Con la puesta en funcionamiento de la planta de tratamiento, Aguas Claras, en el municipio de Bello, el río Medellín dejará de recibir 140 toneladas de desechos. La obra, con un retraso de tres años, tuvo un costo final de $1.6 billones.
Luego de la inauguración el pasado martes en Bello de la planta de tratamiento Aguas Claras, Empresas Públicas concluyó su último gran proyecto con miras a la recuperación del río Medellín. Esta planta se suma a la de San Fernando en Itagüí que empezó a operar en el año 2000, y beneficia con su entrada en funcionamiento a más de dos millones de habitantes en el valle de Aburrá. La obra, que es la más grande de su clase en Colombia y una de las más modernas de Latinoamérica, tomó 6 años de construcción y una inversión de $1,6 billones.
Esta recolectará el 84% de las aguas residuales de la subregión.
Tras la fundación de Empresas Públicas de Medellín en la década de los cincuenta, se empezó a pensar en cómo sanear las aguas negras de la ciudad. Desde 1986, cuando se llevó a cabo una modernización de las tuberías y los colectores del centro y sur del valle de Aburrá, se inició el saneamiento de las cuencas de estos sectores, tales como La Justa, La Estrella, la Doña María entre otras, todo como un trabajo previo a lo que luego sería el proyecto de la planta de tratamiento de agua de San Fernando, encargada de filtrar los residuos de los municipios de Sabaneta, Envigado, Itagüí y el corregimiento de San Antonio de Prado.
Una vez puesta en funcionamiento la primera planta en el año 2000, se emprendió la depuración de las cuencas del centro y norte del valle, entre ellas Altavista, Santa Elena y La Rosa, y a construirse el Interceptor norte del río como parte integral de lo que entonces, era el último megaproyecto a futuro de EPM para el tratamiento de las aguas residuales de la región, la planta Aguas Claras.
Dentro de las innovaciones de este proyecto está el uso del material orgánico extraído de las aguas negras, para generar entre el 30% y el 80% de la energía que consume la planta. Esto consiste en un sistema de biodigestores —estructuras diseñadas para contener materia— que usa los lodos extraídos en el sistema de tratado para producir electricidad. También hay lodos que son secados y usados como abono para actividades agroindustriales.
La planta es sólo uno de varios proyectos que, integrados, buscan tratar las aguas de todo el valle y que, según el alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, abarcó la renovación y construcción de toda la tubería del centro de la ciudad, de las redes internas, “hablábamos de 103 vertimientos de aguas residuales que llegaban a la quebrada Santa Elena y a otras, y que después llegaban al río, y así en toda la ciudad”, explicó en el marco de la inauguración de Aguas Claras. Con estas obras complementarias en el centro, las aguas residuales llegan ahora a esta planta de tratamiento.
Adicionalmente, la construcción de esta planta en Bello incluyó la construcción de más de 4.000 kilómetros de redes de alcantarillado, cuyo sistema está diseñado para filtrar y tratar las aguas y verterlas luego al río, disminuyendo tanto su afectación como la de las demás corrientes de agua, río abajo. Este sistema, se estima, impide que 140 toneladas de residuos contaminen el afluente diariamente.
De acuerdo con el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Ricardo Lozano Picón, este nuevo logro de EPM, se suma a la meta nacional “de llegar al 54% del tratamiento de nuestras aguas residuales en Colombia”; es decir, Aguas Claras le aporta el 4% a esa meta que tiene el Gobierno Nacional de avanzar en los procesos de saneamiento de ríos en todos los municipios del país.
Aunque se preveía su terminación para 2015, según el gerente de EPM, Jorge Londoño de la Cuesta, el retraso en la entrega de la Planta se debió a falta de coordinación; aunque, no entró en detalles.
