A propósito de nuestra niñez

Autor: Paula Escobar Gutiérrez
21 abril de 2019 - 09:02 PM

Gen Cero es el movimiento nacional que nació como un sueño ambicioso, que ha cabalgado sin tregua por rutas pedregosas, y que 6 años después reafirma la necesidad de existir.

Medellín

Paula Escobar Gutiérrez

El tiempo que se dedica a pensar y actuar por los niños vulnerables de Colombia, trae réditos invaluables. La convicción personal, el compromiso colectivo y el deber patrio que anima a la sociedad civil a trabajar por la niñez y que poco a poco ha logrado ganar en su nombre terrenos antes baldíos, permiten poner en perspectiva la incidencia de causas como Gen Cero, el movimiento nacional que nació como un sueño ambicioso, que ha cabalgado sin tregua por rutas pedregosas, y que 6 años después reafirma la necesidad de existir porque la consigna es hacer un aporte al país, para la posteridad.

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Sabemos que luego de acordar un norte, no es fácil luchar por conservar la dirección blindando cada paso para evitar concesiones que pueden ser justificables en una sociedad a la que le sobran dolores e insatisfacciones, muchas prevenibles y absurdas. Luego, el foco nos ha permitido permanecer alerta y nos ha abierto la puerta del conocimiento que ha traído también sabores agridulces en este proceso constante de descubrimientos y experiencias. Lo que ahora sabemos, quizá antes lo intuíamos con sentido común pero no con evidencias científicas, y esto tiene un impacto de doble efecto.

Por un lado nos tranquiliza la objetividad y el rigor para decidir e incidir en la toma de decisiones gubernamentales, pero por otro lado, también este aprendizaje hace que se profundice el anhelo por multiplicar este saber que ondeamos para mostrar con vehemencia que sí existen soluciones posibles para el progreso y la equidad de nuestra sociedad.

De alguna manera este saber que nos ha transformado progresivamente y nos ha orientado tanto, hace que nos duela un poquito más cada día el hecho de que elementales preguntas tengan tan lejanas e increíblemente difusas las respuestas en cada territorio colombiano en casi todos los espacios donde nuestros niños se juegan el bienestar de su presente y de su futuro: siguen siendo numerosas las mamás que no amamantan a sus hijos con hambre o lo hacen por poco tiempo sin motivos excepcionales; no son pocos los legisladores, políticos y gobernantes que pueden tener loables propósitos pero siguen ideando castillos en el aire con una población infantil a la deriva porque crece sin acceso a agua potable, saneamiento básico o alimentos suficientes – por mencionar los males menores-; son varios los colegas, compañeros, amigos y conocidos que cuestionan las convocatorias solidarias mucho más que el hecho de que sigamos teniendo miles de niños para quienes crecer es todo un martirio.

Pero en cumplimiento de este papel al que le hemos dado un lugar de privilegio en la vida empresarial, y en la personal, atendemos con fe este llamado asumido con altura, compromiso y convicción. La búsqueda de soluciones nos ha agudizado la visión optimista y constructiva que se ha convertido en guía en muchos momentos para la toma de decisiones en favor de nuestra primera infancia.

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Es tal la complejidad de la problemática que asecha invisible ante tantas miradas desprevenidas, tanto el tiempo por recuperar y sobre todo, tantas las personas por sensibilizar, formar, convencer y movilizar, que resulta aún limitado el gran esfuerzo que decididamente hemos hecho por Gen Cero. Mas, lejos de sentirnos agobiados o de querer sucumbir, tenemos que airear como ha sucedido repetidamente, la bandera de la persistencia, que se alza en medio de zozobra y contradicciones para recordarnos una y otra vez que nos convocan los niños para quienes la vida tiene que empezar a ser el regalo que es y no la sentencia que para muchos de ellos representa.

 

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