La filósofa húngara Agnes Heller fue una de las grandes pensadoras del siglo XX, esta es una introducción a sus ideas.
De la condición crítica es lo que, sin duda, en los principios de Heller, es lo principal, y esa condición crítica es la que lleva a la crisis, por lo que la crisis es lo que hace y estructura la condición crítica. No se trata de intervenciones mediadas solo por la necesidad de participar en la historia ni de decirse a sí mismo que se participa en la historia, sino como, desde una posición crítica, en crisis, se hace esa intervención y para qué.
En Heller es eso, se trata de eso, por eso dice que es necesario saber para qué se dice y para qué se interviene y desde dónde. ¿Qué sentido tiene intervenir, cuando no se tiene principios para hacerlo, desde donde hacerlo? De no tener la intervención quien la escuche, para quién se hace, qué carácter tiene, pues no es necesario intervenir.
En su crítica al pluralismo, lo dice; en su crítica a la historia, lo dice; en su crítica al arte, lo dice; en su crítica a la ética, lo dice; en su crítica al teatro, lo dice; en su crítica a la filosofía, lo dice; en su crítica a la política, lo dice. ¿A quién y por qué?: “La cuestión no es si aún se pueden pronunciar juicios de gusto, juicios estéticos o juicios reflexivos en general, sino si importa en absoluto que uno pronuncie tales juicios, para quién y para qué”. Todo ello, está contenido en la vasta totalidad de su obra.
La crisis, entonces, se hace crítica cuando esto es lo que se busca, cuando la intermitencia cesa en la medida en que otro escucha, al escuchar se pone en movimiento, críticamente, racionalmente, desde la intensidad racional del interés de participar, de intervenir. Mediar no es lo esencial aquí. La intervención se hace para dominar, para dominar en la perspectiva de la construcción en el momento mismo en que se dice, de una conciencia otra, que tiene que ser otra y no la misma, para que se dé de una manera dimensionada la existencia de más crítica, se dimensione la crítica. Y entonces, la crítica no tiene medida sino en la realidad en la que se incruste para hacerse realidad.
Relativismo y pluralismo en Heller
Esa realidad nueva, es entonces resultado de la crítica. Y la crisis, continúa por ella es la inestabilidad de lo que no cesa de estar en movimiento, que es la transformación de la realidad. La duda de Heller se concentra en ese para quién y para qué.
Obra Una filosofía de la historia de Agnes Heller.
Y también para Heller se hace básica la posición crítica, que sí como tal se quiere tener efecto y resultado, no puede ser ni realizarse desde lo que ella indica que es lo plural, que es el pluralismo: “El relativismo cultural reconoce al otro y, al hacerlo, también satisface la norma kantiana del pluralismo. Pero esta es una clase falsa de pluralismo, una reciprocidad asimétrica. En la situación de pluralismo auténtico todos emiten su juicio degusto con entera convicción. Estos juicios son diferentes. También pueden ser inconmensurables. Pero importan. La controversia permanece abierta después de que cada participante ha clarificado en cierta medida su posición. Y así todos se enriquecieron. Pero, si uno de los participantes se disculpa por su juicio o por haber hecho algún juicio, y si añade que el juicio de los otros es tan bueno como el suyo, entonces juega de manera tramposa”. (…) (1)
Ya que cuando se trata del pluralismo, no esta dimensión que propone e intenta Heller, que tiene como base la posición crítica, es cuando a ese pluralismo, le es ocluida su verdadera verdad, su dimensión de verdad. Es necesario tener una preocupación por la verdad, la preocupación por la verdad está en saber escuchar al otro, en percibir al otro, para que ese otro pueda intervenir y participar, no como nosotros lo haríamos, dice Heller, sino como él tiene que decirlo, su forma; como él pueda hacerlo, su realización real.
Nadie siente deseos de involucrarse con otro, en un movimiento determinado, si el mismo no es causa de ese movimiento, es lo que llamamos, intervención. Y eso mismo ocurre entonces a la hermenéutica, desde su posición crítica, como lo dice Heller, porque la hermenéutica, como medio de comunicación de los seres humanos: “Es omnipenetrante: los que están en contra de la hermenéutica son también hermeneutas. Los hermeneutas median el pasado con el presente, repiensan (o creen que han repensado) aquello que una vez había sido pensado; reinterpretan aquello que una vez había sido (o ellos creen que ha sido) interpretado, lo subvierten. Dan significado mediante un significado prestado, infunden vida en el presente con sangre ajena”. (2)
Aristóteles y el mundo antiguo, obra de Heller.
No resuelve entonces la intervención en la realidad, se contradice con la crítica, se muestra irrelevante ante la condición de la crisis, es innecesaria en medio de la participación en la naturaleza humana, dado que no forma una determinada conciencia sobre ella. No lleva a nuevas consideraciones sobre el humanismo, no dice nada de él, no lo observa ni le interesa observarlo. No le interesa.
Intervención y relación desde el teatro
De manera que la intervención, se hace también desde el arte, desde el teatro. Es el teatro quién dice de la realidad, del metateatro como la metarrealidad, que puede decir de la posición crítica, de la condición de crisis, de esa inmensa relacionalidad que en sus textos nos proporciona Heller.
Combinaciones extraordinarias del arte que nos dicen su lucidez crítica. Y para Heller, Eurípides es con quién relaciona más su visión del mundo, su realidad natural del sentir la inundación en sí del conocimiento, no desde la deducción, sino desde la brusca intervención que hace en ella, en su masa sensible.
Por eso nos dice de Eurípides que: “El interés de Eurípides por el hombre privado se manifiesta ya de entrada en los temas elegidos. En los trágicos precedentes, las pasiones de los personajes eran pasiones ligadas a la vida pública. Los sentimientos privados no se representaban o, en todo caso, no constituían móviles para la acción. Los dos primeros trágicos no conocían el amor, ni siquiera en la forma ya vigente. Hemón no se sacrifica por Antígona porque esté enamorado de ella, sino por su frustración que siente al perder a la princesa que le había sido prometida y, por otro lado, porque sabe muy bien que la joven tiene razón contra su padre Creonte. En cuanto a Antígona, su actitud no está en modo alguna condicionada por los lazos que unen a Hemón”. (3)
La teatralización de la condición crítica, de la crisis, es de esa manera, la tendenciosidad que propone la tentativa del conocimiento de Heller; donde radica su base sensible, controversial y transformadora del mismo. Y es allí donde se posiciona la reflexión crítica de la crisis de Agnes Heller sobre ella misma, sobre nosotros y sobre el mundo.
Esa ha sido y será su intención. O una de sus dimensionadas intenciones, que serán medio para continuar las reflexiones críticas sobre el presente, que tanto le fascinaba en su mediación, en sus rotundos movimientos. De lo inestable a lo estable, de lo estable a lo inestable, ese es el movimiento de la reflexión helleriana, que nos queda, que nos ha quedado del movimiento de su vida, la muerte.