El Uribismo obligó a los colombianos que no compartimos ese pensamiento, a situarnos al centro o a la izquierda. Y esta fue la más contundente de las derrotas sufridas por los partidos tradicionales que habían abandonado, a partir del Frente Nacional, sus posiciones ideológicas.
Vladimir Flórez, más conocido como Vladdo, famoso caricaturista y Daniel Samper Ospina, un importante columnista de opinión y YouTuber, decidieron defender el conocido centro del espectro ideológico del país y rechazar el radicalismo de derecha encarnado, según ellos, en el Centro Democrático y el radicalismo de izquierda en Gustavo Petro. Para tal efecto crearon el “Team (equipo) de los tibios”, que en la reconocida red social Twitter ha sido tendencia importante en los últimos días. A esta posición se han sumado un buen número de colombianos afiliados a redes sociales, entre ellos el mismísimo Sergio Fajardo, excandidato presidencial y el exministro de Salud Alejandro Gaviria.
Es fácil entender que los tibios consideran que no deben situarse en los extremos ideológicos existentes en Colombia y que más bien deben permanecer en la regalada tibieza de ese centro que en mi sentir es anodino y acomodaticio, pues le permite a quien allí está, mecerse cómodamente entre ideas, partidos y candidatos de derecha o de izquierda sin “romperse ni mancharse”.
Siempre he defendido la tesis de que al doctor Álvaro Uribe Vélez, así no compartamos muchas otras de sus ideas o actuaciones, los colombianos tenemos que agradecerle el rescate de las ideologías, así él y sus filósofos de cabecera siempre hayan sostenido que las ideologías ya no existen. Uribe es un hombre de pensamiento de derecha y defiende sus ideas con valor y pasión. Así debe ser.
El Uribismo obligó a los colombianos que no compartimos ese pensamiento, a situarnos al centro o a la izquierda. Y esta fue la más contundente de las derrotas sufridas por los partidos tradicionales que habían abandonado, a partir del Frente Nacional, sus posiciones ideológicas defendidas con entusiasmo durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. El Uribismo se puede anotar el discutible éxito de asegurar el decaimiento de los partidos Liberal y Conservador, que ya venían haciendo sus propios y eficaces esfuerzos por languidecer, hasta el punto de que hoy recorren sus propios caminos de extinción.
La izquierda, tradicional minoría de minorías entre nosotros, se ha visto fortalecida por el renacimiento de las ideologías y eso también está bien. El Partido Liberal, otrora conocida como una organización de “matices de izquierda” se dedicó a la burocracia y a los contratos y cuando llegó el renacer de las ideologías, ya no estaba. Se encontraba pidiendo puestos, contratos y participando en dañinas repartijas de poder.
En lo personal no me seduce el centro, ni la derecha, ni la izquierda radical. El liberalismo que defiende un estado laico y una clarísima separación de Iglesia y Estado, la unión de parejas del mismo sexo, el aborto en los casos contemplados por la Corte Constitucional, la legalización de la eutanasia, la regulación de la economía por el Estado, el respeto por las libertades y los derechos, la solución de conflictos mediante el diálogo, entre otras posiciones, es lo que me aleja de ese centro tibio y acomodado. De la extrema izquierda me separan muchas ideas: la estatización de los medios de producción, la combinación de los medios de lucha, entre otras.
De manera pues que no nos pueden ubicar a todos los colombianos solamente en la derecha, en la izquierda o en el centro (tibios). En la izquierda, en la derecha y aún en el centro, también existen matices sin contar a los vacilantes, los pusilánimes, los denominados apolíticos y los que no están muy seguros.