Es una torpeza regresar a una discusión aparentemente superada y desde hace varios años. Es hora de pasar la página y consolidar los acuerdos.
La decisión del presidente de los colombianos, doctor Iván Duque Márquez, de objetar por inconveniencia el proyecto de ley estatutaria de la Jurisdicción Especial para la Paz es, en mi sentir, una carencia de pragmatismo que le puede dar, ocasionalmente, réditos en las encuestas pero que terminará por profundizar la polarización existente y por alejarlo de por lo menos la mitad de los colombianos. El presidente ha sucumbido al ala más radical de su partido.
Si estamos frente a un acuerdo de paz (malo, regular o bueno), que por lo menos un porcentaje importante de la antigua guerrilla de las Farc está cumpliendo; si esos acuerdos de paz han recibido el aval de constitucionalidad y legalidad por parte de la Corte Constitucional; si la comunidad internacional mira con beneplácito el acuerdo, es una torpeza regresar a una discusión aparentemente superada y desde hace varios años. Es hora de pasar la página y consolidar los acuerdos. Lo otro es generar más incertidumbre, con los peligros que esto entraña: miles de hombres dispuestos a regresar a la guerra por incumplimiento y hostilidad del Estado.
Lo extraño de las objeciones presidenciales son los argumentos consignados. Manifiesta el presidente que las hace por inconveniencia, pero todos sus argumentos son eminentemente jurídicos y más concretamente de carácter constitucional. Es decir, que disfraza de inconvenientes lo que son realmente razones constitucionales, tema ya dirimido por la Corte Constitucional al pronunciarse en el control previo que dispone la Carta Magna para las leyes estatutarias. Desconoce el Presidente, mal asesorado y peor aconsejado, lo que en derecho ya dijo el órgano de cierre en esas materias. En un Estado Social de Derecho este episodio no es irrelevante y por el contrario es un desconocimiento a la separación de poderes y a lo dispuesto por el alto tribunal constitucional. No podemos desconocer que el Presidente está en todo el derecho de objetar ese proyecto de ley por inconveniente, pero no por asuntos constitucionales, así los adorne como si se tratara de inconveniencia.
De otro lado, resulta altamente patético que el doctor Duque despache, inmediatamente produce sus objeciones, al canciller Carlos Holmes Trujillo a que visite a las Naciones Unidas a explicar su determinación. Igualmente reunió al cuerpo diplomático acreditado en Colombia con iguales intenciones y ha programado una visita a uno de los lugares de concentración de la “guerrillerada” para tranquilizarlos frente a la decisión tomada. Me cabe una pregunta obvia: ¿Si la decisión es la correcta, sí es necesario dar tantas explicaciones? Me temo que no.
Me resta reconocer que el episodio narrado ha dejado dos grandes lecciones: 1- Se inauguró la llamada “réplica” en los medios de comunicación establecida recientemente en una ley que le otorga garantías a la oposición, en desarrollo de los acuerdos entre Estado y Farc. La doctora Juanita María Goebertus Estrada, joven representante a la Cámara, intervino en nombre de todos los partidos y movimientos de oposición para rebatir los argumentos del presidente Iván Duque y a fe que lo hizo con seriedad, altura y argumentos y 2- Está dejando al descubierto un terrible odio de parte de algunos sectores del partido de Gobierno contra la Farc, que indudablemente atenta contra la anhelada paz.