40 años de una renovación artística

Autor: Jaime Dario Zapata Villarreal
12 marzo de 2017 - 06:00 PM

 Este año el Taller de Artes de Medellín, fundado por Samuel Vásquez, cumple 40 años, y varias organizaciones de la ciudad, entre ellas el Teatro Pablo Tobón y el Museo de Antioquia, celebran este hecho con poesía, conciertos, exposiciones y presentaciones de libros. 

Medellín

Samuel Vásquez es un contador de historias nato. Bajo su tutoría y amistad han pasado tantos artistas del país que para cada ocasión -para cada idea esbozada- siempre tiene una historia que la acompañe y enriquezca. Cuando habla de Edgar Negret, de la relación entre Arnold Schönberg y John Cage, suele hilvanar un tejido complejo que va ramificándose y pasa de la anécdota al comentario reflexivo; de la cita filosófica a la canción ideal para contextualizar ese momento; del recuerdo a los misterios y los hechos del presente. No son historias arbitrarias, todo lo contrario: suelen adecuar la temperatura del momento para dar paso a temas que van a la raíz de todo: ¿Por qué inició un Taller de arte?   

“El Taller fue resultado entonces de la apremiante necesidad de implementar e impulsar unas prácticas artísticas contemporáneas diferentes a las existentes, y la realización del impostergable deseo de creación de poéticas propias. Era una aventura que pedía aquel presente. Que deseaba vivir ese presente. Ya sabemos que el presente es el único tiempo capaz de desear. Y en las aventuras uno crea, no por la novedad de lo creado, sino para realizar un deseo, para satisfacer una necesidad. Y en las aventuras uno inventa, no por un prurito ingenioso, sino para mantener a flote las propias aventuras, para no naufragar”, aseguró Vásquez, director del Taller de Artes de Medellín, desde su casa, un refugio privado que resguarda la obra de artistas como el peruano Fernando de Szyszlo y el gran maestro de la escultura colombiana, Edgar Negret. 

El Taller de Artes de Medellín nació en 1977 como una reunión de “cómplices que se asocian para conspirar contra la triste realidad” de esto que, por una suerte “de ilusionismo cartográfico, convenimos en llamar Colombia”. Ese grupo, encabezado por Samuel Vásquez, Kike Lalinde, Mario Londoño, Héctor Álvarez, Héctor Jimenez  y por el que después pasarían artistas como Pablo Montoya y Lucía Estrada, estaban interesados por el arte como “producto coherente de la realidad, como construcción de una realidad-otra, posible o deseable”.

“Del Taller han surgido artistas reconocidos en el ámbito nacional e internacional en diferentes artes. Aunque el taller no es un lugar como tal, con un espacio físico determinado, es una experiencia, vital, artística, poética, que después de 40 años sigue vigente en la persona de Samuel Vásquez”, aseguró Lucía Estrada, una de las poetas contemporáneas con más proyección del país. 

Según Vásquez, desde su fundación el Taller se diseñó con tres secciones artísticas diferentes: Música, Artes Plásticas y Teatro, pero con unos vasos comunicantes esenciales para que convivieran e interactuaran, cuando fuese deseable o necesario, con la Poesía: “deseable, siempre; necesario, casi siempre”.

En la música, por ejemplo, la propuesta fue actualizar el aprendizaje y la práctica musical en Medellín por medio de clases básicas de Lenguaje Musical, Escritura y Lecturas Avanzadas, Teoría de la Música, Análisis de la forma, Armonía, Composición, Contrapunto; en el caso de las artes plásticas la idea fue implementar un Taller-laboratorio abierto durante todo el día los siete días de la semana; y en el caso del teatro la propuesta fue crear, por primera vez en la ciudad, un grupo de actores vocacionales que desarrollaran la dramaturgia y puesta en escena de un teatro poético. 

“Esta urgencia de aventura poética estaba sustentada, afirmada y jalonada por una atenta e intensa preparación corporal, rítmica, vocal y visual, con métodos que para entonces -1977- eran, sin duda alguna, pioneros en el teatro colombiano, y singularmente heterodoxos para las artes plásticas nacionales, y así también con la música y las artes plásticas”, comentó Vásquez. 

Para muchos, el Taller de Artes se ha convertido en la conciencia estética de la ciudad durante estos 40 años; así lo cree Sergio Restrepo, director del Teatro Pablo Tobón: “definitivamente han logrado establecer un código estético desde una coherencia bastante importante en las diferentes áreas de la cultura. Han conseguido instituir desde la escritura, desde las imágenes, desde las artes visuales en general, y definitivamente desde las tablas y las artes escénicas, un mensaje explícito, coherente y sostenido en el tiempo, que genera una ruta a seguir, que viene atisbando las realidades presentes y futuras, desde el momento de su creación hasta el día de hoy”.

 

 

 

Trayectoria

Samuel Vásquez (Medellín, 1949), es poeta, dramaturgo, ensayista, curador de arte, músico y pintor. Fundador y director del Taller de Artes de Medellín que congrega teatro, música y artes plásticas. Es autor de siete obras de teatro y tres de ellas han sido puestas en escena en Venezuela, España y Cuba. Ha dirigido 18 obras de teatro. En 1992 le fue conferido el Premio Nacional de Dramaturgia por su obra El sol negro, y una Beca Nacional de Creación del Ministerio de Cultura por El plagio. En 1999 le fue otorgada Mención en el Concurso Internacional de Dramaturgia Ciudad de Bogotá, por su obra Raquel, historia de un grito silencioso, producida cinco años después por el Festival Iberoamericano de Bogotá y editada por la Universidad de Antioquia. En 2005 le fue concedido el Premio de Ensayo Ciudad de Medellín por El abrazo de la mirada (tres tomos). En 2007 le otorgaron Beca de Creación Ciudad de Medellín por su libro de ensayo Para no llegar a Ítaca. En 2010 obtuvo la Beca de Poesía Ciudad de Medellín por su libro Diario de la errancia.

 

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