Cuando el derecho no es universal las brechas son abismos y en Colombia particularmente estas brechas entre lo rural y lo urbano, por mencionar solo un ejemplo, siguen siendo preocupantes.
Por: Luz Yesenia Moscoso Ramírez*
En repetidas ocasiones, tanto estudios de organizaciones multilaterales como organizaciones de la sociedad civil y ministerios de educación de países latinoamericanos han puesto en evidencia cifras que dejan -a pesar de los avances en cobertura en la región- aún muchos retos y reflexiones frente a cómo se está garantizando -o no- el derecho a la educación en la región.
Según cifras del portal CIMA del Banco Interamericano, en 2015 para América Latina las brechas entre lo rural y lo urbano seguían siendo amplías: en las zonas urbanas cerca del 60% culminó la secundaria, mientras que en las zonas rurales este porcentaje era menos del 40%. Las brechas más grandes las tienen países como Paraguay, Colombia, Perú, Honduras, El Salvador y, en menor medida, Uruguay, Chile y República Dominicana.
En Colombia, según el estudio Ideas para Tejer: Reflexiones sobre la educación en Colombia 2018-2018 de la Fundación Empresarios por la Educación, que retoma información de la Misión Rural (2014), el promedio de años de educación en zonas rurales es de 5.5 años, 50% menos que un niño de la zona urbana. Si se quiere avanzar en el desarrollo social, económico y cultural de la región, urge dedicar mayores esfuerzos para garantizar este derecho desde todas sus aristas y pisar el acelerador. Cuando el derecho no es universal las brechas son abismos y en Colombia particularmente estas brechas entre lo rural y lo urbano, por mencionar solo un ejemplo, siguen siendo preocupantes. Tampoco se trata de urbanizar las ruralidades, pero sí de brindar las condiciones necesarias y garantizar ambientes dignos para el aprendizaje para todos.
En este sentido, la Fundación Sura y Reduca, la Red Latinoamericana de Organizaciones de la Sociedad Civil por la Educación, han venido presentando en varios países de la región el estudio Aprender es más: Hacer realidad el derecho a la educación en América Latina, un documento resultado del trabajo colaborativo entre estas dos organizaciones que busca no solo generar mayores comprensiones frente a la importancia de la educación en la formación de nuestros niños, niñas y jóvenes, sino que también reivindica de alguna manera lo que implica garantizar el derecho de cara a los retos de la contemporaneidad.
Después del lanzamiento en Chile en el mes de noviembre del año pasado y del correspondiente en México el pasado mes de abril, esta semana el turno le correspondió a Colombia. El evento resaltó la apuesta de la alianza para entender el derecho a aprender desde tres grandes aristas: estar y permanecer en la escuela; la participación activa de todos los actores del sistema, pero sobre todo de los estudiantes; y lograr aprendizajes con sentido a lo largo de la vida.
De igual forma, con el ánimo de fortalecer políticas educativas que permitan avanzar hacia la garantía del derecho a aprender y promover las competencias para el siglo XXI a lo largo de toda la vida, el estudio presenta también una serie de recomendaciones para la región alrededor de cinco grandes retos: garantizar trayectorias completas, lograr aprendizajes con sentido para todos, ir más allá de las pruebas estandarizadas, potenciar el rol de docentes y directivos y sumar esfuerzos mediante alianzas multisectoriales.
Es importante que información como la presentada por esta alianza sea tenida en cuenta para mejorar estratégicas y políticas orientadas a superar la idea de garantía del derecho desde la perspectiva del acceso y busque equiparar condiciones y hacer que esas brechas sean eliminadas. Esto implica entre otras cosas entender que, al ser la educación un derecho humano fundamental, es para todos y tiene carácter universal, y que las cifras siguen pendientes de sumar aquellos niños, niñas y jóvenes que aún no están en el radar del sistema y que aquellos que ya están inmersos puedan aprender lo que necesitan para su desarrollo personal y social.
*Asesora en la Fundación Empresarios por la Educación, una organización de la sociedad civil que conecta sueños, proyectos, actores y recursos para contribuir al mejoramiento de la calidad educativa.