través de las fronteras proporcionará una clara visión del mundo tal y como es realmente, y no tal y como se percibe desde las ideologías o los dogmas religiosos.
No se puede adquirir una perspectiva equilibrada estudiando las disciplinas a retazos (sobre todo porque no hay tiempo material para ello), sino a través de la búsqueda de la consiliencia entre ellas. Tal unificación es compleja, según Wilson, pero es inevitable. En la medida en que las brechas entre las grandes ramas del saber puedan reducirse, la diversidad y la profundidad del conocimiento aumentarán (ver https://tinyurl.com/Wilson-Integracion).
Humboldt encarnó esa consiliencia, al igual que muchos años antes Leonardo da Vinci. Podemos entonces decir que el prusiano fue el último de los renacentistas.