El poder del presidente Nicolás Maduro para amarrar el voto de algunas islas caribeñas dio al traste con la propuesta de declaración votada ayer en la OEA, que alcanzó 20 votos favorables de 23 requeridos.
La 47ª Asamblea General de la OEA comenzó ayer en Cancún (México) con la continuación de la reunión de consultas de los ministros de Exteriores que había quedado suspendida el 31 de mayo ante la falta de consenso en torno a una declaración sobre Venezuela.
Si bien en este tiempo los países promotores de la iniciativa esperaban alcanzar dicho consenso, para lo cual, incluso, se bajó el tono de las pretensiones a simplemente solicitar reconsiderar la realización de una Asamblea Constituyente, el poder de Maduro para amarrar el voto de algunas islas caribeñas dio al traste con la propuesta, que alcanzó 20 votos favorables de 23 requeridos, aunque llama poderosamente la atención que entre las ocho abstenciones se encontrara la de Ecuador, habitual aliado del castrochavismo.
Esta derrota nos causa tristeza y se constituye en un duro golpe para la oposición y para el Pueblo de Venezuela, pues confirma lo remoto que resulta aún que la OEA sea, efectivamente, el mecanismo multilateral que pueda controlar los desmanes antidemocráticos de un país miembro. Queda la expectativa de que el organismo debata la activación de la Carta Democrática, para lo cual, de nuevo, requeriría los 23 votos favorables, algo que, probablemente, no va a ocurrir pronto dado el ambiente que refleja la votación de ayer.