Esta “falta de coordinación” refiere exactamente, entre el Consorcio HHA (Hyundai Engineering CO y Acciona Agua S.A.U.), encargado de la construcción, y los subcontratistas; este percance provocó que el 4 de julio de 2017 el Concejo de Medellín citara a debate al Gerente de EPM para revisar la ejecución de Aguas Claras. El motivo que los convocó —según reza el acta 296, de la sesión plenaria—, fue la demora en las obras y sus sobrecostos. En septiembre de 2012, iniciada la ejecución del contrato con el consorcio HHA, se establecía como fecha de entrega septiembre de 2015. Los costos que se previeron entonces fueron el total de 1 billón 55.000 millones de pesos, y la inversión final fue de $1,6 billones.
Según el gerente en dicho debate, el Consorcio no cumplió el contrato al sobrepasar la fecha límite de entrega, por lo que EPM llevó el caso a una comisión de resolución, que determinó quién debía pagar los sobrecostos de interventoría y administración que sumaron un total de $70.000 millones, hoy reclamados a HHA. A pesar de la disputa jurídica la obra no se detuvo ni se buscó un nuevo contratista, pues ello supondría mayores sobrecostos y retrasos para la construcción.
Los otros $630.000 millones de aparentes sobrecostos, según Londoño de la Cuesta, se debieron a: primero, la compra por parte de Aguas Nacionales (filial de EPM) del terreno para la edificación, que tuvo un costo de $120.000 millones. Segundo, la adición en el proyecto del sistema de secado de lodos extraídos a las aguas negras, que costó 158.000 millones. Tercero, la UVA construida para integrar a la comunidad, la cual inicialmente no se había decidido su inclusión y cuyo costo fue de $15.000 millones. Por último, aseguró que el aumento en la tasa de cambio y la reforma tributaria de 2013 sumaron 60.000 millones al costo final.
Según Fabián Darío Gómez, representante de Sadevent, una compañía multilatina contratista del Consorcio, y que estuvo presente en ese debate, las demoras se debieron a una “falta de control por parte de la interventoría y el dueño del proyecto”. Afirmó que los retrasos por parte de su empresa se debían a que la ‘ingeniería detallada’, requerida para la ejecución de su trabajo, no fue entregada en su totalidad y en los tiempos acordados.
Otros representantes de distintas empresas subcontratistas que intervinieron ese día, aseguraron que hubo demoras en pagos, y malentendidos con la interventoría. EPM a esto respondió que, aunque no era directo responsable, pues como compañía solo se entendía con el Consorcio, haría lo posible por solucionar dichas problemáticas. La conclusión del Concejo en el debate fue que la obra era necesaria y las modificaciones a los contratos estaban justificadas.
Una de las propiedades cruciales de las plantas de tratamiento de aguas, como la San Fernando, y ahora, Aguas Claras, es la de oxigenar el agua hasta en 5 miligramos por litro. La ingeniera ambiental Sol Ochoa Osorio explica la importancia de estos procesos en los siguientes términos: “Hay que entender que un agua residual típica contiene materia orgánica en gran concentración.
Al descargar esta agua en un lago o río, la materia orgánica es degradada por los microorganismos y ocasiona que se consuma el oxígeno, matando a la fauna acuática. La materia [orgánica] sirve para que proliferen los organismos patógenos [que enferman] que contiene el agua residual, de manera que, cuanto más contaminada está, mayor el tiempo y el peligro que representa”.
Aunque la entrada en funcionamiento de Aguas Claras es una buena noticia, la ingeniera ambiental, del Colegio Mayor de Antioquia, asegura que la recuperación total del río es muy difícil, pues no todos los vertimientos son controlados; y además, aunque el agua sea tratada, al venir de aguas residuales, siempre tendrá afectación. “El impacto ambiental de los vertimientos al río se disminuye cuando lo tratan, pero no se elimina. Siempre se busca que el impacto sea el mínimo, porque llevarlo a cero sería no verter” afirmó.
Todo empieza en las casas, industrias y calles con servicio de alcantarillado en el Valle de Aburrá, cuyas aguas sucias del lavamanos, lavaplatos, ducha, inodoro y demás desagües bajan a las tuberías, vertederos, ramales colectores e interceptores en el caso del centro y norte de la ciudad. Antes, las ‘aguas negras’ caían en las quebradas o vertederos que llegaban directamente y sin tratamiento al río Medellín, contaminándolo y provocando entre otros problemas ambientales, enfermedades y malos olores. Lo que EPM pretende es que el agua no llegue sucia al río, sino que se desvíe por una alcantarilla paralela (los interceptores) hasta que se trate, en el sur del valle, en la planta San Fernando; o en el centro y norte, en la planta Aguas Claras. Este servicio es pagado por la ciudadanía a través del cobro de alcantarillado en la factura de servicios de Empresas Públicas.
