Una ciudad que ha obtenido muchas y extraordinarias distinciones, bien puede tomar la decisión desde su Concejo Municipal de adoptar un evento de deporte infantil y juvenil.
No sobra repetirlo. Medellín lleva ya más de tres siglos demostrando una pujanza ejemplar, ha superado complejos procesos de crecimiento y desarrollo y ha afrontado crisis profundas con éxito y una decisiva voluntad de vida. Fue el epicentro del crecimiento de la minería del oro y motor de impulso a la caficultura y eso la convirtió en una urbe que afrontó con solvencia y liderazgo el proceso de ser el eje comercial de un proceso importante para la región y el país. Luego, con los capitales generados, afrontó con éxito la industrialización. De esos retos y su superación quedó una ciudad con capacidad de interrelación y conciencia de su potencial para liderar la modernización del país. Victoriosa ha superado otras crisis muy hondas que la han puesto a prueba. El mundo ha reconocido esas capacidades. Haber obtenido numerosos premios es prueba de ello. El Lee Kuan Yew World City Prize, la puso al nivel de las ciudades con el mayor desarrollo urbanístico y social; el MobiPrize en 2015 le reconoció la calidad al sistema de transporte que beneficia a toda la ciudadanía. Enumerar esos múltiples reconocimientos no viene al caso pues nos visitan expertos de todo el mundo a aprender cómo es que se hacen las cosas bien en materia de convivencia, urbanismo e innovación. Sabemos todos que hay falencias, en esa tarea estamos.
Una ciudad que ha obtenido muchas y extraordinarias distinciones, que entrañan un reconocimiento a una ejemplar gestión que tiene ya varios siglos de tradición, bien puede tomar la decisión desde su Concejo Municipal de adoptar un evento de deporte infantil y juvenil. Ese evento que empezó como de ciudad se ha convertido en un evento de país y tiene la importancia decisiva de ser una saludable manera de incorporar a los niños y los jóvenes a la actividad deportiva. La iniciativa comenzó en los años 80´s como torneo de Babyfútbol, luego se llamó Ponyfútbol y desde hace un par de años se denominó Festival de Festivales. Ha sido una saludable manera de invitar a futuras generaciones a utilizar su tiempo libre en la práctica deportiva y así alejarlos de algunos espejismos que resultan letales en su formación.
Siempre a fin de año la ciudad se vuelve un punto de concurrencia pues no solo viajan los niños con sus padres, vienen entrenadores y árbitros, dirigentes y personal de apoyo que retornan a sus lugares de origen maravillados con todo lo bueno que se puede obtener del deporte y la salud.
Desde hace tres décadas esa espléndida iniciativa se ha consolidado finalmente como Festival de Festivales y la organiza la Corporación Deportiva los Paisitas; el año pasado convocó poco más de 39000 niños de 15 disciplinas deportivas y en sus finales, en el mes de enero en las instalaciones de la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, congregó familias enteras, activó el sistema de movilidad de la ciudad, los restaurantes, el sector hotelero, los vendedores formales e informales. Es una buena idea darles una mano desde el Concejo de nuestra ciudad certificándolos como un evento de ciudad.
Ya la ciudad realiza eventos que tienen respaldo del Municipio y su Concejo, del Departamento y de la Nación. Creemos que muy pocos como este tienen un efecto de salud tan importante pues el deporte organizado es una fuente de promoción para los mejores valores que hacen a una sociedad sostenible y fuerte: planeación y preparación, trabajo por objetivos nobles, canalización de los mejores energías físicas y espirituales, respeto por las reglas y las instituciones, sana competencia y emulación de los mejores.