Nacida en Líbano, pero residente de Siria hace más de 20 años, la madre Agnès-Mariam de la Croix, nominada al Nobel de Paz, ha vivido de cerca el cruento conflicto en ese país. Al finalizar la Cumbre Mundial de laureados, la religiosa expresó su opinión sobre el caso colombiano.
La Cumbre Mundial de Premios Nobel de Paz llegó a su término este fin de semana en Bogotá. Allí, entre los invitados especiales, se encontraba la madre Agnès-Mariam de la Croix, quien ha sido nominada al galardón y finalista del Premio Público de la Paz. Ella, testigo de primera mano de la violencia en Siria, conversó con EL MUNDO sobre la situación de Medio Oriente, estableciendo un paralelo con el proceso de paz en Colombia.
¿Cómo ha sido vivir en medio de la confrontación bélica e intentando mantener la esperanza en la gente?
Nadie espera los conflictos. Desde un punto de vista civil, uno vive tranquilamente y antes del conflicto no había casi nada que pudiera premeditar lo que iba a acontecer en Siria. El conflicto empezó de una manera larvada, es decir, artificial y orquestada mediáticamente, de una manera muy científica y progresivamente.
Yo no digo esto porque quiera encubrir o justificar a cualquiera de las partes, pero es lo que hemos podido vivir siendo ciudadanos o residentes. Lo primero lo supimos por informaciones, fue que había manifestaciones pacíficas y luego nos dijeron que esas manifestaciones fueron reprimidas con terribles represalias, y siguieron jugando con ese esquema bipartidista.
Luego, nos encontramos casi después de cuatro o cinco meses, víctimas de ataques llevados a cabo por pandillas desconocidas, encubiertas. En noviembre del 2011 invité por iniciativa personal al Centro Católico de Información en Beirut, que es parte de la Conferencia Episcopal, a unos 16 medios de comunicación europeos y americanos. Lo que queríamos era que esos periodistas que estarían en medio de los acontecimientos, nos dijeran lo que pasaba. Hicimos una conferencia de prensa en Beirut y fue una explosión mediática porque los hallazgos de esos periodistas mostraban exactamente lo contrario a todo lo que se decía.
¿Qué encontraron entonces?
Lo que quiero decir es que ese conflicto fue artificial y su evolución lo ha mostrado, porque en realidad aquellos a quienes los medios de comunicación han presentado como los padres de la democracia en Siria, que han sido supuestamente víctimas de la represión, en realidad no han podido implementar ninguna democracia en el 60% de territorio que han controlado y controlan hasta ahora. Yo siempre he pedido que me muestren algún logro de sus temas, de lo que pretendían hacer, democracia, igualdad, libertad, pero todo lo contrario. Hemos visto y los sociólogos podrán estudiarlo, el surgimiento de nuevos tipos de sociedad radicalmente islamizadas con colonizadores traídos de Afganistán y de Chechenia, para injertarlos en la población original siria, que es una población verdaderamente abierta y que no tiene nada que ver con el extremismo islámico.
¿Por qué fines entonces se originó el conflicto?
Yo creo que el conflicto en Siria, como he dicho, es fruto de una ingeniería, la ingeniería del caos, que nos prometió Condoleezza Rice en su visita al Líbano durante la Guerra del Golfo. Ella decía que "el nuevo Medio Oriente surgirá del caos creativo" y yo creo que solamente por esa declaración, Condoleezza Rice merecería el tribunal internacional.
¿Cómo ha logrado hablar de paz a las víctimas que han sufrido tanto dolor?
Quiero hacer un tributo al Movimiento de la Reconciliación en Siria. Ese movimiento fue creado por mujeres, por líderes tribales y por intelectuales desde el primer año de lo que se denominó "el conflicto", yo diré, de la agresión. Y se desarrolló tanto que el Gobierno terminó por crear un Ministerio de Reconciliación. Ahora, el fondo de ese movimiento es una promesa que se hacen todas las partes, todos los elementos del tejido social en Siria, de no utilizar la violencia como medio de arreglar el disenso. Y luego, de ser mediadores para ayudar a las víctimas del conflicto. Pues la tarea era encontrarnos con ambas partes, es decir, los grupos paramilitares y las familias víctimas, porque desde el inicio los grupos paramilitares, para sobrevivir, empezaron a tener rehenes y pedir rescates, entonces se veía si las familias podían pagarlos o no. Luego, las mismas formaciones paramilitares tenían integrantes presos en cárceles del Gobierno y viceversa, porque había soldados cautivos por los grupos paramilitares. Esa era la otra función, conocer los nombres, buscar si las personas estaban vivas o no.
Dentro de lo que ha podido analizar del proceso colombiano, ¿qué conclusión se lleva?
Voy a ser muy franca. Quiero agradecer a todos quienes hicieron posible que estemos aquí y al presidente, a quien felicito por haber obtenido el premio Nobel de Paz. Pero ahora, finalizando la cumbre, me percato que hubo muy poco, para no decir ningún espacio, para hablar del conflicto, de sus razones, de sus realidades y de sus víctimas. Y eso, para mí, es una flaqueza muy grande.
Yo pesaba que esta cumbre iba verdaderamente a dar un apoyo incondicional, fuerte, a ese proceso de paz. Pero he podido hablar con algunos testigos, algunas víctimas de los acontecimientos. Yo, aquí en Colombia, como en Siria, no creo en un conflicto, yo creo en una agresión larvada, que utiliza herramientas crueles, que están atacando a la pobre población civil, para que deje los lugares libres para ulterior explotación. Mientras esa realidad perdure, la paz no tiene ningún significado. Es algo muy bonito en su expresión, en su intención, pero no en su realización. Por eso, ayer tuve la ocasión de lanzar un grito al presidente Santos, aunque yo no sea colombiana ni sea laureada, pero soy nominada al Nobel y ya que me han invitado, es para también aportar mi grano de arena a la construcción del edificio de una paz verdadera en Colombia. Y quiero decir al señor presidente, el Nobel de la Paz, que tiene una ocasión maravillosa para no quedarse en el protocolo y en el show, sino adentrarse en las zonas ocultas en las que sufre su gente, a todos los niveles, los campesinos, los indígenas, los pequeños propietarios de tierras en varias regiones. Que vaya a proteger, que no deje a esas bandas armada continuar agrediendo impunemente a los inocentes.
Si oigo mañana que el Ejército se ha movido, ha puesto barricadas de seguridad y está ayudando a la gente a que recobre la serenidad y la confianza, para que quieran quedarse en sus tierras y llevar a cabo su vida de todos los días, yo le brindaré al presidente una gran enhorabuena y lo consideraré un verdadero premio Nobel.
La declaración final
Con un llamado a luchar contra los males que afligen a la humanidad, la XVI Cumbre Mundial de Premios Nobel de Paz concluyó en Bogotá después de tres días de debate en los que habló de temas como la democracia y los derechos humanos en el mundo. En la declaración final, los laureados pidieron acción de los gobiernos, la sociedad civil y la juventud para erradicar males como las armas nucleares, las minas antipersonal, el narcotráfico, la narcopolítica y la corrupción.