Una vez en la planta el agua pasa por seis procesos. El primero, a través de una serie de rejas de distintos tamaños, retiene los elementos contaminantes más grandes, como tablas y escombros. Luego, el agua es mezclada con arena, y entra en un sistema desarenador con el propósito de retener elementos orgánicos. Terminado el último proceso, una estación de bombeo lleva el agua a tanques de sedimentación, donde se separan también elementos orgánicos. El agua residual termina en tanques de aireación, y tras pasar por una nueva sedimentación, que acaba de filtrar elementos contaminantes, es vertida de en el río.
Además de la planta de tratamiento, Empresas Públicas construyó frente a la obra, la UVA (Unidad de Vida Articulada) Aguas Claras, la más grande de su tipo en el Valle de Aburrá. La construcción fue pensada para integrar la plata a la comunidad de Bello, generando espacios de uso común como un auditorio, zonas verdes para jóvenes y adultos, un lugar apropiado para los niños, a más de la oferta, por parte de EPM, de ejercicios pedagógicos cotidianos para los visitantes. “Nos sentimos felices, porque primero era un territorio donde se venía a entrenar, a aprender a manejar carro, hacer camping, y muchas cosas, pero ahora tenemos la oportunidad de disfrutar un sitio agradable, donde nos enseñan y podemos venir los adultos mayores, los niños y todo el mundo y aprender, porque nos han enseñado muchísimo”, expresó doña Nuria, líder comunal del municipio de Bello presente en la inauguración de la planta.
El Gerente de EPM aseguró que el gran proyecto de Aguas Claras no es el final del camino en materia de recuperación del río. “No hemos parado, seguimos trabajando intensamente, tanto en el cuidado de las cuencas como en el cuidado de las quebradas, seguir recogiendo vertimientos, que la gente no nos haga vertimientos a las quebradas ni al río, sino que los llevemos a las redes de alcantarillado, y seguir nuestro plan de saneamiento hacia el norte del Área Metropolitana. (…) El 14% de agua que nos queda faltando será manejado con una planta de tratamiento de menores dimensiones”, dijo el ejecutivo, y agregó que además de dichos objetivos, quedan pendientes la construcción de un interceptor en el sur, la modernización de la planta San Fernando que permita la filtración de residuos de los municipios de La Estrella y Caldas, y el saneamiento de cuencas tales como La Iguaná, La García, El Salado y La Volcana.
1. Saneamiento cuencas Valle de Aburrá:
• Construcción de colectores en otras cuencas, Iguaná, La García, Rodas, Piedras Blancas, El Salado, La Volcana.
• Saneamiento 143 cargas residuales.
• 189,6 kilómetros de nuevas redes de alcantarillado.
2. Interceptor sur. (a partir de diciembre de 2018):
• 14 kilómetros de tubería.
• 110.000 habitantes beneficiados.
• $190.000 millones en inversión.
Modernización de Ptar San Fernando.
• Tratará aguas residuales de los municipios de Caldas y La Estrella.
• Duplicará los metros cúbicos de capacidad.
• $42.000 millones de inversión.
¿Qué es un colector?
Son las tuberías a las que llega el alcantarillado de su hogar, su longitud es mediana, e impiden la contaminación de las quebradas. Van paralela a estas y desembocan en un interceptor.
¿Qué es un interceptor?
Son tuberías de gran tamaño paralelas al río y que impiden que las aguas negras lleguen al afluente. En estas desembocan los colectores y llevan el agua residual a las plantas de tratamiento.
El interceptor norte, con un diámetro de entre 2,2 y 2,4 metros, tiene un caudal promedio de 5.0 metros cúbicos por segundo. Está entre los 10 y 23 m bajo el nivel del suelo.