El modo como Estados Unidos pretende que sus tribunales y autoridades políticas tienen jurisdicción universal, recuerda la Edad Media, una impresión subrayada por la actual epidemia de peste.
El mundo Unipolar ha traído de vuelta ideas y el uso de criterios jurídicos propios de la Edad Media.
Ese hecho lo pone en relieve la decisión de las autoridades de Estados Unidos de condenar “in absentia” por narcotráfico al presidente Nicolás Maduro el que tiene mando y control efectivo de Venezuela. Esa acción viola todos los principios reconocidos por el mundo civilizado en materia de límites de jurisdicción legal y en cuanto a la necesaria demostración y prueba de la culpa del condenado.
El modo como Estados Unidos pretende que sus tribunales y autoridades políticas tienen jurisdicción universal, recuerda la Edad Media, una impresión subrayada por la actual epidemia de peste, En aquella lejana época el Pontífice Cristiano ejercía una Autoridad con jurisdicción universal y sus decisiones eran infalibles en cualquier tema y aplicables Urbe et Orbe
En general, hay parecido en la autoridad que el Mundo Cristiano reconocía al Pontífice Romano y la a hipócrita prepotencia arbitraria de Estados Unidos en el mundo occidental.
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En aquella remota época con el pretexto de expandir la Fe Cristiana se invadió, saqueó y mató a miles de inocentes en a países pacíficos que no habían hecho daño a ninguno de los países agresores. No otra cosa fueron las cruzadas.
Las Cruzadas eran ordenadas por los Sumos Pontífices en Roma. Ahora las invasiones de la OTAN son ordenadas por los presidentes en Washington
La nueva religión, cuya propagación justifica ahora el mismo tipo de violación de soberanía y las agresiones contra el bienestar de los ciudadanos de países infieles se llama Democracia; un mecanismo de gobierno de discutibles virtudes, inventado en Atenas, los griegos conocían sus defectos. Platón (La República) decía “es un sistema que impone la igualdad en todo, aún a lo que no es igual.”, el célebre ateniense Aristóteles nos advirtió que la mecánica del gobierno democrático lo degenera necesariamente en Oligarquía, un sistema que a su vez desemboca fatalmente en Tiranía.
La advertencia de Aristóteles la podemos comprobar 2500 años después en el sistema Oligárquico que gobierna a los Estados Unidos de América, donde con independencia de alborotos electorales cíclicos, la política seguida desde que Alexander Hamilton fue secretario del Tesoro (1789) sigue invariable y su objetivo es simple: enriquecer a los ricos.
Lo peor es que la tiranía oligárquica que rige ese país tiene las mismas aspiraciones universalistas propias del cristianismo medioeval.
Eso incluye la agresiva paranoia teleológica y el parecido criminal que hay entre las intervenciones OTAN y aquellas devotas coaliciones cristianas conocidas como las cruzadas.
El descubrimiento de América tuvo lugar cuando aún imperaban en Europa las creencias universalistas cristianas de la Edad Media.
Por ello sugiero al gobierno norteamericano que estudié la Edad Media porque puede encontrar allí precedentes e ideas útiles para su aspiración a la jurisdicción y derecho de intromisión universal.
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En particular recomiendo a la oficina de la Secretaría de Estado, el estudio y adaptación del célebre Requerimiento redactado por el Dr. Juan López de Palacios Rubios, para la Real Junta de Burgos (1512).
Con la lectura de ese documento, escrito en español, el conquistador (Ambassador?) debía informar a los nativos que Dios, creador de los primeros hombres, había elegido a San Pedro y a sus sucesores de Roma como monarcas del mundo, superiores en autoridad a todos los príncipes de la Tierra. Un Papa posterior, llamado Alejandro VI, había conferido la posesión de todos los habitantes del nuevo continente al rey de Castilla.
Por consiguiente, los indígenas recibían la orden de reconocer su autoridad y quedar como sus libres y devotos súbditos. Toda negativa o toda tardanza en aceptar estas demandas entrañarían la guerra inmediata (Guerra justa!),
Creo que un documento similar podría figurar en las credenciales de los Embajadores de Washington para Latinoamérica