Voy a reunir aquí las más importantes promesas gubernamentales que sirvieron para defender al tratado de libre comercio, y las confrontaré con resultados en el día de hoy
Los jóvenes que este año se graduarán como “negociadores Internacionales”, nacían cuando Colombia inició negociaciones de libre comercio con los Estados Unidos, y eran unos “pelados” cuando ocho años después entró en vigencia el famoso TLC, recibido por los colombianos con lágrimas de profunda emoción, como si algún ciclista criollo hubiera ganado el Tour de Francia. Fue un momento maravilloso, y el alborozo fue mayor gracias a las predicciones de los funcionarios gubernamentales, quienes, como herederos de las habilidades de Nostradamus, o quizás como egresados de la escuela Hogwarts -la de Harry Potter-, profetizaban riquezas de todo tipo para el país. Voy a reunir aquí las más importantes promesas gubernamentales que sirvieron para defender al tratado de libre comercio, y las confrontaré con resultados en el día de hoy. Para empezar, nos dijo en aquel entonces el Ministerio de Comercio, que cinco años después de la puesta en marcha del TLC la economía crecería un punto adicional, y el desempleo bajaría dos puntos; ahora bien, el crecimiento económico en 2012 fue de 4 por ciento, pero solo 1,8 por ciento aumentó en 2017, y no cinco como se había pronosticado, mientras que el desempleo, que al entrar en vigencia el tratado se ubicaba en 10,4 por ciento, este año 2019 llegó a 10,5 por ciento.
Anunció el mismo Ministerio, casi una década atrás, que se preparaban doce sectores de talla mundial como frente de batalla para la conquista del mercado de los Estados Unidos. Cosméticos y productos de aseo, uno de ellos, aumentó sus exportaciones 64 por ciento desde que entró en vigencia el Tratado, pero a pesar de ese mérito hay que decir que catorce millones de dólares vendidos en 2018 es muy poco en el contexto de un mercado global, e incluso si se enfrenta a las importaciones estadounidenses de ese sector por valor de 15.000 millones de dólares. En confecciones, un sector que sí conocemos y que podría ser muy competitivo si quisiéramos trabajar en ello, vendimos el año anterior 206 millones de dólares, apenas 8 por ciento más que en 2012, participando “sin vergüenza” con el 0,2 por ciento de las compras totales de ropa en EE.UU.; en cinco meses del 2019, exportamos 1,8 millones de dólares más que en igual periodo del año anterior, confirmándose que nada hacemos para recuperar, cuando menos, la modesta participación del pasado. Un tercer sector de talla mundial según el Ministerio de Comercio era el editorial y de comunicación gráfica, y su posicionamiento en el mercado estadounidense se cambió por “desposicionamiento”, pues en 2018 Colombia exportó escasamente once millones de dólares, 54 por ciento menos que en 2012. En vehículos y autopartes, que sorprende que el Ministerio lo considere sector de talla mundial – como a muchos otros -, logramos una pequeña cifra de exportaciones de 25 millones de dólares en 2018, superior en 67 por ciento respecto a la de comienzos del TLC. Algo más de 12 millones de dólares en chocolates y 74 millones de dólares en confitería, se pueden considerar buenos resultados y justifican la inclusión de esos dos renglones dentro de la pretenciosa calificación de sectores de talla mundial que hace el Ministerio. Cero, es el resultado de las ventas en carne, antes de firmar y ahora, y solo 7,6 millones de dólares en aceite de palma, otro renglón que absurdamente es considerado por nuestro gobierno de “talla mundial”.
Los “egresados de Hogwarts” predijeron que gracias al TLC la inversión extranjera aumentaría 19 por ciento una vez que el tratado estuviera en marcha; lo cierto es que descendimos de 16.000 millones de dólares en 2012 a poco más de once mil millones de dólares en 2015, y a la cifra más pobre de los últimos años, de 8.679 millones de dólares en 2018. Crecimiento exportador y mayores inversiones conformaban el escenario que contempló el gobierno para anunciar con bombos y platillos que el acuerdo comercial con los EE. UU. generaría 380 mil nuevos puestos de trabajo, los cuales todavía esperamos. En el año 2012 cuando entró en vigencia el TLC con EE.UU., las exportaciones colombianas hacia ese país, sin petróleo, totalizaron 7.766 millones de dólares, y a partir de entonces iniciaron una vertiginosa caída, registrando en 2018 solamente 5.858 millones dólares. El presidente Trump quiere “pelear”, quiere restringir importaciones de grandes valores en su país, y para ello revisa páginas y páginas de proveedores, para amenazarlos, para restringirles sus ventas, para mortificarlos, pero no encuentra a Colombia. Jamás nos molestará, gracias al gobierno y a nuestros empresarios.