¿Recuerdan a los tratados de libre comercio?

Autor: Jorge Alberto Velásquez Peláez
3 abril de 2019 - 09:02 PM

Antioquia no se queda atrás respecto al paupérrimo comportamiento de las exportaciones. Sus ventas externas 2018 estuvieron por debajo de las logradas en 2010, pero nadie habla de ello.

Desde dos décadas atrás Colombia se comprometió con un proceso de negociación de tratados de libre comercio para sumarlos a los acuerdos de integración comercial que desde entonces se encontraban vigentes, y que en general habían dejado resultados relativamente satisfactorios para las exportaciones nacionales, destacándose el caso de Venezuela, que llegó a ser el primer mercado de destino de las manufacturas de nuestro país. No se hablaba de otra cosa que no fueran esos tratados, con algunas muy pocas voces en contra, pero en general con gran emoción, pues desde el gobierno y tribunas gremiales provenían elocuentes mensajes con promesas de cientos de miles de empleos nuevos que generarían tales acuerdos por llegar, grandes caudales de recursos de inversión extranjera directa, enormes transferencias tecnológicas, y por supuesto, júbilo también porque las exportaciones aumentarían de tal forma que nuestros puertos y carreteras tendrían que ampliarse y modernizarse para atender y movilizar considerables volúmenes de mercaderías. Se requerirían por supuesto más camiones, y claro, más camioneros, para un aumento también de la venta de sancochos en los estaderos; en fin, todo era espectacular y el país en general celebraba con anticipación el éxito comercial que resultaría de la nueva política gubernamental, concentrada en firmar y firmar acuerdos comerciales, todos los que pudieran llegar.

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Estaba yo entre los escasos escépticos y desde EL MUNDO lo manifesté en varias ocasiones, pero solo recibía reclamos por pesimista y aguafiestas y hasta acusaciones de “apátrida” por no unirme al nuevo gozo nacional. Hoy no solo no se habla más del tema, y los “pobrísimos” resultados no se muestran ni comentan, primero, porque no hay allí noticia, y luego, por querer quizás ocultar la vergüenza que deben sentir hoy quienes en esa época manipularon a la opinión con "posverdades" que justificaban lo que no era posible justificar, como la necesidad, según nos decían, de firmar acuerdos para abrir mercados cuando estos en realidad ya estaban abiertos a nuestro favor.

El TLC con los EE.UU. fue el protagonista principal, el rey de los acuerdos. Muchos años de desgaste en la negociación, aprobación y entrada en vigencia, con tres presidentes estadounidenses comprometidos en el largo proceso, y millones de colombianos siguiendo de cerca los acontecimientos como si se tratara de un partido de la selección nacional de futbol. En mayo de 2012, "Oh, gloria inmarcesible", se dio la partida, casi a punto de un infarto nacional por la emoción. Claro está, “mediáticamente” se mantenían los pronósticos de muchos empleos, de muchas exportaciones, de mucha riqueza. Y mientras esperábamos la abundante cosecha de beneficios, el gobierno seguía firmando más tratados de libre comercio todavía sin saber para qué, lo que curiosamente fue un denominador común de dos gobiernos tan antagónicos como los de Uribe y Santos, para un resultado también común: pobreza exportadora nacional con cero aprovechamientos de los acuerdos negociados.

En el año en que entró en vigencia el TLC con EE.UU. nuestras exportaciones hacia ese país, sin petróleo, totalizaron 7.766 millones de dólares, y a partir de entonces iniciaron una caída en picada, perdiéndose casi mil millones al año siguiente, y registrando en 2018 dos mil millones menos, cuando tan solo exportamos 5.858 millones de dólares. Y hacia otros destinos también avalados con el sello "TLC", ocurre lo mismo, no aumentan nuestras exportaciones. Chile, por ejemplo, que cuenta con un mercado totalmente abierto a nuestros productos, nos compró el año anterior 1.190 millones de dólares, 46% menos que en el 2011, mientras que en Ecuador vendimos la misma cifra en dólares que en el 2010.

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Antioquia no se queda atrás respecto al paupérrimo comportamiento de las exportaciones. Sus ventas externas 2018 estuvieron por debajo de las logradas en 2010, pero nadie habla de ello, porque “todo va muy bien”. No obstante no aprovecha los tratados de libre comercio, las confecciones desaparecen de la canasta exportadora, los cafés especiales se quedaron para consumo local, las exportaciones cerámicas y de confitería caen; y para colmo de nuestros males, no hay empresas nuevas y, por el contrario, algunas se relocalizan abandonando nuestra región; los emprendimientos, si de verdad existen, no tienen proyección externa alguna, aunque ya se publicita el liderazgo de Ruta N en los temas inherentes a la Revolución Industrial 4.0. Mantenemos, eso sí, las numerosas presentaciones de “powerpoint” para engañar ingenuos que terminan creyendo que vivimos en una región globalizada.

Para terminar: ninguno de los candidatos a Gobernación y alcaldías se refiere al tema de la internacionalización. Triste futuro nos espera.

 

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